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ABC MADRID 17-05-1992 página 62
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  • EdiciónABC, MADRID
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62 A B C BEATIFICACIÓN DE MONSEÑOR ESCRIVA DOMINGO 17- 5- 92 Sed amigos sinceros y realizaréis Desde los primeros años de la fundación del Opus Dei, Escrivá de Balaguer fue poniendo por escrito algunas de sus intuiciones, especialmente con motivo de acontecimientos importantes. Una de esas ocasiones fue el Vaticano II. El 24 de octubre de 1965, pocas semanas antes de que Pablo VI clausurara la AsamLa lengua, la conversación del que busca a Dios es como argentum electum (Prov. 10, 20) como plata de primera calidad. Porque las palabras del hombre justo erudiunt plurimos dan formación y luces claras a los hombres de buena voluntad; sólo los que no quieran recibir esa ciencia de Dios y la rechacen, in cordis egestate morientur (Prov. 10, 21) morirán en la pobreza de su corazón rebelde a la gracia divina. Asistimos hoy, hijas e hijos míos, a una serie de fenómenos religiosos y sociales que, si no son del todo nuevos, presentan características muy propias de la sociedad de esta segunda mitad del siglo XX. Los problemas de todo tipo tienen un ámbito genneralizado, mundial; hay una mayor sensibilidad para los males sociales: para las guerras, para las injusticias, para todas las formas de intolerancia. Ha cambiado el mundo y, quizá como resultado de los dos últimos conflictos mundiales, se va extendiendo la necesidad de una mayor concordia. No se desea- a l menos así se dice, aunque luego la realidad haga a veces dudar de la seriedad de esas intenciones- no se desea, repito, erigir fronteras, ni atrincherarse cada uno en sus propias posiciones. El ideal es comprenderse, entenderse; con una palabra que parece resumirlo todo: el ideal es el diálogo Los primeros Doce- para predicar el Evangelio- tuvieron una conversación maravillosa con todas las personas a las que encontraron, a las que buscaron, en sus viajes y peregrinaciones. No habría Iglesia si los Apóstoles no hubieran mantenido ese diálogo sobrenatural con todas aquellas almas. Porque el apostolado cristiano no es más que eso: ergo fides ex auditu, auditus autem per verbum Christi (Rom. 10, 17) ya que la fe proviene de oír, y el oír depende de la predicación de la palabra de Jesucristo. ¡Qué bien lo entendieron las primeras generaciones cristianas, de las que tanto me gusta hablar, porque son como un modelo de nuestra vocación! No vivieron más que pensando en Cristo, dando sus vidas para extender la buena nueva. No sin orgullo cuenta Orígenes cómo el pagano Celso reprochaba a- Ioscristianos su celo: ¡hasta los artesanos desarrollan una gran actividad para difundir el Evangelio! (cfr. Orígenes, Contra Celsum 1, III, c. 55) Pero deben tener buena preparación doctrinal, además del celo y de la lengua, si han de ser eficaces. Hace ya muchos años, más de treinta, para expresar esa misma realidad empleé una frase que algunos, faltos de vfsión sobrenatural y sobrados de visión humana, no fueron capaces de entender. Escribí que todo cristiano debe sentirse caudillo, llamado por Dios para llevar a las almas hacia la santidad. Todos: los grandes y los pequeños, los poderosos y los débiles, los sabios y los sencillos. Cada uno en su sitio, debe tener blea, monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer redactó una larga carta en la que traza las líneas maestras para la genuina aplicación de una de las decisiones más importantes del Concilio: el diálogo que la Iglesia decidía emprender con los católicos y los no cristianos, cuyo texto inédito publicamos a continuación. ad Laetam los cristianos no nacen, se hacen, escribía San Jerónimo. Hay que aprender a vivir según Cristo, hay que aprender a tratar a las gentes como las trataba Jesús. No es tarea fácil- imposible sin la gracia de Dios- hacer realidad en nuestras vidas la vida de Cristo. Es necesaria la gracia divina y- de nuestra parte- la humildad, el esfuerzo, el examen. Es necesario sobre todo que contemplemos al Maestro, que, en la intimidad de la oración, confrontemos su vida con la nuestra. Al invitaros a que cumpláis con valentía