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ABC MADRID 24-10-1993 página 3
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ABC MADRID 24-10-1993 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 24 DE OCTUBRE DE 1993 ABC LA MALA PORTERA comprueba con los testimonios más fehacientes que el público lo forman una serie infinita de menores que no han alcanzado la edad de razón. La televisión no los educa, los encoragina y exalta. Muchos jovencitps que han tenido la suerte de ser mejor educados que por ella, miran hoy la televisión con el mismo desdén que dispensan a sus hermanos más pequeños: La televisión es cosa de babys nosotros nos distraemos con nuestro ordenador. Si se les aprieta mucho, terminan diciendo: La televisión es cosa de imbéciles. ¿Es posible que programadores y responsables- ellos, que siempre están ojo avizor para cazar las noticias menos importantes- -no se den cuenta de que existe esa corriente antitelevisiva que los condena ya de un modo despiadado? Yo la doy por muy real y muy presente e insisto en que hay un incipiente esnobismo que la denigra y piensa que sólo sirve para entretener a las masas y que las masas son estúpidas y elementales, como siempre han opinado los bienpensantes. ¡Toma lucha de clases! Ahora existe la clase tonta, que sólo ve la televisión. Muchas evaporadas señoritas terminarán diciendo: Yo no pertenezco a la clase tonta, yo me informo por los periódicos, yo no trato con otra televisión que con el monitor de la puerta de entrada. Porque, eso sí, la televisión sirve de portera en todas sus acepciones pintorescas y prácticas. Esta portera de las comunicaciones es igual que una de aquellas tarascas dibujadas por Daumier o por Sancha. Una portera como ya no las hay- las de ahora son bastante más dignas- una destrozona con escobón y gato atizonado, que piensa como una niña subdesarrollada, que es embrollona, acusona y denunciante y es portera porque no ha servido para nada mejor, la pobre mujer. Le interesan los folletines más bobos y terroríficos, cree en las echadoras de cartas y en los milagros de su barrio, le gusta ver abrir o rellenar un socavón y acercarse mucho al atropellado para compadecerlo a gusto- estos son sus reality show En suma es tan crédula y, a veces, tan mala como esas porteras de novela decimonónica, la portera de El primo Pons de Balzac, que era una ladrona. Un figurón de comedia, la tonta del bote. ¡La televisión! Uno se pregunta si eso tiene ya remedio, si es posible sacar a esa niña de una situa- DOMICILIO SOCIAL J. I. LUCADETENA, 7 28027- MADRID DL: M- 13- 58. PAGS. 144 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA A Naturaleza produce demasiadas cosas improcedentes sin pod e r l o r e m e d i a r la N a t u r a l e z a está continuamente produciendo monstruos. Una de las cosas que más me inclinaron a ser autor dramático, fue comprobar que hacer el recuento de lo monstruoso era retratar a la Humanidad con poco trabajo y sacándole mucho parecido. Casi nada de lo que yo he pergeñado es imaginario, sino reflejo trascendido de la vida común. Hay estupideces que no se pueden imaginar y que un buen día se revelan y nos llenan de admiración. ¿Era de pensar que las televisiones se iban a convertir en tenderetes de feria, en barracas para adivinos baratos, en escuelas de grosería, en cursis reuniones en casa de las señoritas de Cachupín? Nunca lo hubiera creído. La televisión es un ente que, al cabo del tiempo, ha caído muy bajo, es una desclasada de los medios de comunicación. He dicho que la Naturaleza produce muchas cosas improcedentes. La televisión, de milagro técnico, se ha convertido en error humano, que no procede, que no es de recibo. Las televisiones, en España- con la pública en cabeza- son hoy un caño ininterrumpido de zafiedad y están produciendo una corriente snob que presume de no ver nunca la televisión, no hace distinguido e interesante, no revela que se tenga otra noble ocupación a la que entregarse, en lugar de presenciar concursos y fiestecillas- guateques- al más viejo estilo, para familias acomodadas en el atraso social. Yo no soy de aquellos, naturalmente; la televisión se ve por la fuerza, no podemos privarnos de tomarle el pulso a la sociedad en cualquiera de sus aspectos y en sus medios de comunicación. Pero ya no me atrae sino para enterarme de las últimas noticias y poner los vídeos que me interesan, que cada vez son menos. Y como