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ABC MADRID 07-07-1990 página 69
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ABC MADRID 07-07-1990 página 69

  • EdiciónABC, MADRID
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7 julio 1990 ABC ABC XI 11 Pensamiento y ciencias socialesAntonio Escohotado, El libro de los venenos. Mondadori (Madrid, 1990) 241 páginas. 1.275 pesetas Conocimiento de las drogas 1 jliegO de l a política VSUS trampas Josep M. Colomer, El arte de la manipulación política. Votaciones y teoría de juegos en la política española. Anagrama. (Barcelona, 1990) 320 páginas. 2.000 pesetas I se entiende la democracia como el gobierno efectivamente ejercido por el pueblo, hay que concluir que ni existe, ni es posible ni, probablemente, deseable. Llamamos democrático al gobierno ejercido en nombre del pueblo por sus representantes elegidos. Su esencia ideal consiste en la coincidencia entre las decisiones del Gobierno y la opinión pública. Por ello, su corrupción comienza cuando ambas se alejan, cosa que sucede de varios modos. El procedimiento de votación no es neutral sino que condiciona y, en ocasiones, determina la decisión. La votación no garantiza el triunfo de la voluntad de la mayoría de los votantes. El voto posee un valor diferente en las distintas circunscripciones electorales. En suma, ningún procedimiento de toma de decisiones impide la manipulación. ¿Existe la democracia? ¿A qué queda reducida? H ACE aproximadamente un año salía a la luz una Historia general de las drogas en la que Antonio Escohotado engranaba hechos y razones relativos al uso dado por la Humanidad, en su devenir cultural, a las drogas psicoactivas. En aquella excelente obra había una carencia: nada se decía de los aspectos médicos y subjetivos del uso de las mismas. Es esta parte fenomenológica la publicada ahora bajo la forma de una guía, con el objetivo explícito de ofrecer datos básicos para el autogobierno de cada individuo. Este libro apuesta por la ilustración farmacológica frente a la barbarie farmacológica, considerando que la objetividad es el mejor estímulo para una conducta racional S El autor enseña valientemente sus cartas en el prólogo. Ya desde 1964, antes de que naciera el problema de la droga este filósofo, sociólogo, historiador y licenciado en Leyes comprendió que las drogas psicoactivas tienen una importancia epistemológica primordial, siendo de utilidad indiscutible no sólo en el dominio de la Medicina, sino en el del ámbito filosófico primero: el cuestionamiento de las relaciones entre ser y conocimiento. Siguiendo a sus maestros literarios y científicos de finales del XIX y de la II postguerra mundial, románticos y existencialistas, emprendió una investigación que continúa en el presente, fundamentada en la información y la experimentación personal. Tras una pequeña introducción, donde se centran los conceptos y desmontan los prejuicios más entendidos, distingue, con la organización propia de un informe, entre drogas pacificadoras, estimulantes y de excursión psíquica Analiza suficientemente cada una de ellas según su farmacología, efectos subjetivos y usos más comunes. Con un lenguaje pretendidamente periodístico, sin citas bibliográficas y en un esfuerzo de síntesis conducido por el amor a la verdad, Escohotado pone al alcance de cualquiera una información al día que permite dar un uso adecuado a estas sustancias... si fuera posible tener un acceso fácil y racional a todas ellas. Al ser los criterios policiales dominantes en este campo, hemos sufrido una sobredosis de desinformación, con la progresiva desaparición de las drogas naturales en el mercado, inundando así de drogas de diseño con efectos bastante más dañinos y poco estudiados, hasta llegar a esta era del sucedáneo Ahora lo fundamental no es investigar las sustancias psicoactivas como medio de conocimiento sino levantar enormes fortunas al amparo de la ilegalidad y a costa del envenenamiento de la población. Incluso se han excluido de la práctica médica fármacos de probada utilidad. Antonio Escohotado, dando fe de una ética liberal y liberadora, ha hecho de esa interesada desinformación su enemigo principal. Para mostrar la mentira del discurso político dominante en este campo se ha tomado a sí mismo como conejillo de Indias, experimentando cuidadosamente con la mayor parte de las drogas conocidas, sin sufrir enfermedades ni dependencias. Excepto en el caso del tabaco que, por ser su vicio no estudia en este texto. Enrique GALÁN SANTAMARÍA Ifl El