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ABC MADRID 27-04-1991 página 118
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ABC MADRID 27-04-1991 página 118

  • EdiciónABC, MADRID
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GENTE Cabareteros A vida está cuajada de exhibicionistas de poca monta, insufribles vanidosos que se pasan el día, la noche y las tardes, mostrando lo que ellos consideran sus cualidades irresistibles. Payasos con alma de cómico cuyo mayor mérito consiste en no soltar a la presa que ha de padecerles durante horas. Son el fideo y el pelo de todas las sopas, la espina en la garganta, la pestaña en el- rojo, el zapato que. te roza o el corsé que te quita la respiración. No hay forma de quitárselos de encima. Sólo les falta presentarse con la siguiente fórmula: Hola, me llamo Manuel y quiero que hablemos de mí, tanto si os gusta como si no En definitiva, que no hay manera de escabullirse de ellos o de hacer oídos sordos a sus infinitas batallitas de Narciso. Yo sugiero que todos estos individuos, tan necesitados de hacer escaparate de sus virtudes, se dediquen profesional mente a ello. Resultaría mucho más beneficioso para su cartera y L menos agotador para su resignado público. Las chicas de la revista, que tan mala fama tienen por enseñar lo que todos quieren ver, resultan mucho más prácticas y sugerentes. Cuidan sus números porque de ellos depende la frondosidad de la cesta de la compra; se miman el cuerpo con el que saltan sobre la pista para deleitar la vista a las damas y caballeros que las visitan; sólo dan la murga a quien lo solicita y están dispuestas a complacerle a usted por un precio respetable. ¿Qué más puede pedir? Sin lugar a dudas, la diferencia entre los primeros y estas señoritas, va más allá de las curvas. Y eso, sin mencionar ese género recientemente importado de Estados Unidos a nuestro país que es los cabareteros, en cuyos espectáculos sólo se permite la entrada al sexo femenino. Pero ellos, sí que necesitan un capítulo y un escenario aparte. Carmen de CARLOS Españoles sin espina S difícil que a los dolidos padres del siglo veinte español, a pesar de su crítica insistente contra lo propio, se les hubiera ocurrido atribuir a este país un trascendental como aquel de la Eíspaña invertebrada que tan cé- lebre se hizo con el libro de Ortega y Gasset. Y no por tratarse de una de las muchas inconvincentes metáforas que el filósofo español haya prodigado en sus escritos, sino porque, con esta metáfora en particular, se pretendía esquivar deli- beradamente la sinrazón profunda sobre la que los escritores mayores, desencantados o trágicos, no pudieron abstraerse: lo español espinal; la espina que cada español que quiere serlo se descubre atravesada- en la espalda como en el corazón y la garganta- o el espinazo moral que a los españoles de cualquier oficio, credo o nacionalidad, se les ha hecho doblar por siglos hasta el extremo irreversible de la genuflexión. La metáfora de Ortega, por otra parte, introducía una seria complicación, la ambigüedad propia del mundo inverte- E 1 ¡ir- b r a d o ¿Hablamos de seres acéfalos o, por el contrario, de cefalópodos consumados? Si nos atenemos a la tesis de Ortega, parece claro que de ambos tipos podríamos encontrar propiedades en la masa moluscosa de los españoles de todos los tiempos, o de los que en un tiempo remoto no ofrecían a la vida más que un corazón blindado de rencor ausencia alarmante de hombres ejemplares (masa encefálica confundida, y hasta reducida, a imbecilidad común, y el escándalo mayor de que cada miembro del cuerpo social se cree ser ahora personalidad dirigente (proceso inverso: imbecilidad elevada al historial de los más grotescos pronunciamientos cerebrales, con el consiguiente caos tentacular) Entre débiles chirlas acorazadas, por tanto, e intrépidos argonautas y chipirones de superficie, nos podríamos contar los tristes españoles sin espina en nuestro cabaret nacional: separatistas, caudillos, cosmopolitas del hoy, o domingueros del mañana. Juan Carlos MARSET SÁBADO 27- 4- 91 Las Virtudes intentando convencernos de que son chicas pecaminosas 118 ABC

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