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ABC MADRID 16-09-1991 página 41
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ABC MADRID 16-09-1991 página 41

  • EdiciónABC, MADRID
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LUNES 16- 9- 91 MADRID A B C 41 agravado por las continuas huelgas Un aviso de huelga parcial amenaza con rematar el atasco en la misma jornada que empiezan a funcionar los colegios el mismo año- s e ñ a l ó Vázquez- el porcentaje de jornadas laborales perdidas en el Metro, solamente por enfermedad, fue del 6,92 por 100, es decir, más de un 65 por 100 superior a la media nacional Para combatir esta situación, la dirección de la empresa comenzó desde el 1 de enero de 1989 un plan de control de absentismo por enfermedad común. Este plan consistió en la realización de visitas médicas a los trabajadores que se encontraban de baja por indisposición. Esta actuación, según datos de la Compañía, se tradujo en que en los dos últimos años se despidieron a treinta y cuatro trabajadores que defraudaban a la empresa y que, en algún caso, la Seguridad Social y la Inspección de Hacienda se encargarán de determinar si también lo hacían a las instituciones respectivas declaró Vázquez. Es de destacar- en palabras del director del Metro- que este comportamiento fraudulento es muy minoritario en la empresa, pero muy perjudicial. Los trabajadores despedidos representaban el 0,5 por 100 de la plantilla, pero ocasionaban cerca del 8 por 100 del absentismo total En los últimos meses se cursaron en la empresa cerca dé 3.000 indisposiciones y se realizaron, de forma aleatoria, 152 visitas médicas y solamente cuatro casos han concluyeron con sanción de 10 días de suspensión de empleo y sueldo con apercibimiento de despido. Los datos de absentismo por enfermedad común en el Metro han sido del 6,80 por 100 en 1989 y del 5, 61 en 1990, es decir, se ha roto la tendencia al alza de este índice que alcanzó el 6,92 por 100 en 1988. Los paros de hoy pueden ser considerables según los convocantes, mientras que la direc- ción de la empresa asegura que la seguridad de los usuarios está garantizada Los trabajadores que pararán serán los inspectores de puesto dé mando y los maestres y contramaestres de material móvil. EVOLUCIÓN DEL DÉFICIT Y TARÍFAS DEL METRO DESDI SU DESPRIVATIZACION En pesetas) EDUARDO REWDERIA- A. COUS Una empresa pública en quiebra técnica Desde que fue desprivatizado, las pérdidas se han multiplicado por dieciséis y las tarifas por veinte Madrid. A. de Grado Si no fuera por las millonarias subvenciones a fondo perdido que cada año recibe de las administraciones públicas y el monopolio que lo protege, el Metro de Madrid sería una empresa incapaz de mantenerse en el mercado. Los gastos de explotación alcanzaron el año pasado los 35.543 millones de pesetas mientras que los ingresos generados por por la gestión directa de la empresa, pese al incremento de las tarifas, apenas alcanzaron los 18.700. Para equilibrar esta diferencia, el Estado y la Comunidad autónoma tuvieron que aportar 17.210 millones de pesetas, convirtiendo así en un superávit de 390 millones de pesetas lo que en cualquier empresa privada hubieran sido unas pérdidas de casi 17.000 millones. Desde su desprivatización, no hay año que esta empresa pública dependiente de la Comunidad no cierre su balance con miles y miles de millones en pérdidas. Déficits crecientes que; no representan la menor preocupación para los gestores del Metro porque, al final, siempre terminan por recibir las generosas subvenciones a fondo perdido que las administraciones públicas ponen en sus manos después de haber recaudado el dinero del bolsillo de los madrileños. También desde su desprivatización, el Metro no ha dejado de aumentar espectacularmente las tarifas que los viajeros han de pagar por su servicio. Desde 1977 casi se han multiplicado por veinte. En los últimos tres años el billete sencillo ha pasado de 60 a 115 pesetas. Aún así, el Metro siempre gasta más de lo que esta parte, las huelgas se suceden con una frecuencia inu- sitada y por unas reivindicaciones tan peculiares como la de negarse a que la empresa pueda enviar un médico para comprobar que la ausencia del trabajo por motivo de salud se debe realmente a una enfermedad. A los huelguistas del Metro no les importa dejar a los madrileños sin este servicio público durante varias semanas. En una empresa competitiva el éxito de la gestión y, por tanto, la estabilidad de los puestos de trabajo, dependen de la clientela. Si el negocio va mal, el futuro es negro para el empresario y los trabajadores. Sin clientes, las empresa tendría que desaparecer y los empleados se quedarían sin trabajo. En el Metro no. Al sus huelguistas les da igual cómo vaya la salud de la empresa; empleados de una sociedad pública, se han convertido en auténticos funcionarios que nunca van a perder su puesto de trabajo, por razones políticas evidentes. Además, lo que es aún más importante: el monopolio le garantiza al Metro una clientela permanente y las pérdidas serán siempre sufragadas por las administraciones públicas. Si los madrileños pudieran elegir, la cosa cambiaría. Pero Metro sólo hay uno, por el momento. El monopolio que protege al Metro permite unas pérdidas que no podría soportar cualquier otra empresa ingresa; está, por tanto, en permanente situación de quiebra técnica. Quiebra que sería real e inevitable en cualquier empresa privada que no tuviera el balón de oxígeno que suponen las subvenciones y la garantía de supervivencia que le reporta el régimen de monopolio en el que desarrolla su actividad. Aquí reside, precisamente, la fortaleza de ios trabajadores, que desde hace unos años se han convertido en los verdaderos amos y señores de la empresa. De un tiempo a

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