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ABC MADRID 27-05-1995 página 60
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ABC MADRID 27-05-1995 página 60

  • EdiciónABC, MADRID
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60 ABC CULTURA SÁBADO 27- 5- 95 Belén Gopegui presenta su novela Tocarnos lacara Madrid. L. Lafuente Toda soledad es préstamo... La soledad del escritor es el préstamo que le hace la sociedad para que haga su novela Así describía Belén Gopegui su trabajo como escritora durante la presentación de su segunda novela, Tocamos la cara (Anagrama) que tuvo lugar ayer en Madrid. Para esta autora de 31 años, una novela es un proyecto común. Un libro lo hacen las palabras de todos... El escritor debe escribir al lado de alguien, porque lo que refleja son los miedos, los sentimientos y las razones de todos Ignacio Soldevila, presente en el acto, comentó que el diablo es el afán de no pensar. Así, las novelas infernales crean una difícil distancia critica, que hace al lector rehusar a la responsabilidad. Sin embargo, Belén nos obliga a poner en cuestión nuestra responsabilidad a cada momento y apela a la superación del aislamiento hacia una solidaridad de todos los componentes del texto, no sólo de los personajes, sino también la del lector Toda la realidad- continuó Soldevila- está reflejada en Tocamos la cara bajo un constante cuestionamiento. Es una realidad de comunicación interpersonal, que Gopegui utiliza para hablar de la convivencia, de la ley del conjunto ley por la que las gotas que caen del cielo son, al mismo tiempo, lluvia Además de la rara flor de la belleza- concluyó- Belén sabe muy bien que el arte es pasión compartida, es decir, compasión Caja de Madrid celebrará el lunes su subasta de arte. La sala Retiro de Caja de Madrid celebrará el día 29 una subasta de arte en la que destaca, por su importancia, una primera edición completa de los grabados de Goya. Recuerdos de Patricia Highsmith P OCOS meses antes de morir, el pasado mes de febrero, Patricia Highsmith había terminado de escribir Small g: un idilio de verano Es ahora cuando esta última novela de la conocida escritora norteamericana está ya está publicada en español. En Zürich, lugar donde se desarrolla la acción de Small g el libro ha causado un poco de extrañeza ante aquellos que no se explican cómo una mujer de 74 años, que vivía apartada en la paz de un pueblo del Ticino suizo, podía conocer tan bien detalles sobre la vida actual de la ciudad y su comunidad homosexual. Los escritores profesionales tienen, por supuesto, maneras de informarse. Además, son mirones excepcionales que ven más allá de lo aparente. Por eso Highsmith, con poco esfuerzo, consigue plasmar muy bien la realidad de Zürich, que incluye drogas, delincuencia y Sida. Todo eso lo utiliza a modo de decorado para contar una historia protagonizada por esa torturante y violenta presencia de la patología humana que era su principal interés a la hora de escribir ficción. Small g cosa rara en Highsmith, salva lo positivo (y quizá para desilusión de sus lectores asiduos) te deja respirar un poco más. De todos modos, nos ofrece de nuevo una ventana para observar por dentro y por fuera al antihéroe (su personaje favorito) al cual nos hace detestar tanto que hasta caemos en la trampa de comprenderte. Esta es la impresión que recibí después de leer el libro viviendo en el propio Zürich, y habiendo tenido la suerte de leer el resto de la literatura de esta autora en su casa. Por casualidad, su editor me puso en contacto con ella. Sólo sabía que era una dama del género negro con cara de pocos amigos, que necesitaba contratar a alguien que supiera inglés y tuviera carné de conducir. Confió en mí, una estudiante española de veinte años, y me mudé a su apartada soledad para ayudarla durante diciembre del año pasado. A pesar de su enfermedad, Pat mostraba mucha fuerza. Muchas veces, escribiendo desde mi habitación o. regando las plantas, la escuchaba teclear en la misma máquina de escribir que usó para elaborar Extraños