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ABC MADRID 28-01-1993 página 3
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ABC MADRID 28-01-1993 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO PRENSA POR ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 28 DE ENERO DE 1993 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA E sugerido que en la cubierta de mi último libro, Razón de la filosofía aparezca un fragmento de un cuadro del Greco, el San Ildefonso del Hospital de la Caridad, de Illescas. Este santo, de la época visigótica, vivió en el siglo Vil y fue arzobispo de Toledo. Recuerdo que hace cosa de sesenta años escribió Ortega: Es un clérigo que tiene la nariz en alto, como un podenco de ideas: las huele en su tránsito ingrávido por el aire, y con una pluma que tiene suspendida en la atmósfera, las punza y las clava como mariposas en el papel blanco que tiene sobre la mesa. Yo no recuerdo un cuadro que represente más estrictamente el Pensador. El pensoso duca de Miguel Ángel, es más bien el Preocupado, y el Pensador de Rodin, si piensa, sólo está pensando en el salto de acróbata que va a dar. He deseado poner mi libro bajo la invocación de esa imagen, no sólo porque se trata de un libro de pensamiento, sino porque consiste en su reivindicación. Cada vez estoy más persuadido de que lo más grave que está pasando en los años que estamos viviendo es que la mayoría de la Humanidad- a l menos la Humanidad que conozco decentemente- ha decidido tomarse unas vacaciones en la operación de pensar. Hace ya mucho tiempo que publiqué un libro titulado El oficio del pensamiento y en él me atreví a hacer una pregunta impertinente: ¿Cuánto piensan los intelectuales? Tuve que responder que no demasiado, que hacen antes y con manifiesta preferencia otras cosas: leer libros y artículos- más aún sus títulos- hacer experimentos y estadísticas, asistir a congresos, etcétera. Hay muchas formas de pensamiento, que han ido apareciendo en el curso de la Historia; algunas de ellas pertenecen al pasado; otras perviven, algunas resucitan inesperadamente, cuando se creía que habían desaparecido. En cierto momento de la Historia, en algunos lugares, con eclipses, surgió una forma de particular importancia: el pensamiento filosófico. No ha tenido casi nunca demasiada importancia social; gran parte de la Humanidad no lo ha conocido ni practicado; con frecuencia ha sido visto con malos ojos, desconfianza, hostilidad; esto ha llevado a su persecución en algunas ocasiones, a su abandono en otras, a su suplantación en las peores. Si se mira bien, se descubre que en lo más fecundo algunas formas de pensamiento- e l científico, el técnico- han dependido del filosófico, se han nutrido de él, han alcanzado su rigor y lucidez de la inspiración de esa forma exteriormente menor y en algún sentido, que conviene retener, pobre lo cual es visible ya en los presocráticos, si se los compara con otros escritos no filosóficos. Acaso por eso dice Petrarca: Povera e nuda vai, Filosofía Esa pobreza, que está y debe estar en los antípodas de todo imperialismo -t e n tación de la filosofía en algunos momentos de esplendor social- me parece preciosa. ABC Y desde ella debe fijar un nivel de exigencia del que dependen muchas cosas más. Mi ¡dea de la filosofía es resueltamente visual; hace mucho tiempo que ha dejado de interesarme lo que dice un filósofo cuando no lo está viendo; pero esa visión, tiene que ser responsable en el doble sentido de justificarse y de responder a las preguntas que se plantean, empezando por las que el filósofo se plantea a sí mismo. Esto es lo que casi ha desaparecido del horizonte intelectual de nuestra época: casi nadie justifica lo que dice, y que a veces puede ser verdad. Se leen libros de indudable valor, que podrían ser aceptables si justificaran lo que dicen. Esta es la causa de que mi entusiasmo por el aforismo sea muy limitado: el aislamiento de la afirmación aforística excluye