yo hay muchos, no somos una minoría, la televisión está perdiendo público. Yo no he pretendido nunca ser una excepción, sé que hablo en nombre de los que se me parecen, que no son pocos como he dicho, que formamos una buena legión activa y opinante. Una idea clara de que la televisión ha perdido una determinada audiencia, es lo mucho que se dice: Vamos a ver las tonterías que ponen hoy en televisión. Se da por supuesto que la televisión emite tonterías en sesión continua, porque esto es ya una comprobación avalada por la experiencia. Por ejemplo, se está seguro, si se le da al interruptor, de que va a salir un mago y un iniciado en la ciencia parapsicológica o un especialista en ovnis o un astrólogo con muchos pelos, entreteniendo a la asamblea con crédulas paparruchas que ya eran viejas en la Edad Media. Se comprueba que la Humanidad no adelanta nada y su cota de primitivismo es todavía agobiante. Cambian algunas formas, algunas maneras- e n las formas y en las maneras tampoco vemos adelanto, sólo novedad- pero el fondo es para elevar los brazos al cielo y pedir a Dios que corrija este desaguisado, que no permita que la Humanidad aparezca como una tonta de chuparse el dedo en un medio de comunicación que es vedette por muchos sentidos. Una vedette con buen tipo, pero atrasada mental. Una furcia pasmada. En la televisión se L ción tan penosa, educarla, instruirla y darle un empleo; colocarla que alterne, que se relacione con menos perdidos y comadres gritonas. La televisión. Porque ahora tan sólo sirve de niñera. Y mala, embaucadora, con ¡deas asesinas y malos ejemplos. Niñera perversa. Niñera y portera y fregona y voceadora de bulos, supersticiones de bruja urbana, malas palabras y mal hablar. Una cosa entre necesaria e incómoda. Alguien tiene que ocupar el chiscón de abajo, el confesionario porteril del embrollo casero y callejero. La televisión, a pesar de su mal carácter y su poca instrucción, algo tiene que hacer, para algo tiene que servir. Aunque es tan bruta y tan elemental, que no se sabe cómo utilizarla. Bien es cierto que, hasta las noticias, las da muchas veces como tergiversadora enconada y tendenciosa y hay que traducirlas al sentido común. Es una insidiosa y engañadora con muchas mañas y recursos. Ya se ve, a pesar de ser tonta. ¿Quién hace caso de esta portera de Arniches? La pobre es un dechado de mal gusto tradicional, lo mismo si se presenta de tricoteuse revolucionaria que de señora de derechas. Nació simple. La televisión. Una individua de tan baja estofa no enseña nada. ¿Quién se pasa el día consultándola como un oráculo? Siempre que nos la echamos en cara nos la encontramos en bigudíes y bata colgona, jugando a las prendas con una vecina rara, una loca que concuerda con ella; nos la encontramos haciendo buñuelos y diciéndonos cómo los hace- e n lo que pasa mucho tiempo- nos la encontramos invocando al espíritu de su primo Telesforo, nos la encontramos asustándose por un bando; finalmente nos la encontramos haciendo todo lo que hace una simplona y una pazguata. Y una estulta y una ordinaria. No es un ente muy presentable. La televisión. EDICION INTERNACIONAL Un medio publicitario único para transmisión de mensajes comerciales a ciento sesenta naciones En un mundo donde la información de otro tipo nos basta y satura, la televisión no añade nada que distraiga y enganche a la gente de una madurez mental sin muchas exigencias, hombres y mujeres corrientes, no a esos troncos alocados de colegio, que se gastan novatadas sombronas, que saltan a la pídola, que no acaban de aprender a bailar, que son unos pobres paletos. ¡Pobres hombres chicos! Dan pena de verdad. Lo mala que es la televisión, como portera inventada por Galdós o pof Dickens, se observa en que maneja a los simples y los mantiene en su simpleza para explotarlos, hace negocios con la credulidad y el halago, hace su bolsa, su gato -l a piel de gato en que guardaban las monedas los tacaños de otrora- -difundiendo, vendiendo los chismes más disparatados, las explicaciones del Universo en conversaciones de rebotica; vende los trapos sucios de quien se le ponga por delante, acoge y alimenta al monstruo, como la Mari Gaila le sacaba provecho al hijo idiota de su cuñada. Es una hipócrita, una taimada, es algo francamente intratable por una persona decente. La televisión. Francisco NIEVA de la Real Academia Española

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