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ABC MADRID 06-06-1990 página 48
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ABC MADRID 06-06-1990 página 48

  • EdiciónABC, MADRID
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48 A B C MADRID MIÉRCOLES 6- 6 90 Palacio de Linares: La verdad, nada Es asombroso e inquietante, por no emplear vocablos más gruesos, cómo pueden escribirse historias tan falsas y denigrantes que ponen en entredicho el honor de una familia nobilísima, y dignas entre las más dignas, sin que le tiemble la mano al escritor que redacta lo que no sabe. No voy a polemizar con la doctora Sánchez No es mi intención hablar de ectoplasmas, ni de voces que, según sus escuchas de 1990, fueron dichas un día y que permanecieron misteriosamente almacenadas durante más de una centuria en la misma habitación en que fueron pronunciadas, ni de espectros, duendes, espíritus y otros entes quiméricos. Sólo me atreveré a afirmar que cuando conocí y visité minuciosamente el Palacio de Linares, acompañado de los últimos descendientes de los herederos de los marqueses, pude apreciar la fastuosa belleza de los interiores del Palacio, y los frescos románticos de los techos primorosamente pintados por Pradilla, mas no tuve la suerte, que envidio en otros, de toparme con ninguno de los duendes atormentados de que habla la leyenda, que parece urdida, todo hay que decirlo, como una gigantesca patraña publicitaria encaminada a ambientar, el libro que la señora Sánchez de Castro ha anunciado por televisión que piensa publicar. Pero hacerlo a costa del buen nombre de una familia dignísima que asombró a sus contemporáneos por el derroche de sus obras de caridad, su generosidad sin límites y su innata bondad, ¿es ello lícito? ¿Es siquiera decente? así: Comimos por ella, y hoy dejamos de comer por traerla esta corona. Los pobres de Madrid Otro, del pueblo y Ayuntamiento de Calatayud: A su ilustre hija adoptiva, dechado de virtudes y dulce madre dé tantos pobres Y otras: A nuestra inolvidable bienhechora A nuestra bienhechora y amiga del alma A la más santa de las mujeres que fue para nosotros señora y madre Esta última cinta enviada por la servidumbre de su casa. ¿Estaría entre esos sirvientes que la Ñaman señora y madre ese sujeto que alguien ha osado escribir que fue su amante y le hizo un hijo que luego ahogaron y emparedaron, y cuyos lamentos aún resuenan en las estancias vacías? Parece muy arduo hacer compatible ese inmundo infundio con quienes la de Castro, la parapsicóloga que afirma haber grabado voces del más allá y fotografiado ectoplasmas en el Palacio de Linares, cuando ya el vicepresidente de la Asociación Alternativa Racional a las Pseudociencias ha declarado que la psicofonía grabada es una mezcla de hábiles trucos y que carece del rigor exigido no fue posible. Cuando se celebró el matrimonio de don José Murga y Reolid con doña Raimunda de Osorio Ortega ya no vivía don Mateo de Murga y Michelena, padre del primer marqués de Linares, pero quien sí vivía era la madre; de la contrayente, doña Benita de Ortega, viuda de Osorio. Y esta señora, acompañada de su hija legítima y de su futuro yerno, acude el 10 de junio de 1858 ante el juez togado de Primera, don Severo Montalvo, para hacer declaración de los bienes que su hija y futura desposada aportará como dote al matrimonio. Y de ser cierto qué el matrimonio era incestuoso, ¿quién mejor que la madre de la novia podrá saberlo? Y sabiéndolo, ¿iba a arrojar doña Benita a su propia hija al tálamo de su hermano? La declaración de tes o después que sus espectaculares donaciones le hicieron merecedor de las Grandes Cruces de Isabel la Católica y Carlos IH. De él se ha dicho, en estos días, que era masón lo cual me parece difícilmente compatible con la primera cláusula de su testamento, que tengo entre mis manos al escribir estas líneas, y que dice así: Declaro que profeso la Religión Católica, Apostólica, Romana, en cuya fe y creencias he vivido, vivo y protesto morir Se ha dicho asimismo que se suicidó y está enterrado en el jardín del que fue su palacete en la Plaza de la Cibeles. Y que uno de los ectoplasmas de las fotografías que exhibe la doctora Sánchez de Castro es el