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ABC MADRID 08-04-1993 página 49
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ABC MADRID 08-04-1993 página 49

  • EdiciónABC, MADRID
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JUEVES 8- 4- 93 CULTURA En la muerte de Joaquín Calvo Sotelo A B C 49 Nuestro destino quese apaga E comunican ahora mismo la muerte de Joaquín Calvo Sotelo y experimento no sólo un gran dolor por la muerte de un amigo, sino también el dolor que todos los que nos dedicamos a escribir debemos tener por la desaparición de un compañero de las letras y de un hombre de talento. Sus ideas políticas no fueron las mías, pero eso no debe importar nunca y más aún cuando se admira a la persona. Y yo he admirado siempre en Joaquín su lucidez hasta el final de su vida y su capacidad crítica para percibir la verdad aunque esta pudiera en algún caso no serle de color de rosa. Su obra La muralla que tanta fama le otorgó en su momento, tenía ese valor moral de no hacerse falsas ilusiones sobre las cosas que le eran afines, de las que sabía rechazar sus zonas grises o negras. Así era su persona. La última vez que le vi fue en la Academia. Se hallaba sentado, y con un aspecto retenidamente doloroso. Yo sabía que estaba pasando por una grave crisis de salud. ¿Cómo te encuentras, Joaquín? No te voy a engañar. Me encuentro muy mal. No puedo decir otra cosa Su último libro, aún inédito, fue un poemario. El tema era la muerte y el tono, humorístico. Esa entereza le daba verdadera originalidad, por la complejidad del sentimiento expresado. Patetismo al fondo, y una suave sonrisa estoica por fuera. Tan verdaderos uno como la otra. En el libro se incluye la descripción, llena de sal y buen estilo, de una sesión académica. Su versificación perfecta suponía muchas horas de entrega secreta y apasionada al oficio de poeta. Todos los que Ingenio excepcional OAQUÍN Calvo Sotelo pertenecía a una generación de escritores absolutamente inolvidables para los que llegamos después. Derrochaba un ingenio y un buen humor, presente en todas las facetas de su vida, realmente excepcionales. Calvo Sotelo, que contó siempre con el apoyo incondicional de su mujer, fue una personalidad extraordinaria en el teatro de su tiempo; en él cosechó éxitos inolvidables. También desarrolló una gran actividad como poeta. Nunca perdió, durante su vida, la ilusión ni la esperanza. Antonio MINGÓTE de la Real Academia Española M J Un hombre de argumentos preocupado por la sociedad Joaquín Calvo Sotelo con Alberto Closas, intérprete feliz de uno de los grandes éxitos del dramaturgo, Una muchachita de Valladolid le oímos leer esta composición en la comida llamada del director, que se celebra todos los años en enero, gozamos mucho con el buen hacer de la sorprendente pieza y su rebosante gracia. Que su capacidad de sobrellevar los trances duros con resignación le haya ayudado en las últimas horas. Yo llegué a quererle y a admirarle de veras, y hoy siento luto en mi corazón. Un amigo más que desaparece. Una voz que se apaga: nuestro destino. Carlos BOUSOÑO de la Real Academia Española comienzos de los cincuenta, un autor, Joaquín Calvo- Sotelo, cuando ya empiezan a encararse con la realidad social otros como Buero En la ardiente oscuridad o Sastre La mordaza le plantea a la sociedad el problema de la restitución en toda su crudeza La muralla la restitución precisamente por un capitán del bando vencedor ai expoliado, con todo lo que significa de rehabilitación de los derechos del vencido; un autor que en ese mismo tiempo, antes de que Sastre escriba Le Diable et le Bon Dieu y Les sequestrés d Altona plantea su Criminal de guerra y que ya a finales de los sesenta responde a la moda Brecht haciendo el bur: leseo brechtismo de El inocente ¡Oh Metro urbano, oh Metro, guillotina del pobre... -no se detuvo ante la perspectiva de