su justificación; y salvo en el caso improbable de que sea evidente, queda fuera del ámbito de la filosofía, incluso si su contenido coincide con el de una tesis filosófica; para que lo sea, tiene que justificarse, es decir, hacer que estemos viendo que efectivamente es así. Hay un aspecto que se suele pasar por alto y que me parece de la mayor importancia. Un enunciado que no sea ficción va acompañado inseparablemente de una pretensión de verdad Una interjección, una pregunta, un deseo, una expansión lírica, carecen de ella; no se puede decir que son verdaderos ni falsos. Esto se puede extender a ciertos enunciados cuando no se refieren a nada real sino a lo ficticio como tal; por ejemplo, en el caso de una novela o una obra dramática- a éstas les pertenece algo bien distinto, pero no menos interesante, que es la verosimilitud estética Una afirmación o negación acerca de algo real pretende intrínsecamente ser verdad, y si no cumple esa exi- DOMICILIO SOCIAL 61 SERRANO, 28006- MADRID DL: M- 13- 58. PAGS. 128 H EL PENSAMIENTO gencia es falsa. Esto es válido para la filosofía, la ciencia, la historia, la biografía, la información. Y esto introduce un criterio decisivo para la valoración. Una obra puramente literaria, un poema o una narración- -y en esto, aunque sólo en esto, coincide con una obra de arte, plástica o musical- -tiene un valor mayor o menor, según su inspiración, acierto y primor de ejecución. Puede quedar por debajo del nivel admitido, pero en principio representa un esfuerzo positivo y le pertenece algún valor, por muy escaso que sea. No sucede lo mismo con un escrito al que corresponde la pretensión de verdad, por exigencia interna de su contenido. Si no la realiza, o en la medida en que no la realice, no es que carezca de valor, sino que tiene un valor negativo. Es algo falso, y por tanto rechazable, que no se puede poner, ni siquiera en un nivel inferior, dentro de lo estimable. Cuando se hacen afirmaciones sobre hechos, es relativamente fácil comprobar si la pretensión de verdad se cumple o, por el contrario, se invierte. Una gran parte de lo que se escribe o se dice con intención histórica pertenece a esta rúbrica; si es así, no es que tenga poco valor, sino que resueltamente le corresponde un valor negativo. Lo mismo sucede con una información falsa, con una biografía que altere la realidad, con una estadística manipulada y alterada. Cuando se trata de formas complejas, en la ciencia o la filosofía, es más difícil determinar la proporción de verdad o falsedad de las afirmaciones; pero esa dificultad no exime de tener presente ese criterio; al contrario, lo hace rigurosamente exigible. Me sorprende que se expongan constantemente doctrinas sin preguntarse siquiera si son verdaderas o falsas; y se elogia a sus autores a la vez que se prescinde totalmente de esa condición. Hoy gozan de gran prestigio público autores de doctrinas o teorías enteramente falsas, y si esto se muestra, lo más probable es que ese prestigio no mengüe, lo cual revela un extrañísimo desinterés por la verdad. ULTIMAS CREACIONES EN JOYERÍA BRILLANTES ESMERALDAS ZAFIROS RUBÍES CASA CENTRAL: CALLE ZARAGOZA 3. (APARCAMIENTO PL. MAYOR) Nada me parece más capaz de poner en peligro eso que llamamos civilización- -voy prefiriendo este término al más usual de cultura- y por eso creo que la empresa más necesaria es devolver al pensamiento su condición propia, sus exigencias constitutivas, y muy principalmente a aquel que sirve de medida a todos los demás y que es su estímulo más fecundante desde que apareció sobre la Tierra. Si esa actitud es la que descubre el maravilloso cuadro del Greco, parece oportuno invocarla y tratar de ajustarse a esa forma de vida que consiste en hacerse, un día tras otro, las preguntas radicales y no aquietarse más que con la verdad justificada y, si se escribe, inteligible y comunicable. Julián MARÍAS de la Real Academia Española

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