Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 01-12-1991 página 60
ABC MADRID 01-12-1991 página 60
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 01-12-1991 página 60

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página60
Más información

Descripción

II ANALISIS LA BOMBA DEL SIDA 1 de diciembre 1991 Las lecciones de la historia E S un tópico repetir que la historia es magistra vitae También se ha dicho que quién no aprende de la historia, está condenado a repetir sus errores. En el fondo, la historia es una sucesión de errores. Y ello porque la razón humana aprende siempre mediante el procedimiento de ensayo y error trial and error Sólo errando es posible descubrir la verdad. La sabiduría de la historia está en sus errores. La historia escribe recto con renglones torcidos. Por eso es de sabios aprender del pasado. Todo esto viene a propósito del sida. Para el historiador de la Medicina ésta es una enfermedad apasionante, de la que pueden aprenderse muchas y profundas lecciones. El sida funciona exactamente igual que las demás epidemias históricas. consumir agua que carezca de cierto control higiénico. Mediante las epidemias hídricas, el hombre aprendió a tener respeto al agua. No toda agua es bebible. Al agua no se le puede perder el respeto. E L siglo XX tiene también sus epidemias. Dos son las más significativas, tanto por la incidencia como por su gravedad. Una es la epidemia de hepatitis B. Otra, la epidemia de Sida. Ambas tienen una característica común, su transmisión hemática. Si las epidemias clásicas fueron de transmisión sólida, y las del siglo pasado de transmisión hídrica, éstas se transmiten por la sangre. De este modo, la sangre se nos ha convertido, por primera vez en la historia, en problema higiénico. Nunca ha existido una auténtica higiene de los fluidos sanguíneos. Tampoco en nuestro siglo. Todos hemos sido testigos del modo irresponsable y despreocupado como en nuestra sociedad se trata la sangre. Cuando tenemos una herida, la limpiamos con saliva. Los niños mezclan sus sangres para establecer pactos de hermandad entre ellos. Y en todas partes, sean casas o centros sanitarios, las manchas de sangre se lavan con agua, en la idea de que se trata más de un problema estético que propiamente sanitario. De todas ha extraído el hombre importantes enseñanzas. Las epidemias son enfermedades transmisibles, en las que un mis croorganismo pasa del portador enfermo a los sujetos sanos. Ese contagio se realiza en diferente manera según sean los agentes causales, y ello permite dividir las epidemias en varios grupos. Hay epidemias de transmisión sólida. El caso más clásico es el de la peste bubónica, que se transmitía por el contacto o la proximidad de roedores y pulgas. De esas epidemias sólidas el hombre aprendió una profunda lección; a saber, la necesidad de establecer distancia respecto de ciertos animales, como las ratas y los ratones, y de cuidar el aseo corporal y la higiene de la vivienda. E Pese a los continuos mensajes científicos sobre los verdaderos riesgos de contagio del VIH, el rechazo social ha convertido a los enfermos de sida en los grandes apestados del siglo XX. De América vino la fiebre amarilla y del Oriente la gran epidemia del siglo XIX, el cólera morbo asiático. Ante ellas, los hombres comenzaron extremando las medidas higiénicas que tan buenos 1 resultados les habían dado en el caso de la peste bubónica: cuarentenas, etcétera. Todo fue inútil. La enfermedad siguió impertérrita su curso ante el asombro y la consternación del mundo entero. Hizo falta un siglo para que los hombres se dieran cuenta de que era preciso poner a punto una nueva higiene, la higiene de las aguas. Fue entonces cuando se llevaron a cabo las grandes obras de canalización de aguas y evacuación de excretas de las ciudades. Desde que el hombre aprendió esto, nadie se atreve a L A cultura sanitaria tradicional; es decir, el aseo del cuerpo y de las ropas, el cuidado de las viviendas, etcétera, fueron enseñanzas que el hombre aprendió al precio de mucho sufrimiento, causado por las grandes empidemias antiguas y medievales, en especial la peste bubónica. A partir del siglo XVIII las epidemias de transmisión sólida retrocedieron hasta prácticamente desaparecer, a la vez que tomaban la iniciativa otras que, por el contrario, tenían la característica común de transmitirse por el agua. Es lógico que asi sucediera, ya que la mayor higiene de los cuerpos sólidos impedía la aparición de otras epidemias que no fueran éstas. N la medicina occidental no ha existido nunca una auténtica higiene de los fluidos sanguíneos. Sólo en nuestros días ha comenzado a tenerse conciencia de esto, y silo precisamente por la incidencia de las dos enfermedades aludidas, la hepatitis B y el Sida. Son estas epidemias las que nos están haciendo elaborar toda una cultura de la sangre, una higiene de los fluidos hemáticos. Cabe esperar que dentro de muy pocos años, la sangre será tratada con tanto respeto o más que lo es ahora el agua. Si ningún hombre mínimamente culto se atreve hoy a beber un agua sin control sanitario, tampoco intentará en el futuro a tocar una sangre sin ciertos controles y medidas de seguridad. De las epidemias del siglo XX estamos aprendiendo una gran lección cultural, la higiene de la sangre y de sus derivados. Diego GRACIA El Sida funciona exactamente igual que las demás epidemias históricas La sangre se ha convertido, por primera vez en la historiaren un problema, higiénico

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.