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ABC MADRID 08-10-1994 página 31
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ABC MADRID 08-10-1994 página 31

  • EdiciónABC, MADRID
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SÁBADO 8- 10- 94 LOS EMPERADORES DEL JAPÓN, EN ESPAÑA ABC 31 La leyenda habla de un Dios Vivo, protector, último recurso de la nación; la realidad es la dinastía reinante más antigua que conoce el mundo Los chambelanes, uno por cada grupo, nos conducen a la sala de audiencias, un amplio recinto prácticamente desamueblado, recubierto de una moqueta color pistacho y decorado con un par de pinturas tradicionales, donde ya aguarda la reducida corte -apenas una docena de damas y otros tantos gentilhombres- congregada para la ocasión. Con cortesía, pero con firmeza, somos alineados por orden de edad, primero los franceses- por ser su país el primero en ser visitado- y después los españoles- e informados de que dispondremos de cuatro minutos cada uno para hablar con ia emperatriz y otros cuatro con el emperador. En medio de un gran silencio, la pareja imperial hace su entrada en la sala. Ella luce un precioso kimono en tonos pastel y camina algo encorvada unos pasos por detrás de él- como mandan los cánones en este país que aún hoy, pese a todo el camino recorrido, sigue sumido en un profundo machismo de formas y fondo- Él viste a la occidental, un traje oscuro, y aparece serio y distante; exactamente como cabe esperar del Hijo del Sol. Ella sonríe sin descanso, habla en inglés, con voz muy baja y se interesa por mí, por mis impresiones, el trato que se me ha dado y mi opinión sobre el Japón. Me menciona Salamanca- ciudad que ya conoce y que alberga un órgano a cuya reparación contribuyó personalmente a raíz de un viaje anterior a España- y dice anhelar su próximo encuentro con la Reina, con la que mantiene una vieja y muy cordial relación. Cuando la conversación toca su cénit, un funcionario de gesto severo me indica que he de dejar paso a otro. Japón restaña las heridas causadas por un siglo de tensión y guerras Hiroshima. I. S. S. e. e Sobre las tranquilas aguas del río Honkawa, cinco motos acuáticas rompen con su estruendo, casi irreverente, la paz en cuyo nombre han sido ergidos un museo y un parque conmemorativos de la tragedia que se abatió sobre Hiroshima a las ocho y cuarto de la mañana del 6 de agosto de 1945: una luz cegadora en el cielo, incendios devastadores por toda la ciudad, arrasada hasta los. cimientos, 200.000 muertos en la primera semana y una siembra de muerte invisible en forma de radiaciones, que aún hoy eleva muy por encima de lo normal las cifras de cáncer en la región y condena a los supervivientes de la explosión, marcados físicamente por las quemaduras, a vivir encerrados en sus casas por temor a que sus estigmas, y el miedo a una herencia tumoral imborrable, impidan a sus descendientes encontrar pareja. A los pies de las escaleras que conducen al recinto que contiene los objetos, fotografías y demás testimonios de aquel dramático suceso, unos cuantos voluntarios recogen firmas para obligar al gobierno a reconocer e indemnizar a las víctimas extranjeras de la bomba, en su mayoría chinos y coreanos traídos forzosamente al Japón para trabajar en los astilleros circundantes, cuya existencia nunca ha sido admitida oficialmente. Ellos constituyen un escollo más para la pacificación definitiva de la región, que se ha convertido en uno de los objetivos preferentes de la actual política exterior de Tokio. Deseoso de constituir- y en cierta forma abanderar, lógicamente- algún tipo de organización regional que, sobre el modelo de la OTAN, o incluso la CSCE, sirva de marco para las relaciones entre los pujantes países de la zona, el gobierno nipón emprendió a finales de 1992 un camino de reconciliación que llevó al Emperador Akihito a China, con un mensaje, si no de petición de perdón, sí de arrepentimiento por las atrocidades perpetradas en Manchuria durante la ocupación. China es, en efecto, el gigante con quien hay que entenderse y una fuente constante de preocupación para el Ejecutivo tokiota, que ve con alarma el futuro de un país desintegrado por una reforma económica que ha creado