Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 05-02-1993 página 3
ABC MADRID 05-02-1993 página 3
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 05-02-1993 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página3
Más información

Descripción

EDITADO PRENSA POR ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 5 DE FEBRERO DE 1993 ABC TOLERANCIA su salvación, añadiendo la posible desesperación a sus otros pecados. La tolerancia y su contrario tienen primariamente un sentido social. Las presiones y vigencias son absolutamente normales. La no admisión de lo que realmente no se acepta en una sociedad no parece intolerancia. La sociedad lo reduce y acota, lo pone en su lugar. La intolerancia va más allá de lo auténtico, un grupo o una persona usurpa el papel de la sociedad entera, y por eso es violencia. Es cuestión de consenso o plena vigencia; cuando esto falta, la imposición o prohibición son intolerantes. Lo más grave es que se dé por supuesto algo que no es evidente ni generalmente aceptado, lo cual es una forma de cinismo. Hoy no se siente como intolerancia el que no se pueda cruzar la calle por cualquier parte, ni que haya que dar cuenta de los ingresos- -pero lo es que no se justifique lo que se hace con nuestros impuestos- nos parecería monstruosa intolerancia la obligación de recibir el bautismo, pero no la de las vacunas, justificadas por una disciplina, la inmunología, menos segura y desde luego más cambiante que la teología. ¿Es esto pura irracionalidad o arbitrariedad? No. Lo decisivo es la existencia de un consenso real, que es fuente de legitimidad. Cuando el consenso falla o se va más allá de sus límites y se lo extiende fraudulentamente, el resultado es intolerancia. Y cuando se trata del Poder, como ocurre tantas veces, la consecuencia es pura y simple ilegitimidad. Este punto de vista permite explicar un extraño fenómeno que se ha repetido mil veces en la historia: la tradicional tolerancia frente al infiel, contrapuesta a la intolerancia para con el hereje, que está mucho más cerca, que discrepa solamente en algunos puntos y comparte todo lo demás. Precisamente por eso: el hereje está incluido en el sistema de v DOMICILIO SOCIAL S E R R A N 0, 61 2 8 0 0 6- M AD R I D DL: M- 13- 58. PAGS. 196 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA S E habla todo el tiempo de tolerancia: es algo que se afirma, se ensalza, se exige; se condena la intolerancia, no se tolera que se sea intolerante- por lo menos, que se diga que se e s- Pero tengo la impresión de que no existe demasiada claridad sobre el sentido de esta palabra, y no llega a haber un concepto que pueda resistir un mediano análisis. Hace nada menos que treinta y dos años, en 1961, en una reunión filosófica en Lake Arrowhead, en California, hablé con cierta precisión sobre lo que es tolerancia, después de haber pensado sobre ello. No recuerdo que se haya recogido por nadie lo que entonces escribí; y como ahora se habla del asunto más que nunca, se me ocurre que acaso no sea enteramente inoportuno recordarlo muy brevemente. No se entiende lo que es tolerancia sin tener en cuenta su contrario, la intolerancia; ésta es el fenómeno primario, y la tolerancia aparece como oposición a ella. Pero no es intolerancia la actitud hostil hacia posiciones, ideas o creencias que se consideran erróneas; se puede discrepar enérgicamente, incluso combatir, sin ser intolerante. Es intolerancia no aceptar la realidad descalificarla, no reconocer su derecho a existir. El que combate al adversario no tiene por qué ser intolerante; lo es si quiere eliminarlo, estorbar su existencia o su expresión, no dejarlo presentar sus razones o argumentos. La actitud frente a la discrepancia en ideas u opiniones rio es la misma que la que afecta a la conducta. Plotino era enemigo de los retratos, y todo el mundo miraría con comprensión esa actitud; pero si viviera en nuestro tiempo y pidiera un pasaporte, lo pasaría mal. El que tiene ideas propias sobre la inmunidad es admisible, pero si se le exige la vacunación, eso es otro cantar. Se puede pensar que el analfabetismo es un estado venturoso, o que es mejor no leer; pero las leyes obligan a ir a la escuela, y eso no parece intolerancia. En cuestiones de religión, campo favorito para la- contraposición de tolerancia a intolerancia, hay que preguntarse cómo se justifica el intolerante que persigue al hereje o al infiel. ¿A quién defiende, a Dios ofendido? Pero ¿necesita Dios que lo defiendan? Y ¿no tolera Él al infiel o al hereje, no le deja ser a reserva de que acaso después lo castigue? El hombre inquisitorial- d e cualquier inquisición- dirá que a quien defiende es al hereje mismo, movido por amoroso interés por la salvación de su alma. Pero esto es hipócrita y falso, porque la ejecución del hereje impenitente comprometía El I5 de Marzo, una nueva especie se introduce en las aguas españolas gencias comunes, mientras que el infiel está excluido de él. Es la misma razón que explica la irritación que nos producen ciertas conductas poco importantes de nuestros vecinos, mientras que no nos irritan otras mucho más graves de los remotos. Si el vecino del tercero le da patadas a su perro, esto nos produce viva irritación; pero ésta falta cuando leemos que el habitante de un remoto país se ha comido a un misionero. La gravedad de esto último es incomparablemente mayor, y nadie lo pondrá en duda; pero nuestra reacción es esencialmente distinta, e inversa a la importancia de la infracción. El problema que hoy se plantea es el de la extensión de eso que llamamos una sociedad Hay las saturadas, que hoy por hoy son las naciones; pero hay otra mucho más amplia, a la cual pertenecemos europeos y americanos- y algunos más- y es la que se llama Occidente. Y los demás países no pertenecen a esa sociedad, pero tienen relaciones constantes con ella y están presentes. En el mundo actual, ¿quién está enteramente fuera Esta es la cuestión. Si recuerdo lo que era el mundo hace tres decenios y lo comparo con el de 1993, encuentro que las diferencias son considerables. Las vigencias se han alterado profundamente; algunas se han desvanecido; otras se han incrementado o se han establecido; su área de aplicación ha experimentado cambios decisivos. Hay que revisar el estado del consenso en diferentes campos y determinar qué es de verdad intolerancia y qué no lo es. Se está deslizando la noción de que todo es equivalente, de que no hay verdad ni falsedad, de que todas las conductas son aceptables y lícitas. Esto es absolutamente erróneo, y se está llegando a que lo que no se tolera es la razón que justifica la verdad o la moralidad de algo. Esta sería la forma más monstruosa de intolerancia, frente a la cual son muchos los que no tienen defensa. La tolerancia exige la verdadera convivencia, es decir, vivir y dejar vivir a los demás, sin negarlos ni silenciarlos ni pretender suprimirlos. Pero con entera libertad para combatirlos, mostrar que no tienen razón, que falsifican la realidad, que niegan los derechos de otros, que pretenden imponer lo que no se puede aceptar. En suma, que ejercen una intolerancia respecto a lo más respetable de este mundo: la realidad y la capacidad de justificar cómo es; en otras palabras, la verdad. Julián MARÍAS de la Real Academia. Española

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.