libro de Josep M. Colomer El arte de la manipulación política premio Anagrama de Ensayo, constituye una lúcida y contundente demostración de esto aplicada al caso español. Su enfoque procede de la teoría de la decisión o de la elección pública. Concretamente, su propósito es aplicar la teoría de juegos procedente de las investigaciones de Neumann y Morgenstern a las decisiones y procedimientos de votación de la reciente historia española para obtener un esbozo de interpretación general de la política de este país (página 16) Su tesis fundamental es que las anomalías y manipulaciones en los procesos de decisión son consustanciales a la naturaleza de la transición política española y, en general, a todas las democracias consolidadas. Desde la perspectiva del modelo proporcionado por la teoría de juegos, los agentes políticos son semejantes a jugadores que toman sus decisiones, de modo utilitarista, en función de sus preferencias y de la estrategia previsible de los demás jugadores. Las consideraciones morales son ¡rrelevantes salvo, tal vez, en el ámbito de la formación de las preferencias de los agentes, que se dan por supuestas. El modelo es aplicado a la aprobación de la Ley para la Reforma Política, a la legalización del PCE, al regreso de Tarradellas (estos últimos casos constituyen ejemplos del dilema del prisionero entre Suárez por un lado y Carrillo y Tarradellas por otro) El juego entre S. M. el Rey y los capitantes generales durante el intento de golpe de Estado del 23 de febrero es un caso de la batalla de los sexos El problema vasco, la polémica sobre el uso del catalán, la huelga general del 14 de diciembre y el referendum sobre la OTAN son igualmente analizados. Los resultados son siempre apasionantes. El análisis del sistema electoral demuestra cómo una minoría de electores puede convertirse en mayoría parlamentaria y la diferencia del valor del voto en las distintas circunscripciones. Incluso, una minoría parlamentaria puede conseguir una mayoría en otras instituciones mediante sistemas de elección indirecta de cargos públicos. El consenso constitucional de 1978 es un buen ejemplo de intercambio de votos en el que los votantes dejan de votar según sus preferencias sinceras y votan estratégicamente renunciando a obtener satisfacción en alguno de los temas debatidos. También estudia Colomer la formación de coaliciones y el transfuguismo Sus conclusiones, recogidas en el último capítulo, contienen la afirmación de que las virtudes de la transición se han convertido en los vicios de la democracia. El autor no pretende negar el valor ético de la democracia pero sí contribuye a desmitificarla. Los conceptos de voluntad general o soberanía popular pertenecen al reino de la fantasía. La política es un asunto de conflicto y coordinación de intereses y no un reino de ideales. La gigantesca sombra de Maquiavelo planea sobre el libro. La democracia es mejor porque es preferible contar votos a contar cabezas pero lleva en su propia esencia el aburrimiento y la mediocridad Lo del aburrimiento no parece confirmado por la narración del autor. El modelo teórico utilizado es, como él mismo reconoce, algo simple, y, sobre todo, presupone la racionalidad de los jugadores y deja de lado las razones que conducen a las preferencias. La mayor parte de los datos e informaciones parecen verosímiles y razonables pero no dejan de aparecer casos más que dudosos, si bien es cierto que no es un libro de historia sino de ciencia política. Su interpretación del triunfo de la ruptura en la transición, de las razones de S. M. el Rey en favor de la democracia y del referéndum sobre la OTAN son probablemente equivocadas. Pero lo más grave de este inteligente y apasionante análisis, no imputable ciertamente al autor, es el escepticismo hacia el sistema democrático que puede provocar en muchos lectores la idea de que todo da igual ya que la voluntad popular siempre resulta manipulada pues la política es un juego de intereses en el que las trampas constituyen la regla general. En cualquier caso, siempre será preferible el juego entre varios jugadores con sus inevitables trampas que el solitario, en el que un único jugador fija las reglas y, si quiere, las transgrede. Otros lectores, con mejor criterio, obtendrán la conclusión de que la difusión de las anomalías debe contribuir a que desaparezcan y que la política sólo puede ser algo digno si los intereses ceden el primer plano a los valores morales. Ignacio SÁNCHEZ CÁMARA

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