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ABC MADRID 01-07-1993 página 3
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ABC MADRID 01-07-1993 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 1 DE JULIO DE 1993 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA O malo de los defectos españoles es que no son sólo españoles. Para buscar un ejemplo trivial recuérdese la universal execración de la afición española a la lotería, el poner la esperanza en el azar, en vez de confiar en el trabajo asiduo. Pero el mundo entero está lleno de loterías, casi sin excepción, y ejercen una poderosa atracción sobre casi todos los habitantes del planeta. Y ahora el particularismo parece una epidemia de difusión amplísima, de la que pocos se libran, y que en algunos lugares adquiere una virulencia que lo está convirtiendo en uno de los grandes problemas que amenazan la estabilidad y la prosperidad de este fin de siglo, que tan promisor parecía hace muy pocos años, precisamente hasta su aparición fulminante. El núcleo más profundo y certero de España invertebrada el libro que publicó Ortega en 1921, es su análisis del particularismo como dolencia frecuente en nuestro país: el hecho de que ciertos grupos sociales, regiones, clases, profesiones, etcétera, se consideren no como lo que son, partes de un todo, sino todos a los cuales deben subordinarse los demás. Esta tentación es singularmente fuerte en España, y su difusión no debe consolarnos, a menos que seamos demasiado tontos; al revés: los males españoles, cuando son privativos nuestros, no me preocupan en exceso, porque puede uno apoyarse en el resto de Europa, o acaso de Occidente, para superarlos; pero si ese apoyo falta, si lo que se encuentra son ejemplos y estímulos, la gravedad sube de punto. Un español que tenga presente la realidad y no pida peras al olmo tiene que aceptar esa tentación y por tanto cierta dosis de particularismo. Pero lo que empieza a inquietarme no es ese fenómeno, sino la sorprendente tozudez con que se presenta en este verano de 1993. La situación de España es extremadamente difícil. Por cualquier parte que se la mire se encuentran problemas peliagudos y de muy difícil solución. Sería más cómodo y breve enumerar las pocas cosas que funcionan bien, del mismo modo que, según cuentan, los egipcios confesaban los pecados que no habían cometido. Parecería normal que todos se enfrentaran sinceramente con los problemas, buscaran las posibilidades de superación, y se aplicaran a reunir todos ios esfuerzos para intentar salir adelante. Lo que se está haciendo es aproximadamente lo contrario. Cada grupo o grupito- Comunidad autónoma, partido, sindicato, fracción de la economía o representación de intereses- -pone por delante lo que cree que es lo suyo y se desentiende de lo demás. A veces, con extraño cinismo, pretende que todo eso se subordine a lo que ABC cree que es su conveniencia, y que puede muy bien ser un conjunto de manías destructoras. Hay que hacer la excepción de las fracciones de España que de momento guardan silencio, que no se han sumado todavía al paradójico coro de particularismos Pero esa excepción, en principio laudable, empieza a ser también inquietante, porque ya es urgente que los que no son particularistas lo digan, lo muestren, presenten la perspectiva adecuada, y de este modo acaso sirvan de catalizadores para los demás. La situación de España no es muy alentadora, pero no es desesperada; las ha habido mucho más graves, y hemos seguido viviendo y hasta prosperando; pero siempre ha sido mediante un enérgico esfuerzo, que los españoles suelen reservar para el último momento, cuando las aguas llegan al cuello. ¿Por qué no hacerlo un poco antes? Los recursos españoles son muy estimables; sobre todo, los humanos, que se desaprovechan de manera increíble. Sería menester hacer un catálogo de las personas inteligentes y competentes de las que apenas se había; que son desconocidas de la gran mayoría de la población; a las que, por supuesto, no se hace el menor caso, en cuyas manos no se pone la gestión de aquellas parcelas de la vida nacional que podrían orientar eficazmente. No están en ninguno de los círculos particulares o particularistas; no pertenecen a ninguna de las parroquias en que se divide el territorio nacional. En su lugar están otras personas que no entienden una palabra de lo que tienen entre manos- a veces lo confiesan ellas mismas, prometiendo estudiar la cuestión, como si no hubiese nadie que entendiera ya del asunto- pero que tienen una adscripción a cualquiera de los particularismos dominantes. Si de las personas se pasa a las cosas, el panorama es muy parecido. Se reivindican los intereses de cada fracción, cultivos, producciones industriales, pesca, ganadería, DOMICILIO SOCIAL AV DE AMERICA, 124 2 8 02 7- M A D R I D DL: M- 13- 58. PAGS. 128 L LA TOZUDEZ DEL PARTICULARISMO exportaciones, sin preguntarse por la posibilidad de ello, por las exigencias de coordinación, por la necesidad de salvar el conjunto del país, condición inexcusable de la viabilidad de cada una de sus partes, territoriales o sociales. Es impresionante la obstinación con que se repiten diversas cantinelas, como si cada fracción del cuerpo social no tuviese ojos más que para lo que tiene delante, en su inmediato contorno, sin advertir que si se mantiene ese aislamiento no le queda ni la menor esperanza. Se dirá que es muy difícil superar esa tozudez, que agrava indeciblemente una predisposición que se arrastra desde hace siglos, aunque ciertamente con fases de corrección, que han llevado a que España haga unas cuantas cosas de asombrosa grandeza- que los particularistas gustan de olvidar o negar. Creo que hay algún remedio, que costaría poner en práctica, pero que es la única posibilidad de resolver los problemas más apremiantes. Consistiría en el aislamiento de los particularistas. Hay que tomarlos por la palabra y dejarlos reducidos a lo que son- que en general es poca cosa- con sus intereses, sus vanidades o sus manías. ¿Se puede tomar en serio a los que representan las ideas políticas que han tenido el fracaso más espectacular de los últimos dos o tres siglos? ¿Se pueden aceptar, ni siquiera como hipótesis, las fórmulas cuya aplicación conduciría a la agravación de las dificultades presentes, a la quiebra total en pocos meses? ¿No es aconsejable desentenderse de los que se desentienden de todos los demás? Lo decisivo, lo que hay que poner en primer plano, es que los particularistas son relativamente pocos Hablan en nombre de grandes números de personas cuya representación se atribuyen pero que no poseen. Usurpan la actitud de innumerables personas que no comparten ni de lejos la de esos portavoces, pero que no tienen o no saben buscar una representación más fiel. Y habría que proporcionársela, habría que dar voz a los que permanecen callados. Sobre todo es necesario proponer las actitudes que, por tener en cuenta la realidad íntegra, tienen probabilidad de encontrar soluciones. Tan pronto como estuvieran a la vista suscitarían entusiasmo, que es la condición inexcusable para que se pueda hacer algo que valga la pena. En estos días se tiene la impresión de que nadie tiene gana de gobernar; las dificultades pueden desanimar, pero creo que hay algo peor: la irrupción de los particularismos hasta dentro de cada fracción. Urge convocar a los españoles a hacer juntos algo interesante. Julián MARÍAS de la Real Academia Española RANCHO TEZ NO BANQUETES 1 COMPLEJO HOSTELERO L BODAS CONVENCIONES CONSÚLTENOS xfttiUeMtU el Httja Reservas: 747 47 36 Ctra. Barcelona, Km. 12.300 (vía de serviaoi

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