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ABC MADRID 02-07-1992 página 3
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ABC MADRID 02-07-1992 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO PRENSA POR ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 2 DE JULIO DE 1992 IEMPRE he sentido particular atraeción por Leibniz, una de las mentes más claras de la Historia. Leí la Monadología y otros escritos suyos a los diecisiete años, en un curso de Zubiri. Hace exactamente medio siglo traduje y comenté largamente su Discurso de metafísica Y cada vez que vuelvo a sus páginas encuentro un rigor, una claridad, una veracidad que sirven de consuelo y casi de antídoto a buena parte de lo que se imprime y circula en nuestro tiempo. Gottfried Wilhelm Leibniz nació en 1646 y murió en 1716. No publicó demasiadas obras en vida; de sus dos grandes libros, sólo uno, la Teodicea El otro, Nouveaux essais sur l entendement humain tuvo un curioso destino. Lo escribía para discutir las ideas de John Locke en su famoso Essay on Human Understanding publicado en 1690, difundido por toda Europa en la traducción francesa de Pierre Coste. Mientras Leibniz escribía, murió Locke en 170 4, y la delicadeza del filósofo alemán le impidió publicar su obra, que no apareció hasta la edición de Raspe ¡en 1765! Me pregunto si la historia del pensamiento europeo, y de Europa entera, hubiese sido la que fue si la obra de Locke, tan influyente sobre todo en la Ilustración francesa, se hubiese contrastado con el pensamiento leibniziano. Cuando este libro apareció, y por cierto dentro de una colección de obras, su autor llevaba muerto medio siglo y habían pasado demasiadas cosas. Lo que me interesa recordar es que en el primer decenio del siglo XVIII Leibniz había previsto lo que podría suceder hasta el final. Recordemos algunas fechas. Cuando Leibniz escribía su libro llegaba al final de su vida Pierre Bayle, el famoso autor del Dictionnaire historique et critique Voltaire era todavía niño, y Montesquieu muy poco más; Rousseau aún no había nacido. Pero cuando se publicó, todos ellos estaban en su esplendor, gozaban del máximo de influencia, con D Alembert y Diderot, y la Enciclopedia se iba difundiendo por toda Europa. Leibniz piensa que la equidad obliga a épargner les persónnes a salvar su dignidad y buena intención, pero la piedad exige determinar dónde reside el mal efecto de sus opiniones, cuando son nocivas y erróneas. Éstas pueden ser sostenidas por personas irreprochables, y cita a Epicuro y Spinoza. Pero añade que esto no suele ocurrir en sus discípulos e imitadores, los cuales, sintiéndose libres del temor de una providencia vigilante y de un porvenir amenazador, sueltan la brida a sus pasiones brutales y vuelven su ingenio a seducir y corromper a los demás; y si son ambiciosos y de una naturaleza un poco dura, serán capaces por su placer o su prosperidad de prender fuego a las cuatro esquinas de s FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABC DOMICILIO SOCIAL s E R R AN 0 6 1 2 8 0 06- M A D R I D DL: M- 13- 58. PAGS. 136 LA PREVISIÓN DE LEIBNIZ trucción, el olvido o la suplantación de la historia, todo eso iniciado en a q u e l l a la tierra, como los he conocido de este época y llevado hoy a su culminación, ha temple- añade Leibniz- a quienes la significado un fantástico factor de empobrecimiento. muerte ya ha arrebatado. Pero es probable que se piense en la Y todavía añade: Incluso encuentro que opiniones semejantes, insinuándose pérdida del pasado. Así es, pero no es lo poco a poco en la mente de los hombres más grave. La hostilidad contra lo pretédel gran mundo, que influyen a los de- rito va contra la realidad- l o que ha sido más, y de los cuales dependen los asun- yéTTgíán parte sigue siendo- y se contos, y deslizándose en los libros de vierte en seguida en hostilidad contra la historicidad que es la condición intrín moda, disponen todas las cosas para la seca del hombre. La consecuencia inevirevolución general de la que Europa está table es la anulación del futuro, del poramenazada, y acaban de destruir lo que venir; la destrucción del pasado sería lo todavía queda en el mundo de los senti- menos importante si no llevase dentro la mientos generosos de los antiguos grie- obturación del horizonte de la vida. gos y romanos, que preferían el amor de Se dirá que esto es una ocurrencia rela patria y del bien público y el cuidado ciente, a la que han dado inmerecida rede la posteridad a la fortuna y hasta a la sonancia los medios de comunicación; vida. Estos publiks spirits como los lla- pero no es así. Tan pronto como se insman los ingleses, disminuyen extremada- taló en las mentes el espíritu revoluciomente, y ya no están de moda; y más nario, destruyó la visión de la Historia, incuando cesen de estar sostenidos por la cluso- paradójicamente- en los que hibuena moral y la verdadera religión, que cieron avanzar esta disciplina. Voltaire, autor de uno de los libros que contrila misma razón natural nos enseña. Este pasaje leibniziano no tiene des- buyeron a ello, anuló su propia creación, perdicio y asombra por su perspicacia. no sólo por fanatismo y falta de veraciEste hombre, formado en el gran siglo dad, sino por algo aún más profundo: un creador, el XVII, se da cuenta de la dife- naturalismo que desconocía lo que la Historia tiene de innovación, rencia entre los hombres que han pen- miento de realidades nuevas. de alumbrasado por sí mismos- -incluso con error- -Un paso más fue la pasión por lo dey los imitadores y continuadores: está viendo lo que había de ser la Ilustración, finitivo desde la creencia en el prosobre todo en Francia, antes de que em- greso seguro y automático- Turgot, Condorcet- hasta el Resultado final pezara. Señala la frivolidad de los que con el que Hegel cierra la historia de la están dispuestos a prender fuego al filosofía, el estado positivo de Auguste mundo entero si les gusta o les con- Comte, después del cual no habrá otro, viene; ve que se trata de las grandes fi- o la solución definitiva del comunismo tal guras prestigiosas y de moda que se como lo concibe Marx, después del cual insinúan en los libros que tienen el favor no habrá nada distinto. social, y prevé la amenaza de una revoLa idea de evolución como desarrolución general en Europa con ochenta llo o despliegue de lo ya existente en años de anticipación. forma larvada o implícita, fue la trampa Lo que se lleva a cabo desde media- naturalista que consumó la negación de dos del siglo XVIII fue la supresión de lo la condición siempre abierta, innovadora, existente, para empezar en cero. La acu- casi creadora de la condición humana. mulación de la historia, que hace que el En el fondo, se trata de reducir lo suhombre sea esencialmente heredero- e s perior a o inferior, en todos los órdenes, decir, lo contrario de un primitivo- el la negación de lo que se eleva sobre los depósito de las experiencias milenarias, niveles más bajos de realidad- e s decir, incluidos los errores, constituye la ri- de lo que es más real- para hacerlo inqueza de la condición humana. La des- gresar violentamente en aquello que no es. Personalmente me asombra la facilidad con que el hombre de nuestra época admite la destrucción o disipación de lo más real que conocemos: una persona humana, yo, tú. Cuando se atribuye la paternidad de estas actitudes a tal o cual fuerza o partido contemporáneo, se cae fácilmente en un error. Ha habido diferentes equipos que, con varios pretextos, han ¡do EDICION INTERNACIONAL tomando el relevo en la misma empresa: la degradación de lo real, lo que suelo llamar rencor contra la excelencia PaUn medio publicitario único rece evidente que Leibniz vio brotar esta para transmisión de mensajes actitud hace muy cerca de tres siglos. comerciales a ciento sesenta naciones Julián MARÍAS de la Real Academia Española

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