en un tren su primera novela que hace casi cincuenta años, Hitchcok compró para adaptar al cine. Superstición, supongo -me dijo el primer día señalando aquella máquina negra que a mí me parecía prehistórica. Ante mí aparecieron a la vez las dos Patricias: la persona y la escritora. Entré en su chalé de una planta en forma de U con una sonrisa inocente, habiendo leído un solo libro suyo: El temblor de la falsificación en el tren de camino a Tegna, el pueblecito ¡talo- suizo donde vivió 13 años y ahora descansa. De su casa me llamaron la atención las estanterías, con su escogidísima biblioteca, sus diarios enciclopédicos, sus primeras ediciones ordenadas y los varios ejemplares de sus obras en idiomas de Oriente y Occidente. Puso a mi disposición sus libros, también los escritos por ella, de los que me advirtió (sin falsa modestia) que no eran todos buenos aunque yo hubiera leído uno de los mejores. Los devoré rápido y en orden cronológico, fascinada en sus espirales de peligro tan novedosas para mí. Aquellas historias no me parecieron obras absolutamente geniales pero eran mucho más que el subgénero policiaco en que a veces las encasillaban. En el coche, cenando o viendo las noticias con ella, intentaba encontrar sin éxito a la Pat que yo había intuido en sus novelas, sus cuentos, sus ensayos. Por su soledad de siempre, procedente de una exigencia profesional y no de una renuncia, daba (incluso entre amigos) un aspecto distante pero sabio, similar al de su gata Charlotte, cuyo color era entre rojo y amarillo y su carácter entre salvaje y educado. Pat a menudo callaba pensativa con la mirada triste pero incandescente. Al hablar era tajante, inteligente, concisa, segura de su visión, informada y honesta. Dibujaba maravillosamente, muchas veces gatos, y tenía muy claro que no le gustaba Hemingway. Perfeccionista, exigente y constante, se ganó enseguida mi respeto y mi inmensa admiración por su disciplina. Patricia Highsmith parecía tener experiencia para luchar contra la- adversidad. Consciente de su enfermedad, ignoraba a propósito su importancia. Me impresionó mucho la energía que las ganas de vivir le daban a su cuerpo. Cuando nos despedimos deprisa aquella mañana espléndida de finales de diciembre, yo estaba convencida de que Pat iba a continuar con la misma normalidad tranquila por mucho más tiempo. Muy pronto se fue de esta vida a la que le estaba, sobre todo y de hecho, agradecida. Elena GOSÁLVEZ BLANCO Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música MINISTERIO DE CULTURA AUSO El Teatro de La Zarzuela comunica que las nuevas fechas de las representaciones de Stiffelio serán las siguientes: Primera función: Prevista para el 23, trasladada al miércoles 31 de mayo. (Serán válidas las localidades del día 23) Segunda función: Viernes 26 de mayo. Tercera función: Lunes 29 de mayo. Cuarta función: Prevista para el 1 de junio, se traslada al viernes 2 de junio. (Serán válidas ¡as localidades del día 1) Quinta función: Domingo 4 de Junio. Hugo Boss, de los calzoncillos al Museo Guggenheim Nueva York, Juan Vicente Boo Desde siempre, familias multimillonarias y grandes empresas americanas se vuelcan en el sostenimiento de artistas, bibliotecas y museos. Pero el presidente del Museo Guggenheim acaba de sorprender incluso en un país acostumbrado a todo tipo de patrocinios. En un extenso anuncio que aparece como carta abierta a los lectores del diario The New York Times Ronald Perelman informa de que para hacer frente a los retos actuales, el Museo Guggenheim ha establecido una colaboración excepcional con Hugo Boss, el destacado fabricante internacional de ropa interior para caballeros Aunque no hubiera hecho falta decirio, Perelman añade que esto no es el clásico patrocinio No había hasta hoy un premio con el nombre de los famosos calzoncillos en el ámbito internacional para los artistas jóvenes TOUR OPERADOR INTERNACIONAL NM DE ESPAÑA MAS DE 100 DESTINOS EN TODO El MUNDO EMISIVAMENTE EN VUELOS REGUIARES DE IBEHA AVIACO

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