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ABC MADRID 16-06-1990 página 71
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ABC MADRID 16-06-1990 página 71

  • EdiciónABC, MADRID
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16 junio 1990 ABC ABC VII Novela Relatos Noticia de la ciudad silvestre Lidia Jorge Alfaguara. Madrid, 1990 457 páginas. 2.600 pesetas ANTA Re Estas dos palabras escritas en el viejo casco de un barco, anotadas en el dobladillo de una falda y repetidas con cierta frecuencia a lo largo del texto parecen ser el resumen de esta tercera novela de Lidia Jorge. Panta Rei. Todo cambia. La vida continuaría untuosa y líquida como un río poco limpio, -pero como un río confiesa Julia Grey, la protagonista de la obra. Los hombres, las mujeres no pueden detenerse, salir fuera de esa corriente; tienen que agitarse, buscarse, construir algo: Era obligatorio que me moviese, hacer las cosas, andar por mí misma, ya que la vida por naturaleza sólo ofrecía sorpresa y desorden. La vida. El río. Lidia Jorge ha escrito una novela de dos mujeres enmarcada en una Lisboa en perpetua mutación, donde la pasión, el amor, los celos y la muerte se suceden vertiginosa, compulsivamente, hasta el punto de que los mismos personajes son incapaces de prever sus propios comportamientos. Lidia Jorge pertenece a esa generación de narradores lusitanos que vieron la luz a raíz de la revolución del 25 de abril de 1974. Sus dos novelas anteriores analizan las respuestas humanas, dentro del ámbito de la intimidad femenina, ante estos cambios sociales. O dia dos prodigios se desarrolla en una aldea, en ese Portugal remoto que tan bien describió Agustina Bessa Luis, de la que Lidia se siente deudora en sus comienzos. Con O cais das merendas su segunda novela, la escritora aborda el tema de la ciudad, con personajes manipulados por la ambición. En esta tercera entrega, la novelista nacida en Algarve se centra en el universo femenino y en la amistad de dos mujeres como eje para describir la sociedad y el acontecer humano. Nada queda oculto: ni los abortos practicados por cada una de las protagonistas, ni sus pasiones por sus diferentes hombres, ni sus búsquedas más allá, incluso, de lo físico, ni las depresiones, las luchas, los celos, la maternidad. Todos los elementos de la tragedia están aquí presentes, intercambiándose, en plena mutación orgiástica, donde la aguda intuición de la escritora, por boca de la narradora, es capaz de deshilvanar los más intrincados tejidos de la intimidad. El silbido es apenas un soplo lírico, un soplo vibrando una sola palabra, como el deseo. Arthur Salema usaba una linterna de bolsillo como Mao Dianjo y Fernando Rita, aunque cada uno de ellos iluminase una oscuridad propia. Entonces Jóia empezó a cerrar los ojos con el perro en los brazos, y yo tuve la impresión de que el animal, caliente y gimoteando, funcionó entre nosotroscomo una especie de placenta dulce, atando un hilo de amor. Frases como éstas leemos a menudo en la dilatada confesión de Julia Grey, cuya palabra no se detiene ante nada. Nada ni nadie puede detenerse; sin embargo, los hombres no pueden evitar soñar: No habíamos pedido nacer, no habíamos traicionado a nadie, éramos una creación inocente, ¿por qué no íbamos a ser felices conforme lo merecíamos? ¿Puede ser ésta la conclusión o moraleja de la obra? Los hombres. Panta Rei. Antonio MAURA Muecas para escribientes Virgilio Pinera Alfaguara Hispánica. Madrid, 1990 336 páginas. 1.850 pesetas L presente volumen, Muecas para escribientes recopila los relatos del escritor cubano Virgilio Pinera (19121979) inéditos o dispersos en diversas publicaciones y que fueron editados por Letras Cubanas en dos volúmenes independientes: Muecas para escribientes y Un fogonazo en 1987. Colaborador habitual de la mítica revista Orígenes en 1946 Pinera emigró a Buenos Aires, donde p e r m a n e c i ó hasta 1958. Cultivó la novela La carne de Rene 1952, y Pequeñas Virgilio Pinera maniobras 1963) y el teatro: Electra Garrigó (1948) Falsa alarma (1949) El flaco y el gordo (1959) El filántropo (1960) Aire frío (1962) Dos viejos pánicos (1967) y otras; aunque será en el relato breve donde alcanzará mayor prestigio: así, sus Cuentos fríos (1956) y Cuentos completos (1964) El escritor cubano Antón Arrufat cuidó de las recopilación de esta obra postuma que reúne cuentos de