un foso entre la costa y el interior, así como entre las ciudades y las zonas rurales, especialmente cuando falte quien ha sido el gran estratega de la política china de los últimos años, Deng Xiao Ping. Tanto con China, como con Corea, en especial Cotodas las fuentes consultadas. Y otro objetivo prioritario es el Consejo de Seguridad de la ONU, de cuyo club selecto de miembros permanentes pretenden formar parte los japoneses tan pronto como el año próximo, cuando el cincuenta aniversario de la institución sirva de pretexto para introducir reformas de fondo. Japón se considera con derecho a reclamar un poder político que, a su juicio, le otorga su formidable poderío económico, y cuenta con el respaldo de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos para lograrlo. A juicio de algunos funcionarios consultados, China y Rusia, que hoy callan, pueden ser convencidos. Pero si en algo parece estar de acuerdo la sociedad, los distintos partidos políticos y todos los foros de opinión, es en la negativa a participar nunca más en cualquier tipo de aventura militar y, para evitar tentaciones, en la necesidad de carecer incluso de un Ejército. Incluso la existencia de una fuerza de autoprotección de unos 250.000 hombres, resulta polémica y el reciente envío de un pequeño contingente de dichas fuerzas a Ruanda, en misión exclusivamente humanitaria- que no de interposición- desató en las últimas semanas una tormenta en la Prensa, entre partidarios de y fervientes opositores a que soldados japoneses abandonaran el territorio nacional. Expresión impenetrable Él no altera la expresión impenetrable de su rostro, se expresa en japonés, aunque contesta a las preguntas que le formulo en inglés sin esperar al intérprete y rememora sus anteriores visitas a España, como príncipe heredero. Hablamos de San Francisco Javier y de los marinos españoles que surcaron en el siglo XVI las aguas del Japón- si bien es verdad que nuestros lazos más estrechos eran con Portugal me corrige el Emperador- y, justo cuando parece haberse roto el hielo, una vez más siento que alguien me tira elocuentemente del brazo. Los periodistas españoles hemos preparado unos versos para obsequiar al emperador. En Japón, y en especial en la Corte, se cultiva la poesía como medio privilegiado de comunicación y hemos querido corresponder a la Waka que el entonces príncipe Akihito escribiera en honor a España cuando nos visitó en 1953. Cuando mi colega de La Vanguardia hace entrega al Emperador del papel correspondiente, de manera imprevista, veo la alarma reflejada en los ojos de nuestros maestros de ceremonias. Pero Akihito lo despliega, lo lee, y por única vez a lo largo de toda la audiencia, una tenue sonrisa aparece en su rostro. Sí, creo que, decididamente, le gusta la tendencia española a saltarse, de vez en cuando, las normas. Junto con la relación con los países occidentales, mejorar el entendimiento con China y otros países asiáticos es uno de los objetivos preferentes de Japón, interesado en una zona del mundo que ofrece extraordinarias expectativas económicas rea del Norte, con quien las relaciones están mucho más tensas y cuyo programa nuclear constituye una fuente de auténtica alarma, Japón confía en una agresiva política del talonario destinada a compensar las agresiones del pasado con cuantiosas inversiones que contribuyan a acelerar el desarrollo de esos países, aun a riesgo de poner en peligro millares de puestos de trabajo en casa. El continente asiático es hoy una absoluta prioridad, lo cual, dicho sea de paso, unido a la recesión que también en Japón se nota, merma considerablemente las posibilidades que tiene Europa de recibir nuevas inyecciones de capital nipón, según coinciden en señalar Y, entre tanto, los jóvenes se quejan de que en las escuelas se les enseña abundante historia medieval, pero se corre un tupido velo sobre los años que van de 1935 a 1945, en un intento de escamotearles lo que fue la realidad de una guerra terrible, que causó 3 millones de muertos japoneses y en la que Japón fue el agresor y el perdedor. A día de hoy, resulta difícil saber cuál de estas dos circunstancias provoca mayor lamento.

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