vuestra tarea de apóstoles, de cristianos en medio del mundo, os pido que aprendáis a hacer esa labor en la escuela de Cristo. Quisiera, mos todos, hijas e hijos míos, apoyarnos los unos en los otros, para recorrer así el camino de la vida, convertir en realidad nuestras ilusiones, superar las dificultades, gozar del producto de nuestros afanes. De ahí la enorme importancia, no sólo humana sino divina, de la amistad. Os lo repito una vez más, como lo vengo haciend desde el comienzo de nuestra Obra: sed amigos de vuestros amigos, amigos sinceros, y realizaréis así un apostolado y un diálogo fecundos. En este ayudarse los unos a los otros ocupa un puesto importante el contribuir a conocer, a descubrir, la verdad. Nuestra inteligencia es limitada, sólo podemos- c o n esfuerzo y dedicación- llegar quizá a distinguir una parcela de la realidad, pero son muchas las cosas que se nos escapan. Una manifestación más de la solidaridad entre los hombres es hacer comunes los conocimientos, participar a los otros las verdades, que hemos llegado a encontrar, hasta constituir así ese patrimonio común que se llama civilización, cultura. Este diálogo nó siempre es fácil, porque pueden chocar entre sí las opiniones; pero aún ese mismo choque constituye una forma más de razonar, que nos ayuda a discurrir, pues nos recuerda que podemos equivocarnos, y que a veces pensamos tener la razón, cuando sólo tenemos una explicación relativa. Un objeto que para unos es cóncavo, para otros es convexo os he repetido con frecuencia. Son muchas las cosas que dependen deljDunto de vista, y es necesario que esos puntos de vista, esas verdades parciales, se vayan sumando para llevarnos paso a paso a una amigable conversación constructiva, que se extiende a través de las generaciones y conduce a profundizar en la verdad. Por eso he dicho tantas veces que es poco sensato tener prejuicios irremovibles, que no somos como los ríos, que no pueden volverse atrás. Hay que estar siempre dispuestos a una investigación abieta: en las cosas temporales, hay que huir de las fórmulas rígidas y prefijadas. Conviene defender, dentro de los límites de la moral y de la fe, la autónoma libertad del pensamiento, porque no se puede recortar la libertad del que trabaja Monseñor Escrivá reflejó en numerosos escritos sus enseñanzas para formar a los miembros del Opus Dei la humildad y la grandeza de ser instrumento de Dios, para anunciar su Reino. Porque el Señor envió así a los suyos: id y predicad, diiciendo: se acerca el Reino de los cielos (Matth. X, 7) La Iglesia ha ofrecido siempre la buena nueva a los hombres, invitándolos a un diálogo en nombre de Dios. Y hoy la Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo en que le toca vivir. La Iglesia se hace palabra. La Iglesia se hace mensaje. La Iglesia se hace, coloquio (Pablo VI, Ecclesiam suam Para que cumpláis como es debido la parte que os corresponde en la misión de la Iglesia, hace falta que no olvidéis el ejemplo de Cristo. No hay verdadero diálogo cristiano, si no es reproduciendo el modo de ser y de obrar del Señor. El ejemplo de Jesucristo nos lleva a dialogar; ese mismo ejemplo nos enseña cómo hemos de hablar con los hombres. Fiunt, nos nascuntur christiani (San Jerónimo, Ep. 197 por eso, que teniendo ante los ojos ese divino modelo, repasáramos juntos, hijas e hijos míos, algunas de las características que hacen que el trato humano sea un diálogo cristiano. El hombre dialoga siempre: en la calle, en el Metro, en el tren; con sus amigos, con sus parientes, con los compañeros de profesión o de oficio; con los conocidos o con los desconocidos, a los que encuentra casualmente. Es muy íntima esa necesidad de comunicarse, de hablar con los demás. Dios ha hecho al hombre de tal manera que no puede dejarde compartir con otros los sentimientos de su corazón: si ha recibido una alegría, nota en él una fuerza que le lleva a cantar a sonreír, a hacer- d e l modo que sea- que otros participen de su felicidad; si es el dolor lo que invade su alma, aspira también a que haya a su alrededor un ambiente de silencio que le recuerde que los demás le comprenden y le respetan. Necesita el hombre, necesita-

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