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ABC MADRID 20-06-1990 página 103
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ABC MADRID 20-06-1990 página 103

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Miércoles 20- 6- 90 3 Avance del Ciclo de Cámara y Polifonía Los remiendos del sastre LUIS CARLOS GAGO A publicación del avance del XIII Ciclo de Cámara y Polifonía que se celebrará en la sala pequeña del Auditorio Nacional entre el 23 de octubre de este año y el 21 de mayo de 1991 nos presta la oportunidad de revisar unas consideraciones que, al hilo de la programación de su antecesor, vertíamos en el número 3 de este suplemento. Allí tildábamos este XII Ciclo de cajón de sastre porque en su interior se albergaban las cosas más variopintas en aparente desconcierto. No han cambiado mucho las cosas en este nuevo ciclón que se nos avecina, y en lo que respecta a la cantidad, la oferta ha aumentado incluso a 54 sesiones, tres más que la pasada temporada. A la vista de cómo se ha llenado esta vez el cajón, la impresión que obtiene un observador cuidadoso no es muy diferente, ya que parece haber primado de nuevo la idea de llenar aquél con lo que se tuviera más a mano, en lugar de construir un ciclo a partir de unos presupuestos lógicos y dotados de cierta sustantividad. Si no son así las cosas, no sé, por ejemplo, qué diablos pinta Amando Prada en una convocatoria como la presente. Su recital en torno a trovadores, místicos y románticos a lo mejor es bonito, pero no parece este ciclo el lugar más adecuado para el espectáculo- más o menos adornado de barnices clásicos- de un cantante de sus características. Sí lo es, y por eso están, para Ruggiero Raimondi, Shirley Verret o Anne Sofie von Otter, cuyos conciertos ocuparán el lugar de aquellos añorados recitales líricos que el INAEM, a pesar del éxito de público de que gozaban, decidió suprimir de un plumazo. Si Práda comparte ciclo con ellos o con Lazar Berman queremos creer que será o porque tiene algún amigo influyente en el lugar idóneo o porque no había manera de encontrar contenido al concierto del 15 de noviembre. Y es que tener que organizar un concierto porque sí, todos los martes y jueves durante casi siete meses, debe ser tarea ímproba. Como este ciclo no tiene otro responsable conocido que el delegado de la Orquesta Nacional- que acaban de exiliarlo a Sevilla en reconocimiento a los servicios prestados- no parece que arrostrando tal estado de semiorfandad pueda ser programado con la dedicación y el conocimiento de causa imprescindibles. L Abril (concierto número 3) y con una selección de las Cantigas de Alfonso el Sabio que propone con un original montaje visual (número 6) el veterano grupo SEMA. Aunque peor lo tienen aún quienes opten por el ciclo B, que no tienen nada más que llevarse a los oídos que la Sonata y tocata de José Luis Turina. Como ocurriera también en el pasado ciclo, la oferta polifónica roza lo simbólico, a pesar de su destacada presencia en el título del ciclo. De nuestra polifonía sacra- que incluye una buena parte de la mejor música alumbrada en nuestro país- sólo se ha programado el Officium Defunctorum de Tomás Luis de Victoria, cuyas excelencias no justifican en ningún caso la total ausencia de compañía. La cruz a cuestas Resulta curioso observar de nuevo los criterios de selección de artistas españoles. Contamos de partida con la inevitable cruz de la Orquesta de Cámara Española, que incide en sus programas de siempre, y llama la atención que de nuevo la Orquesta de Cámara Villa de Madrid- que raramente toca dos veces seguidas con los mismos músicos o idéntico concertino- sea agraciada con dos conciertos. No sabemos si será porque sus instrumentistas proceden mayoritariamente de la Orquesta Nacional o porque su directora ha gozado siempre del favor de las altas instancias, pero ahí la tenemos de nuevo, acaparando espacio en detrimento de artistas que bien lo merecen, pero que nunca han pisado el escenario de la sala de cámara del