épocas diversas. Pinera se caracteriza por la incorporación del absurdo a la vida cotidiana. Los seres que pueblan sus relatos manifiestan obsesivamente la preocupación por la muerte, se sienten víctimas de una soledad esencial y utilizan un diálogo que tiende a lo descabellado e intelectual. En este sentido, la frecuentación del género teatral le facilitará la fórmula dialogal. En Hay muertos que no hacen ruido por ejemplo, podemos advertir el carácter lúdico que manifiesta esta escena casi teatral: Pídeme lo que gustes, pero no pidas que te tolere no hacer ruido -dijo él al primer muerto- Y éste le contestó: Puedo hacer todo cuanto me pidas, mas no me pidas que haga ruido; es lo único que no puedo hacer. Pues vas a hacerlo: no faltaba más que un muerto de mierda... No, de mierda no; que un muerto de hambre; de hambre, no; que un muerto... De silencio -completó el muerto- No te mató el silencio; te mató la hecatombe. Pues no faltaba más que un muerto de hecatombe le llevara la contraria a un vivo de alborada. Así que, hijo de yegua... (página 133) Atrapado por el poder demoledor del lenguaje, Pinera violenta los tiempos y los espacios. Georges Sand y Chopin en El impromptu en fa de Federico Chopin viven en La Habana un happening en el que participan personajes históricos de tiempos históricos diversos. El narrador practica la confusión y el barroquismo. En La risa que fue publicado por su autor, junto a Vea y oiga con el título que ahora ha servido para reunir estos relatos, plantea una situación llena de equívocos en la que los personajes reflexionan sobre el significado de la vida: ¿Qué es la vida a esta altura de mi vida, y cuánto se goza llenando sus oquedades con citas? Sentados en sillas confortables fumando excelentes cigarros, nos echamos encima carretadas de escombros de la Historia, piedras y cascajos de vidas sepultadas. Pronto ingresaré en el profesorado universitario para sumar- P E me a la legión de los zapadores de la cultura con mi pico y mi pala; echaré paletadas de citas en las cabezas de los adolescentes caídos en mi cátedra. Y los años nos caerán encima como fieras, y nosotros, haciendo hijos en la cama con nuestras esposas, a su vez muy leídas, lavándonos los dientes, pensando en el futuro de los hijos y en las catástrofes surgidas de la incultura... (páginas 137 137) El sentido del humor de Pinera conduce a una pesimista concepción de la realidad, que se manifiesta siempre de manera oblicua, atendiendo a las raíces de la naturaleza humana. Su obra se encuentra, por consiguiente, al margen de la época digamos revolucionaria. Su concepción intelectual permanece anclada en ciertas actitudes que caracterizan la obra de Beckett o de lonescu, aunque en Pinera las tramas de sus relatos alcancen en algunos casos a reflejar una imaginación más desbordada. Con frecuencia sus narraciones se sirven de elementos procedentes de la tradición religiosa (el tema de la resurrección de los muertos, por ejemplo) o traducen estados de angustia (pueden advertirse claros ecos kafkianos) como el del protagonista que cierra el volumen, Tadeo, quien, en su ancianidad, pide a su hijo que le lleve en brazos y, más tarde, a cualquier viandante que encuentre en su camino. t Pero los cuentos de Pinera buscan también una expresión simbólica. El personaje que es un hombre- tigre (Belisario) no deriva del símbolo de Borges, aunque cada vez resulta más evidente que un narrador en lengua española difícilmente puede escapar a la influencia del Atropado por el poder demoledor del lenguaje, Pinera violenta los tiempos y los espacios. Los relatos recopilados en Muecas para escribientes muestran la variedad de recursos de un escritor que confirma, una vez más, el vigor del cuento hispanoamericano maestro argentino. En los relatos más breves, como el excelente La muerte de las aves puede advertirse en su concisión el uso del esquema de la ciencia- ficción intelectualizada, tan grato a Borges. Por otra parte, algunos de sus cuentos no evitan la experimentación. Cada experiencia literaria propuesta trata de ajustarse a la forma expresiva más idónea. En esa constante búsqueda descubrimos los mejores hallazgos de Pinera. Sus cuentos muestran la variedad de recursos de un escritor que confirma, una vez más, el vigor del cuento hispanoamericano. Joaquín MARCO

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