ABC MADRID 19-03-1995 página 69

DOMINGO 19- 3- 95 BODA REAL La homilía ABC I X bras que, de una y otra forma, vienen repitiéndose desde los primeros días, cuando de las manos de Dios iban saliendo todas las bendiciones. Y todo era bueno. Porque Dios es amor y todo lo que de Él provenga, lleno de bondad y de amor tiene que estar. Y entre todo lo creado, nada con tanto valor y tan querido como el hombre. Pues en Él- hembra y varón los creó- el buen Padre del cielo ha puesto algo de su propia vida; la capacidad y el privilegio de poder amar. Bendición Apostólica de Su Santidad Su Santidad el Papa Juan Pablo II dirigió el siguiente mensaje a los novios que fue leído al concluir la ceremonia religiosa en la catedral sevillana: A Su Alteza Real la Infanta Doña Elena de Borbón y Grecia y a don Jaime de Marichalar y Sainz de Tejada, que en el día sereno de su enlace conyugal invocan la protección del Señor sobre su naciente familia cristiana, deseo continua felicidad e, implorando del Señor que la gracia del sacramento del matrimonio refuerce el amor mutuo y haga crecer la armonía para una intensa comunión de vida, imparto, con afecto, una especial Bendición Apostólica que extiendo a sus familiares y a los asistentes al rito nupcial Indisolubilidad Que lo que Dios ha unido, nunca lo separe el hombre. Y el Señor ha unido, con lazos profundos y fuertes, al hombre con el amor, con la bondad, con ese don tan estimable que es el de poder hacer felices a las personas que tengamos a nuestro lado. Pero el amor exige un conocimiento recíproco, al que es imposible llegar sin esa generosa disposición de la sinceridad mutua en la que se acepta al otro tal como es, sin exigirle, como previa condición, el que tenga en algo que cambiar para poder quererle. Hombre y mujer serán como una sola cosa. Porque uno sólo es el amor que han recibido. No se trata de renunciar a lo que cada uno tiene como propio, sino de compartir y de dar. Es vivir el uno para el otro sin reservarse nada a cambio, a no ser el buen deseo de quererse cada día más. Cosa grande y admirable es, pues, el matrimonio. Pero es un bien que pertenece a Dios, y solamente mirando y escuchando a Dios se puede comprender beneficio tan estimable. Si los ojos y el corazón no se dirigen hacia lo alto, nada se comprende y la generosidad del amor se trueca en egoísmo, en orgullo y también en vanidad. uno en el otro. El matrimonio es pacto y alianza, pero no sólo entre el hombre y la mujer, sino entre los esposos y Dios. Porque el matrimonio es una señal, un sacramento, una alianza. Vosotros, dice el Señor, seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Qué buen pueblo para un Rey tan amable como Dios. Es la alianza que hemos visto en el amor que Cristo ha manifestado por su Iglesia. Que por ella se entregó a la muerte para que siempre tuviera vida. Testimonio de fe Debemos agradeceros, queridos hermanos, esta proclamación pública de vuestra fe cristiana, pues el matrimonio que contraéis responde a la fe que habéis recibido de la Iglesia y de vuestros padres. El matrimonio no es sólo vuestro, es de Dios. Y Él os quiere tanto que os lo confía, para que le ayudéis en la obra de la creación. Vosotros sois quienes os entregáis con palabras de mutua aceptación, pero la alianza es de Cristo y es la de Cristo con su Iglesia, y vuestro matrimonio ha de ser como prenda y señal de esa unión admirable. Vosotros sois quienes celebráis el matrimonio, pero- vuestra felicidad también en parte a todos nos pertenece, pues juntamente con vosotro oramos y pedimos al Padre de todas las bendiciones para que confirme vuestro amor y os haga siempre felices. María, la Madre de Jesús, estaba allí, en la boda de Cana, para interceder por los novios que celebraban su fiesta. Y el agua se convirtió en vino. El sacramento del matrimonio, como el vino de Cana, nunca se acaba. Si con el tiempo, y tantas otras sinrazones, el amor se enfría, o va camino de convertirse en el agua de la indiferencia recíproca, siempre estará llena, por la gracia del sacramento, siempre estará llena la tinaja del vino generoso del amor de Dios para que siempre podáis acudir a ella. Como Cristo a la Iglesia San Pablo pide a la esposa que respete a su marido. Recomendación que no siempre se ha entendido sin recelos acerca de una posible discriminación de la mujer. Sim embargo, es mucho más lo que se le pide al esposo: que quiera y respete a su mujer como Cristo amó a su Iglesia. En una palabra: la entrega mutua tiene que ser generosa, sin límite, para siempre, en todo. Nadie puede amar sinceramente si no está dispuesto hasta a dar hasta la vida en cada momento, con el olvido de uno mismo y la entrega a los demás, en lo grande y en los pequeños detalles de la convivencia de cada día. Y es que dar la vida por el otro, es lo más propio del matrimonio. Muchas personas se han cruzado en vuestro camino, queridos y respetados hermanos que hoy contraéis matrimonio, pero la Providencia quiso que os fijarais el Deseos de felicidad Por obra y gracia del Espíritu Santo, el Verbo de Dios se hace hombre en las entrañas purísimas de María. Por obra y gracia del Espíritu Santo se celebran los sacramentos, como el de este sacramento. Por obra y gracia del Espíritu Santo, el pan y el vino, que ponemos sobre el altar, se convierten en el Cuerpo y la- Sangre de Cristo. Que este pan y este vino sean para vosotros comida y bebida de salvación y de felicidad sin medida. Que brille tu rostro, Señor, sobre estos hermanos nuestros que hoy contraen matrimonio. Que en su casa haya felicidad y abundancia de todos los bienes mejores. Que vean a los hijos de sus hijos y que sus día discurran en la paz. Amén. En la imagen, la Reina sigue atentamente la ceremonia nupcial lVlARÍA, la Madre de Jesús, fue puesta como modelo de amor ante los ojos de los contrayentes por el arzobispo sevillano, el cual les exhortó también a confiar siempre en Ella.