nuevos cambios radicales en un país tan virevoltante tan giratorio, como el nuestro. Joaquín supo perfectamente que, como decía Tristan Bernard, con quien tiene más puntos de contacto de lo que a primera vista parece, si un individuo persiste en andar derecho entre una multitud zigzagueante será el quien parezca zigzaguear, puesto que es lo que define su carrera de autor: andar derecho al mismo tiempo que los españoles zigzagueaban. Y siguen zigzagueando. ¡De qué modo, amigos! En plena moralina ponía en pie, de la mano de un novelista bilbaíno, a Micaela, gran personaje de comedia, amante simultánea de dos hermanos gemelos, o mostraba con tierno humorismo la estampa- denunciadora- de La muchachita de Valladolid ya tan l e j o s tan lejos de Plaza de Oriente años del gran zigzagueo nacional, con Mihura y Tono jugando a los despropósitos ante el despropósito y Foxá deslumhrándose, deslumbándonos con Baile en Capitanía El daguerrotipo de más de medio siglo de teatro soteliano prohibe creer que el escritor callara por falta de argumentos actuales. Un solo buen argumento vale más que muchos argumentos mejores y Calvo Sotelo fue hombre de argumentos. No había más que oirle chisporrotear en la conversación, en ese arriesgado ejercicio que es la oratoria de sobremesa. A El gran personaje AY un protagonista secreto de toda vida humana: el tiempo. Al que calificamos unas veces de implacable y otras le festejamos, gozosos, pues nos ha prestado buena compañía, severo en ocasiones, en otras complaciente y amable. En este gran amigo, de porte sosegado y siempre discreto, prudente y a la vez apasionado, siempre leal y afectuoso, que se llamó Joaquín Calvo Sotelo, había una preocupación por el tiempo que pasa ¿Quién no la tiene? Cada uno a su manera. Joaquín se situaba para ver pasar el tiempo en una platea de teatro. Yo diría que más bien en un proscenio, quizá con la secreta esperanza de divisar allá entre las bambalinas, junto a los cordajes y demás artilugios que preparan el espectáculo, el truco que nos explique un poco el verdadero sentido de lo que está pasando en la escena. ¿Es que acaso existe en nuestra vida alguna cosa que allá, en el fondo de nuestra alma nos interese más? Calvo Sotelo, autor de excelentes obras hizo que su personaje, el personaje de esa magnífica comedia que no lo parece, que es su discurso académico, fuese Benavente. Se sirvió del celebrado autor que llenó muchos decenios de la vida madrleña y no sólo de la teatral, sino también de la cotidiana, como de un proyector de imágenes que, con el ritmo pausado de un buen narrador, con esa sobriedad que fue una de sus grandes virtudes literarias, nos trazara el panorama curioso y singular de nuestra historia. Juan ROF CARBALLO efe la Real Academia Española H Vida de vocación S particularmente triste saber que ha muerto Joaquín Calvo- Sotelo, porque se van con él ochenta y ocho años de juventud. Hasta el final la había conservado: cordialidad, amor a la vida, sentido de la belleza, ingenio, propensión a reír y a hacei reir. Veintiocho años de compañero en la Academia, siempre sentado en frente, en la gran mesa oval de las sesiones de trabajó? 1 Siempre activo, ocurrente, lleno de cortesía y buen humor, amistoso. Su vocación era el teatro; su afición también porque le gustaba, como tantas cosas de las que sabía gozar. Pero también escribía artículos llenos de acierto y gracia, de esos que el lector no pasa nunca por alto. Y versos, divertidos siempre, a veces con un poso de melancolía que solía disimular con un quiebro. Pienso que ha tenido una vida razonablemente feliz, con un premio extraordinario llamado Giuliana, que ha estado velando por él hasta el final. Y su bondad hace que pueda esperar esa vida en plenitud y para siempre. E Julián MARÍAS de la Real Academia Española Lorenzo LÓPEZ SANCHO

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