Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 19-12-1991 página 3
ABC MADRID 19-12-1991 página 3
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 19-12-1991 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página3
Más información

Descripción

EDITADO POR PRENSA ESPAÑOLA SOCIEDAD ANÓNIMA 19 DICIEMBRE 1991 FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA los cuatro siglos de la muerte de San Juan de la Cruz se ha hablado y escrito copiosamente sobre él. Seguramente tanta atención hubiera sorprendido a aquel fraile modesto, cuyas obras tardaron tanto tiempo en imprimirse- tengo la primera edición, de 1618, veintisiete años después de su muerte- Ahora se le ha estudiado desde innumerables perspectivas. Desearía que fuese leído por los que antes no lo habían hecho, releído por sus viejos lectores. Para un autor, y creo que por muy santo que sea, lo que importa es tener lectores más que estudiosos. No conozco más que una parte de lo que con ocasión del centenario se ha dicho, y no puedo asegurar que haya faltado lo que personalmente no he encontrado. Me refiero a un aspecto que me parece decisivo en la poesía de San Juan de la Cruz y que señalé hace ya siete años en mi libro Breve tratado de la ilusión Claro que San Juan no usa esta palabra, que en su tiempo tenía aún el sentido negativo que conserva en todas las lenguas que conozco: engaño, irrealidad, a veces burla o escarnio. De las ilusiones del demonio sí se hablaba en el siglo XVII, y siempre de lo ilusorio de los ilusos de lo engañoso que es hacerse ilusiones Hasta la época romántica- y sólo en español, que yo sepa- no adquirió esa palabra el maravilloso sentido positivo de tener ilusión por algo o, sobre todo, por alguien; es estar, o más aún vivir, ilusionado En la poesía de San Juan encontramos- sin el nombre, claro- uno de los ejemplos más intensos y vivaces de ilusión, precisamente aquella que tiene que ver con la ausencia y la presencia. Una de las formas supremas de la ilusión es la presencia henchida de futuro aquella que pide y promete continuidad, camino o progreso hacia lo mismo- o hacía sí mismo- La mera expectativa o anticipación es ya ilusión, ciertamente; pero incluye un elemento de quejumbre, de privación. ¿Y la realización, el cumplimiento? Depende: si significa término o conclusión, sustituye la ilusión por otra cosa bien distinta y que puede anularla: la satisfacción La forma plena de la ilusión reclama ir más allá de la expectativa y llegar a la presencia; pero no cualquiera, sino la presencia que no acaba Estos diversos estadios aparecen de manera prodigiosa en la poesía de San Juan de la Cruz. Voy a recordar unas breves citas que ya consideré en el libro mencionado. Con tres breves fragmentos basta para ABC ver lo que podríamos llamar el recorrido de una escala de ilusión: ¡Ay! ¿quién podrá sanarme? Acaba de entregarte ya de vero. A o quieras enviarme de hoy más ya mensajero, que no saben decirme lo que quiero. Y todos cuantos vagan de ti me van mil gracias refiriendo, y todos más me llagan, y déjame muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo. Creo que este verso admirable, un no sé qué que quedan balbuciendo tembloroso, casi tartamudo, comunica con increíble fue za esa vivencia de la ilusión todavía incumplida, de la presencia anunciada, pero que permanece reducida a ausencia. Un paso más encontramos en cinco versos trémulos, que son ya la presencia efectiva, la ilusión que se realiza: Cuando tú me mirabas, su gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso merecían los míos adorar lo que en tí vían. Y todavía falta la culminación de la presencia ilusionada, en que los dos términos de esta expresión se conservan y potencian sin anularse ni destruirse: Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura; mira que la dolencia de amor, que no se cura sino con la presencia y la figura. El pensamiento no ha entendido bien lo que es la aprehensión de la realidad, sobre todo porque ha desatendido en casi toda su historia a lo que exigen las realidades humanas; mejor aún sería decir, y muy especialmente en este caso, las realidades personales Y, claro, siempre humanas, por lo menos por parte del que las aprehende. Cuando se trata de estas realidades, la aprehensión es progresiva y, en principio, inacabable. Por eso, la presencia no DOMICILIO SOCIAL S E R R A N 0, 61 2 8i0 0 6- M A D R I D DL: M- 13- 58. PAGS. 144 A LA ILUSIÓN EN SAN JUAN DE LA CRUZ La Casa Cartien y y lh f í i, I. fl- 1 Ji es el término o acabamiento, sino el comienzo de su plenitud. Precisamente desde la presencia y partiendo de ella se. inicia un interno crecimiento, una intensificación. Se avanza hacia la realidad ilusionante- lo más claro es pensar en la persona que nos ilusiona- hasta llegar a la presencia. Pero ésta no significa, no tiene que significar, una detención. Al contrario, debe ser el comienzo del avance dentro de esa realidad. La realidad, y desde luego la realidad personal, es inagotable, incluso la humana, finita y limitada; no digamos si se trata, como en San Juan, de la realidad divina. Si nos atenemos a aquello de que tenemos experiencia inmediata, la relación con personas humanas, si queremos aclarar la ilusión que pueden suscitar en nosotros, creo que habría que hacerse una pregunta que casi nunca se formula y cuya falta es una de las causas principales de error y frustración. Se habla de logro o fracaso de las relaciones entre personas. Para entenderlas, para hacer más probable el acierto, habría que empezar por responder a esta pregunta: ¿qué se pretende en cada caso de una persona? Muchas veces se llama desilusión a la inadecuación de la ilusión proyectada sobre alguien. Es decir, la confusión acerca de lo que realmente se pretendía de esa persona. En gran parte, esa confusión viene de los angostos esquemas de que se dispone, de la reducción a unos cuantos de la prodigiosa variedad de pretensiones que podemos ejercer respecto de otra persona; y no menos de lo que podemos ofrecerle, de lo que nuestra realidad posee- o puede imaginar, inventar, crear -para adivinar, anticipar, acaso estimular y hacer brotar sus propias pretensiones. San Juan de la Cruz pensaba en Dios y en el amor divino; pero tenía que sospecharlo, desearlo, pregustarlo desde su condición humana. Tenía que echar mano de lo que conocía, de la ilusión que como hombre le era conocida- aunque no la nombrase con esa palabra- y todo ello lo expresaba con las palabras y los giros de la lengua, a la que somete a ciertas torsiones que rozan la anomalía para forzarla a decir lo que no se puede decir, lo inefable. Pero, por debajo de lo que no se alcanza y de los artificios literarios con que se ayuda para ir más allá de lo posible, me parece evidente que vive y escribe instalado en esa prodigiosa posibilidad que en español llamamos ilusión. Julián MARÍAS de la Real Academia Española

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.