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ABC MADRID 19-11-1992 página 3
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ABC MADRID 19-11-1992 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO PRENSA POR ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 19 NOVIEMBRE DE 1992 ABC aceptación; estuvo unida nueve meses de inconcebible intimidad con el Verbo, estuvo al pie de la cruz. Pero no estuvo presente en la última cena. Había profetisas, es decir, predicadoras, ya en el Antiguo Testamento, y en el Nuevo; pero no sacerdotisas, como han existido en otras religiones. Lewis se pregunta por qué. El sacerdote, dice, es primariamente un doble representante: nos representa ante Dios, y a Dios ante nosotros. La mujer puede hacer lo primero; la dificultad afecta a lo segundo. No es que sea menos santa, o menos caritativa, o más estúpida que el hombre. Una buena mujer puede ser semejante a Dios pero no es claro que Dios pueda ser semejante a una buena mujer se dice Padre nuestro que estás en los cielos y no Madre nuestra la segunda persona de la Trinidad se encarnó en un varón, Hijo (no Hija) de Dios; se interpreta la unión mística de Cristo con la Iglesia siendo él el esposo, y no al revés. DOMICILIO SOCIAL 61 SERRANO, 28006- MADRID DL: M- 13- 58. PAGS. 144 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA UERA de la lengua inglesa no es demasiado conocido C. S. Lewis (1898- 1963) Adelantaré mi opinión de que es el escritor inglés más interesante de este siglo: tenía todas las virtudes británicas, que no son pocas, sin los defectos habituales, que no son menos. Profesor en Oxford y Cambridge, admirable conocedor de las literaturas de la Edad Media y el Renacimiento, teórico del amor, autor de libros para niños (y los que no lo son) de novelas de ciencia- ficción de insólita profundidad, fue sobre todo un pensador religioso y teológico excepcionalmente lúcido y hondo. F UNA OPINIÓN ANGLICANA a su a l c a n c e y por tanto a su legitimidad: ésta termina cuando se llega a la verdadera realidad de las personas, no a sus relaciones de convivencia en los asuntos políticos. El olvidar esto es lo que abre el camino a todos los totalitarismos, y muy en especial a los que no se consideran tales porque están consagrados por el sufragio (se entiende por el sufragio para otras cosas y otros fines) Dios no es biológico, y como tal no tiene sexo, dice Lewis, pero ha enseñado a los cristianos a pensar en Él, hablarle así y verlo como Padre. Dentro del cristianismo, las cosas son así, y si se alteran se altera la religión. Hay elementos opacos de los que no se puede prescindir. Es un privilegio, o una carga, que el sacerdocio corresponda a los varones, encargados de representar al Señor (provisionalmente, hasta la Parousía o futura venida de Cristo, añade) Los hombres son con frecuencia muy malos sacerdotes, como son muchas veces Lewis era un autor excepcionalmente malos maridos, pero las cosas no se arreresponsable, que no confundía el ingenio con la frivolidad; su enorme cultura lo li- glan invirtiendo los papeles. braba de la ostentación y la pedantería; su La fábrica o el partido político- -dice Leprofunda religiosidad lo mantenía lejos de wis- son creaciones artificiales; en ellos no la incomprensión y la intolerancia. He leído se trata de seres humanos en su integria C. S. Lewis durante muchos años, y creo dad, sino con aspectos parciales de ellos. Por eso se pueden modificar y alterar seque el día que penetre de verdad en otros gún la voluntad o la conveniencia. Cuando ámbitos lingüísticos significará un descubrise trata de las personas como tales, en su miento decisivo. realidad entera, no se puede experimentar Las noticias recientes sobre la decisión y hacer lo que gusta, ni se puede decidir de la Iglesia anglicana de aceptar la ordepor votos. Y al decir esto, en rigor Lewis innación sacerdotal de mujeres me ha hecho troduce lo que debería ser una norma decirecordar un artículo que Lewis escribió en