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ABC MADRID 19-03-1995 página 3
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ABC MADRID 19-03-1995 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 19 DE MARZO DE 1995 ABC tesana, pero una boda principesca no hubiera añadido nada a la balumba de presentaciones de embajadores y congresos internacionales. Además habría que importar el azahar, que allá abajo se ofrece autóctono y espontáneo. Sevilla proporciona una catedral como Dios manda, la primavera anticipada y sobre todo el gentío; todo ello gratis. Siempre hay medio millón de sevillanos, más o menos, dispuestos a salir a la calle. Gentes gregarias son estos tartesios que no paran. Son los mismos que se apuntan a las procesiones de Semana Santa, la Feria y el Rocío. Así que esta vez empezaron antes la secuencia anual con la Boda Real. Estaban ya los sevillanos con claustrofobia desde que terminó la última Exposición, que fue como echar la ciudad por la ventana, Lp de Sevilla es la desmesura, empezando por el lenguaje eutrapélico. Es seguro que han inventado chistes de la boda. El chiste no es más que una exageración, que para el sevillano es lo natural. A ver si no es desmedido que Jesús Quintero pueda iluminar la Giralda, desde su azotea particular, con ese reflector antiaéreo que compró en Coventry. Supongo que esta vez su meritoria acción cívica podrá desgravarla de los impuestos. Así que cuando han visto la Giralda iluminada habrán pensado que unas cuantas candelas proceden del reflector de Quintero. No es broma, la candela es una unidad de radiación de la Física. Seguramente se trata de un gentil homenaje de los físicos a Andalucía. Se dice que este tipo de acontecimientos lo son para que se alimenten las revis- DOMICILIO SOCIAL J. I. LUCA DE TENA, 7 2 80 2 7- M AD R I D DL: M- 13- 58. PAGS. 228 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA UANDO todo era absoluto, se decía (en latín) de los Reyes que su habilidad máxima no era como hacedores de guerras sino como artífices de bodas. Cuando la boda del Rey era el fasto que fijaba la memoria del calendario para mucha gente. Recordemos que la boda de Alfonso XIII fue la primera de las regias que fue filmada para los parvos noticiarios de la época. Incluso quiso el azar que el atentado se registrara en el celuloide. Hoy corren tiempos relativos, pero las b odas reales siguen teniendo un singular atractivo popular. El cual se magnifica todavía más por la ubicua televisión. Los psicólogos dirán que se explica por un mecanismo de proyección, de visualización de las fantasías personales. Guien más quien menos sueña con casar a la hija que tiene o que no tiene. Será lo que sea, pero la fiesta nupcial de Reinas e Infantas consigue una extraña identificación colectiva. Dicho queda en femenino porque quienes se casan son principalmente las mujeres. Si bien se mira, no suele haber un traje de boda para el novio y sí un vestido para la novia. Otra curiosidad es que el castellano siga llamando novios a los contrayentes e incluso a los recién casados. El atractivo de esta ceremonia es que los españoles no recuerdan bien cuándo fue la última boda de una Infanta. Entonces, además, seguro que no había televisión. El placer hodierno es estar viendo lo que cientos de millones de personas están también contemplando. Ésta ha sido una boda regia de la época del vídeo. El placer que produce la celebración se acrecienta hoy porque la opinión pública acusa un definitivo cansancio de truculencias y sinvergonzonerías. Lo que se llama sección de sociedad en los periódicos se ocupa las más de las veces por hazañas de truhanes, picaros y caballeros de industria. Acaba estragando tanta corrupción, suplicatorios, extradiciones, maquinaciones para alterar el precio de las cosas, cohechos y prevaricaciones. Se requiere que, al menos por una vez, se presente la ocasión de ver la cara limpia de la sociedad Los famosos no tienen por qué ser delincuentes. Esta sensación produce un general alivio. Ayuda a pagar los impuestos. Y luego está lo de Sevilla. Por. algo el poeta que seriaba las capitales andaluzas no supo qué decir después de esa mención. Hay que felicitar al de la idea de celebrar la boda en Sevilla. Madrid es villa cor- C CANDELAS PARA LA GIRALDA SORTIJAS DE PEDIDA Y ANIVERSARIO YANES MADRID 1881 tas cordiales. Por una vez, la circunstancia supera esa especialización del cuché femenino. Todos somos marujas Los periodistas me pedirán que explique el fenómeno sociológico. Suele creerse que la sociología tiene que dar cuenta de las razones para que se congregue ocasionalmente mucha gente. Pero los sevillanos desafían las reglas del método sociológico. Lo suyo es ser espectáculo de sí mismos. Llenan la calle, casi como si fuera una confirmación de la ley de los vasos comunicantes. De ahí que el sensible protocolo de la ceremonia haya diseñado el cortejo nupcial desde el Alcázar a la Catedral. Es imprescindible el desfile cívico para que todos puedan verse y ser vistos. Vanidad efímera que será recordada. Por una vez las noticias son buenas noticias. No estaría mal que cada año se organizaran tres o cuatro, casamientos del siglo. Los duelos con tarta de boda son menos. La explicación de los sucesos gregarios reside en el especial placer que supbne haber estado allí donde se produce el estímulo que va a congregar a mucha gente. Se trata en este caso de un acontecimiento perfectamente previsto, programado hasta el detalle. En rigor, tendría que ser lo contrario de la noticia, porque nada puede sorprender. La paradoja es que el episodio tan preparado se convierte en formidable acontecimiento noticioso. No hay que descuidar el aspecto político de la cuestión. Los españoles asisten a las horas más bajas del prestigio de las instituciones, más todavía de las especialmente políticas. Pues bien, de esa deflación del crédito político se salva lo que se llama la Corona. Desde luego, ésa es imagen poco española, pues aquí los Reyes nunca se han coronado ni por lo tanto se ciñen corona. Pero sigamos, que la almendra de la cuestión es otra. El alto prestigio del Rey actúa como una suerte de compensación de las otras instituciones devaluadas. Si se recuerda que el modelo de las monarquías europeas ha sido la Corona inglesa se comprenderá el mérito que tiene el prestigio de la versión española. Algo así habrá rumiado el príncipe Carlos de Inglaterra al asistir a la pintoresca (para él) boda de la Princesa española, su prima lejana. Los espectadores nacionales expresaremos nuestro deseo de que el prestigio de la Corona (simbólica) logre permear las otras instituciones. Amando de MIGUEL Goya, 27 y Goya, 6

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