ABC MADRID 03-08-1995 página 3
- EdiciónABC, MADRID
- Página3
- Fecha de publicación03/08/1995
- ID0001989520
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EDITADO POR DOMICILIO SOCIAL PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 3 DE AGOSTO DE 1995 J. I. LUCA DE TENA, 7 28027- MADRID DL: M- 13- 58. PAGS. 112 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA N O sé, por supuesto, cuándo se van a convocar ias elecciones generales; creo que, a pesar de todas las resistencias, tendrán que ser pronto. Por cierto, a mediados de 1984, hace once años, en el artículo titulado La libertad en regresión escribí: Da la impresión de que se quiere aprovechar un tiempo limitado para dejar la sociedad española transformada, quizá de manera irreversible; para llevarla adonde acaso no quiera ir. Pero al mismo tiempo, mezclada con cierta desconfianza, se percibe una voluntad de continuar, un mal disimulado deseo de que sea para siempre que me recuerda demasiado la actitud que ss dibujó en 1939 Creo que no me equivoqué demasiado, en ninguno de los dos aspectos. Lo que más me interesa, y lo que creo que debe interesar principalmente, y no digamos a los políticos, mucho más que la fecha de las futuras elecciones, es su contenido, su sentido, lo que puede venir después de ellas. Creo que todos los que tienen alguna responsabilidad deberían invertir el tiempo de que disponen en pensar sobre el porvenir próximo. Después de la inmensa decepción que padece España, desde hace bastantes años, lo qu no podría soportar sin gravísimo quebranto sería una más. En gran parte por el desconocimiento generalizado de la historia- en todo el mundo, y es lo más inquietante- se está perdiendo la conciencia de la condición proyectiva de la vida humana y de la historia. La situación de Europa, la parálisis ante todos los problemas verdaderos- en primer lugar el de lo que se llamó Yugoslavia, que se está convirtiendo en una de las grandes vergüenzas de nuestro tiempo- descubre la escasez de hombres públicos que tengan una idea aceptable de lo que es el mundo y cuál es su estructura. No se puede pedir a los políticos que serán intelectuales -ni se puede confiar en muchos de los que se llaman así y tienen esa pretensión- pero sí que se den cuenta de los problemas y busquen orientación, donde verdaderamente pueda encontrarse. Y no percibo, en ninguna parte, síntomas de que esto empiece a suceder. España es una gran nación- digan lo que quieran los prehistóricos supervivientes- y esto quiere decir un proyecto, una manera de vivir- de seguir viviendo- de inventar, innovar, buscar algo que todavía no existe. Hace veinte años, cuando empezó el reinado de Juan Carlos I, esto parecía el horizonte abierto ante los españoles. MIENTRAS LLEGAN LAS ELECCIONES Todos sabemos lo que ha sucedido después, adonde hemos llegado, por la prepotencia de unos y la pasividad- a veces complicidad- de los demás. Lo que interesa es lo que va a suceder dentro de unos meses- los que sean- cuando España vuelva a estar en nuestras manos y podamos decidir adonde queremos ir. Esto es lo decisivo: hay que imaginarlo, hacerlo deseable, prepararse para la realización de un proyecto que tiene que ser inteligente, y por tanto posible, atractivo, capaz de curar los actuales deterioros y movilizar la nación entera hacia algo que valga la pena y pueda querer. Para ello hay que contar con los españoles que tienen una idea adecuada y responsable de lo que España ha sido, es y puede ser. La cuestión es compleja, y no puede pedirse a nadie un conocimiento completo y suficiente; pero hay que reunir los muchos saberes que se poseen, y que por supuesto son suficientes. Hay que exigir a los que los tienen algo más: que sean capaces de justificarlos y que no estén dispuestos a ceder a la imposición de los que, con uno u otro poder, desfiguran la realidad y obturan el porvenir. Cada vez es más urgente distinguir de personas- y esto quiere decir también de grupos, organizaciones, partidos- Hay que negarse a colaborar con los que afirman la falsedad notoria, los que proponen lo inaceptable, los que van contra la verdad en todas las formas. Una dificultad más es que no basta con saber cómo es España, porque España no ha estado nunca ni esta ahora sola. Es inseparable del mundo hispánico, y nadie que no se dé cuenta de esto tiene capacidad para orientar y regir España, porque tratará con una España incompleta y a última hora irreal. Durante muchos años- aunque ahora se tienda a olvidarlo o EDICIÓN INTERNACIONAL. Un medio publicitario único para transmisión de mensajes comerciales a ciento sesenta naciones negarlo- una mayoría de los hispanoamericanos que iban a ser importantes- en la política, la diplomacia, las ciencias o la literatura- pasaban algunos años en España, estudiaban aquí, hacían amigos, conocían el país, mantenían vínculos reales con España, que desde entonces les pertenecía y no les era ajena. En gran proporción esto se ha perdido, por una serie de errores partidistas. Y a la inversa, la relación de los españoles que cuentan con América empieza a ser vaga y desdibujada. Y, por otra parte, Europa, a cuyas instituciones España está ligada, con un conocimiento muy deficiente de su realidad, que lleva a una actitud funesta de pariente pobre Los nacionalismos de otros países, y los internos que han brotado en España, han actuado de manera convergente para conseguir que muchos españoles tengan una ¡dea sumamente pobre de lo que España ha sido y sigue siendo. No se atreven a tomar posesión de lo que son, menos aún a proponer una forma de ser europeo que debería unirse a las demás para crear esa comunidad de países inseparables e inconfundibles que es Europa. Lejos de todo nacionalismo, no digamos imperialismo, la misión de cada nación europea es aportar al conjunto su variedad, su pecularidad, su originalidad. Hay que complacerse en la prodigiosa riqueza de Europa y buscar su armonía y cooperación, en gran parte sustituidas por las rivalidades económicas y el afán de homogeneización administrativa. Los que van a asumir, más pronto o más tarde, la responsabilidad de la vida colectiva española, deben darse cuenta de lo que ello exige, si se quiere evitar una nueva decepción, que sería de tremendas consecuencias. El forzoso retraso debería parecer una bendición: bien aprovechado, sería la ocasión de reflexionar sobre lo que hay que hacer; daría tiempo para preparase, para no errar, para no comprometer la posibilidad que va a existir de iniciar una etapa creadora, fecunda, con futuro. Hay que corregir y rectificar errores, deficiencias, injusticias; hay que extremar la escrupulosidad de la conducta y la competencia en el ejercicio de las funciones. Pero todo esto tiene que hacerse, como todo en la vida, hacia adelante Lo que España necesita, más que nada, es un argumento el que se le presentaba hace veinte años y ha dejado perder. Julián MARÍAS de la Real Academia Española