siva de la democracia, la que pone límites la revista Time and Tide en 1948, Priestresses in the Church? Me pregunto si los anglicanos han leído o recuerdan las reflexiones que le suscitó lo que entonces era una propuesta cuyo éxito le parecía improbable. Pensaba que sería una ruptura con el pasado, que dificultaría las relaciones con otras iglesias y que dividiría o desgarraría la de Inglaterra. Pero añadía que su preocupación era más teórica. EDICIÓN INTERNACIONAL Lewis está persuadido de que las mujeres no son en modo alguno inferiores a los Un medio publicitario único hombres, que pueden hacer casi todas las para transmisión de mensajes cosas que éstos hacen, y muchas mejor. comerciales a ciento sesenta La Edad Media llevó su reverencia por una naciones mujer, la Virgen María, hasta lo más alto imaginable; la Encarnación dependió de su Ateo en su juventud, cuando dejó de serlo perteneció a la Iglesia anglicana, la Church of England; pero su actitud se refleja en el título de uno de sus libros: Mere Christianity Mero cristianismo no insistió en lo diferencial, sino en el torso común; si un católico lee a Lewis, se siente en casa probablemente a un anglicano le pasa lo mismo. Escribió un libro, lleno de agudeza e ingenio, The Screwtape Letters (en español, Cartas del diablo a su sobrino The Problem of Pain El problema del dolor The Four loves Los cuatro amores The Abolition of Man La abolición del hombre y dos libros autobiográficos, Surprised by Joy donde da una visión escalofriante de la educación inglesa hasta que llega a Oxford, y aun así... y A Grief Observed impresionante relato de la desolación causada por la muerte de su mujer. En la Iglesia, dice Lewis, estamos tratando con varón y mujer no meramente como hechos naturales, sino las sombras vivas y tremendas de realidades que están absolutamente más allá de nuestro control y en gran parte más allá de nuestro conocimiento directo Me pregunto qué pensaría C. S. Lewis si su vida se hubiese prolongado hasta nuestros días. Tenía un vivo sentido de lo sacro tan perdido hoy, y a veces- o acaso principalmente- entre los que tratan de religión. Empieza a ser frecuente que muchas personas declaren no creer en la Trinidad, en la Encarnación, en la divinidad de Cristo, en su resurrección o en la de los hombres todos. Es lícito, por supuesto, y a nadie se debe perseguir, ni siquiera desdeñar, por no creer en tales cosas. Lo que no parece aceptable es que se llamen cristianos, porque simplemente no lo son. Al no serlo están en su derecho y pueden tener plena dignidad; al usurpar ese nombre cometen una falsedad y provocan la confusión. Lo más curioso es que esta situación se produce principalmente ahora, cuando no hay obligación externa de profesar la religión cristiana- n o podría decirse lo mismo de otras- cuando el profesarla no acarrea ventajas, sino más bien inconvenientes. És decir, cuando no hay motivos para fingir una adscripción religiosa, una fe que no se tiene. Si uno se pregunta por la motivación de esas extrañas actitudes, se puede pensar en el deseo de confusión, de que no se sepa muy bien de qué se trata y cuál es el contenido real de la condición que se ostenta. Pudiera ser, y esto sería aún más grave, que existiera una voluntad de llegar a una demolición o destrucción del cristianismo desde dentro Haría pensar en esta hipótesis el entusiasmo con que se adhieren a esas tendencias los que proclaman abiertamente que no son cristianos; los que, por tanto, deberían ser ajenos a sus problemas o a sus requisitos. Lo correcto y decenté es preguntarse por la realidad efectiva de las posiciones que se dice representar, y ver si en efecto responde a la representación. En otras palabras, hacer lo que en otros tiempos se hacía, sobre el mostrador de las tiendas, con las monedas de plata, para ver si verdaderamente lo eran o sólo en la apariencia y la leyenda del cuño. Julián MARÍAS de la Real Academia Española

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