Auditorio, bien por ser jóvenes, bien por pasarse de contestatarios. Los abonados no se encuentran sólo en las butacas, sino también sobre la tarima. La presencia de erratas en el avance es menor que el pasado año, pero sigue siendo indigno de un Ministerio de Cultura. No está bien hablar a estas alturas de lieders (sic. concierto número 50) tratar de confundirnos con un M. Scriabin (número 16) o empeñarse en utilizar diversos criterios a la hora de referirse a las tonalidades o a los diferentes catálogos. Así, en el avance conviven un Quinteto en sol (número 45) y un Cuarteto en sol mayor (número 26) y tenemos tres tipos de cuartetos: así, a secas (número 46) para cuerda (número 10) y para cuerdas (número 24) A veces se habla de una obra como la Op. 56 2 (número 45) otras como Número 6, Op. 64 (número 24, el orden debería ser el contrario) otras como número 1, Op. 37 y otras simplemente como Op. 95 (número 24) La relación sería larga y en ningún caso queremos dar a entender que estos problemas sean más importantes que los de contenido, pero el sastre, el INAEM, que tanto defiende los criterios científicos y sistemáticos en la elaboración del famoso y polémico Diccionario debería empezar a aplicar idénticos parámetros en todas las publicaciones que salen de su casa. Si el avance es un rosario de imprecisiones, la página de publicidad aparecida en los diarios el 27 de mayo es todavía más desconcertante: sólo en el programa número 23 aparecen tres errores de bulto, aunque hay que reconocer que hablar del Concierto K. 219 de Mozart (aquí transformado en K. 216) como El turco así, con artículo, tiene mucha gracia. No todo iban a ser desdichas, caramba. Ciclos son amores No seríamos justos si no reconociéramos las virtudes que contiene este nuevo avance de programación. La principal es, sin duda, la inclusión de dos ciclos que presentan un gran interés. Nos quejábamos hace un año de que el espíritu de esta temporada camerística oficial andaba un poco trastabillado. Pues bien, una de las mejores maneras de empezar a introducir coherencia es precisamente el que artistas de la talla de Félix Ayo y Emma Jiménez ofrezcan la integral de las Sonatas para violín y piano de Mozart, o que la mejor de las opciones posibles, el Cuarteto Boro- din, interprete repartidos en seis sesiones los quince Cuartetos de Dimitri Shostakovich. El concierto que ofreció el conjunto soviético en enero del pasado año produjo una absoluta conmoción en cuantos allí estábamos y, con dos integrales discográficas ya a sus espaldas- l a primera con su antigua formación, la segunda ya con el genial Kopelman como primer violín- no caben muchas dudas acerca de quién es el intérprete ideal de unas obras de un ciclo trascendental que contiene obras que aún no se han estrenado en nuestro país. Una segunda virtud es la intención manifiesta de conmemorar el bicentenario mozartiano. La encomendada a Ayo y Jiménez es la única integral en cuanto tal, pero son numerosos los programas en los que está presente la música del salzburgués. Algunos hubieran deseado quizás una celebración más cuidadosa o sistemática, pero la intención está ahí y su mérito debe reconocerse. Meritoria es también la presencia del cuarteto Guarneri, el cuarteto Alban Berg, el cuarteto Juilliard o el cuarteto Orlando, grupos todos que, junto al citado Borodin, nos brindarán una excelente oportunidad para disfrutar de lo que muchos consideran la esencia de la música de cámara- -el cuarteto de cuerda- servido por varios de sus más destacados traductores actuales. Pero también se repiten los errores, y el más importante de todos ellos es la raquítica presencia de música española. Tan sólo once obras nacidas en nuestro suelo en 54 conciertos parece un porcentaje raquítico e indigno de un ciclo organizado por un Ministerio de Cultura español. Quienes asistan sólo a los conciertos del Jlamado ciclo C, por ejemplo, habrán de conformarse con obras de Manuel Castillo y Antón García

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