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ABC MADRID 29-08-1990 página 48
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ABC MADRID 29-08-1990 página 48

  • EdiciónABC, MADRID
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48 ABC SUCESOS MIÉRCOLES 29- 8- 90 Aires de revancha en el entierro Si hubiéramos de sintetizar en una sola frase las situaciones vividas ayer en Puerto Hurraco, habría de ser la siguiente: demasiado fuerte Sí, demasiado fuerte por la tensión, por el ambiente, por el agobiante calor, por la tragedia, por los gritos, por los llantos y, sobre todo, por el aire de venganza. En efecto, si durante toda la jornada del lunes se dejaba entrever en la población una Y estos ánimos, evidentemente, no habían pasado inadvertidos para quienes tienen la misión de salvaguardar el orden. Por ello, durante toda la mañana el pueblo estuvo cercado por fuerzas de la Guardia Civil. Y en medio de toda esta tragedia, alguien que ahora no hace al caso, nos decía cargado de cordura: ¿Quién sabe como acabará todo esto? Es imprevisible. Se conoce cuando comienza el fuego, pero nunca cuando va a terminar En contrapunto a esta especie de premonición, más bien sentencia, la cauta frase del alcalde pedáneo, Emilio Cabañero: La vida en el pueblo es tranquila; la noche ha transcurrido en calma... mezcla de dolor y de revancha, los ánimos de ayer, que transcurrida la noche parecían en apariencia algo más templados, no estaban sin embargo exentos de una brutal carga de odio hacia todo aquello que recordase a la familia Izquierdo. En definitiva, el odio había salido a relucir una vez más y se vivía sobre una especie de polvorín al que poco a poco se le acerca la cerilla encendida. Las mujeres, como plañideras, no cesaban de gemir y un fuerte ambiente de tensión flotó todo el día por las calles del pueblo mañana para visitar, casa por casa, a las familias de las víctimas y expresarles personalmente su pesar por lo ocurrido. Previamente a esto, y en concreto durante la jornada anterior, el alcalde pedáneo había recibido un telegrama remitido por el Presidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, cuyo texto era el siguiente: En nombre del Gobierno regional y en el mió propio le ruego haga extensivo a la población de Puerto Hurraco nuestro más sentido pesar por los lamentables hechos acaecidos en el día de ayer (por el domingo) uniéndonos al dolor de los familiares de las víctimas y deseando una pronta recuperación de los heridos Desde las ocho de la mañana se han ido formando corrillos en el pueblo. El tema es el mismo en todas las tertulias. Por la calle principal, la de la Carrera, donde se produjo la matanza, apenas llega un momento en que pueda darse un paso libremente. Todos ellos aguardan, pacientemente, la llegada de los coches mortuorios, que transportan los restos mortales de Manuel Cabanillas, Reinaldo Benítez y de la niña Antonia Cabanillas. En un principio alguien ha dejado correr la voz de que los entierros habrán de celebrarse a eso de ¡as nueve y media. No obstante, y transcurrido el tiempo, otro dirá que las inhumaciones serán a eso de las once; finalmente, los más acertados, señalarán casi con sentencia que habrán de celebrarse al filo de la una, y así será. Pero mucho antes de que llegasen esos féretros en el número 67 de la calle del Chorrillo se vivía una de las tragedias más impresionantes que se recuerdan en toda la comarca. Es esta vivienda propiedad de la familia Cabanillas y en la que durante toda la noche fue velado el cadáver de la pequeña Encarnación. La puerta de la casa, abierta de par en par, deja entrever un largo y amplio pasillo en el que se encuentran sentadas numerosas mujeres que, como plañideras, no cesan de gemir. A veces ese sordo llanto se quiebra por los gritos de la madre o una de las hermanas de las fallecí- Pésame de las autoridades ¿Pero... hasta cuándo? ¿Hasta qué momento? ¿Hasta cuando sean enterradas las víctimas? Al margen de conjeturas de esta índole, y ciñéndonos a hechos más concretos, habría claramente de diferenciarse la jomada de ayer en dos situaciones muy distintas: la de la tensión de las familias y la oficial, pues, estos cuatro sepelios estuvieron presididos por dos altos cargos: el vicepresidente de la Junta de Extremadura, Antonio Ventura Díaz Díaz, y el delegado del Gobierno, Juan Ramírez Piqueras, quienes hicieron acto de presencia en el pueblo al filo de las once y media de la Durante los se das que, además de insultar a la familia Izquierdo, la tachan de criminal y de asesina. Y es precisamente esa chiquilla a la que antes aludíamos la que tiene que ser calmada en más de una ocasión en brazos de uno u otro. Antecedentes psiquiátricos Madrid. S. S. Los hermanos de los autores de los disparos que el pasado domingo en Puerto Hurraco causaron la muerte a siete personas y heridas graves a otras diez estuvieron ingresados en el Hospital Psiquiátrico de Mérida, según explicó el director en funciones del centro, Alfredo García de Vinuesa. En concreto, Jerónimo Izquierdo Izquierdo, hermano de Emilio y Antonio Izquierdo detenidos en la mañana del lunes por la Guardia Civil, estuvo ingresado en el Hospital Psiquiátrico de Mérida entre el 8 y el 17 de agosto de 1986, tras haber permanecido catorce años en la cárcel de Badajoz por matar a Amadeo Cabanillas en 1961, al parecer por un problema de demarcación de tierras en la localidad de Puerto Hurraco. Sin embargo, algunos vecinos indicaron que esta disputa fue provocada por asuntos amorosos. En este sentido se dice que una de las hermanas Izquierdo mantenía relaciones sentimentales con Amadeo, pero éste decidió romper con ella, lo que habría provocado la reacción violenta de Jerónimo. Amadeo Cabanillas era tío de dos de las víctimas mortales de la matanza, Encarnación y Antonia Cabanilllas Rivera, que fueron las primeras personas abatidas en el tiroteo emprendido por los dos hermanos. El director del Psiquiátrico señaló asimismo que Jerónimo murió el 17 de agosto de 1986 a causa de un infarto de miocardio, hecho que, según parece, molestó bastante a las hermanas Izquierdo quienes exigieron que se practicara la autopsia a su hermano para cerciorarse del motivo de su fallecimiento. Las dos hermanas, Luciana y Ángela, ingresaron en el citado centro hospitalario entre el 24 de enero y el 17 de febrero de 1988 por orden del juez de Castuera, por insultos a la autoridad y por haber protagonizado en la localidad pacense de Monterrubio de la Serena ciertos altercados Algunos vecinos de la localidad pacense de Monterrubio aseguran que fueron las hermanas de Emilio y Antonio, que no han estado nunca ingresados en este centro psiquiátrico, quienes les indujeron a disparar el pasado domingo para vengarse por la muerte de su madre, que pereció carbonizada en su casa de Puerto Hurraco en 1987. Por su parte, según afirman algunos vecinos de Puerto Hurraco, la familia Izquierdo acusó entonces a la familia Cabanillas de provocar el incendio, y ai resto de la población de haber dejado morir a su madre en el suceso. Sin embargo, otros testigos afirman que fueren Luciana y Angela las que provocaron el incendio y las que dejaron morir a su madre dentro de la casa, mientras ellas sacaban los electrodomésticos. Sobre el paradero de las dos hermanas, el el delegado del Gobierno en Extremadura, Juan Ramírez Piqueras manifestó que se encuentran localizadas y vigiladas por las Fuerzas del Orden en un lugar que no quiso concretar y dijo que, de momento, no existe cargo alguno contra ellas por lo que no pueden ser detenidas.

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