suyo. Desgraciadamente existe el testimonio del buen alcalde de Linares, Juan Hernández, quien con motivo del traslado de los cuerpos de don José Murga y su esposa, que tuvo lugar el 27 de mayo de 1918, para ser enterrados en la capilla del soberbio hospital que donaron a la ciudad, pronunció una alocución al vecindario, exhortándole a participar masivamente en los actos fúnebres. Entre otras palabras dijo: La caridad y el amor al desvalido, que fueron norma constante de la vida ejemplar de aquellos proceres, dejó recuerdos de gratitud en toda España, pero fue en nuestro pueblo donde más se expresó su filantropía dándonos esas fundaciones que son testimonio de una generosidad a la que nosotros correspondemos con todo nuestro agradecimiento (Una curiosidad: el hospital de que aquí se habla es el mismo en el que treinta años después habría de morir Manolete) Éste fue en la realidad histórica el hombre acusado de estupro, parricidio, emparedamiento, masón, suicida, por unos desaprensivos que han abusado de la buena fe (y del morbo) de muchos, incluidos los periodistas. He retrasado voluntariamente un testimonio que se desprende de las coronas mortuorias: la cantidad de gentes de la nobleza, la clase media e incluso de la más humilde de la que los Linares fueron padrinos de bautismo y que, andando el tiempo, se beneficiaron de su largueza gracias al testamento de don José Murga. Todas llevan el nombre Aparte de las infamias, los desinformados informadores han dicho no pocas tonterías, como que la marquesa era hija de una humilde estanquera (otros dicen cigarrera) ¡y hermana de su marido! apelan la más santa de las mujeres Aparte de las infamias, los desinformados informadores han dicho no pocas tonterías como que la marquesa era hija de una humilde estanquera (otros dicen cigarrera) ¡y hermana de su marido! Vamos a pulverizar tan egregias sandeces como pruebas irrefutables: Doña Raimunda Osorio y Ortega era de nobilísima estirpe gallega, emparentada con el conde de Trastamara (1445) con el marqués de Torremejía (1799) y entre sus ascendientes se encuentran caballeros de las Órdenes de Calatrava, Santiago, Carlos III y San Juan de Jerusalén, con cartas de nobleza expedidas en la Real Cancillería de Valladolid y en la Real Compañía de Guardias Marinas, según leo en el ensayo biográfico del erudito local linerense don Adolfo Corbella Torres que fue premiado en los Juegos Florales de mayo de 1955 por el Ayuntamiento de su ciudad natal. Ser hija de una estanquera (o cigarrera) no es desdoro para nadie. Hacer vida marital con su hermano, sí. Veamos ahora que esto la dote en el Juzgado de la que hablamos está avalada por el escribano público de Su Majestad, don Francisco Seco de Cáceres. En la que consta, por cierto, que se han hecho las tres amonestaciones de rigor para que si alguien conoce impedimentos para la boda que los declare. Y nadie declaró nada. La patraña cae por su propio peso, pero es de tal magnitud que prefiero atribuir su audaz difusión más a radical desconocimiento que a malicia encubierta. Acusaciones gratuitas Mas como digo, no es el tema espectral el que hoy me acucia, sino el de reivindicar la memoria de los primeros marqueses de Linares, hoy acusados gratuitamente y con harta frivolidad de incesto, parricidio y emparedamiento de su víctima, cuando fueron unos seres radicalmente ejemplares, totalmente entregados a hacer el bien. En el Patronato Institución de Caridad Marqués de Linares (presidido, según establecen los Estatutos, por el presidente del Tribunal Supremo, del que es vicepresidente el cardenal arzobispo de Madrid, y patrono delegado don Antonio Martín de Santiago- Concha, actual titular del marquesado) he encontrado un curiosísimo documento que habla por sí solo. Me refiero a la lista de las treinta y ocho coronas de flores que fueron enviadas a su capilla ardiente el día del sepelio de la marquesa, y al lema grabado en su correspondiente lazo mortuorio. Uno reza Filántropos Don José Murga y Reolid fue uno de los mayores filántropos de su tiempo, que sembró España de hospicios, hospitales, casas de caridad y fundaciones benéficas. Al leer el inventario de su testamento dudo que la fortuna de su contemporáneo el marqués de Salamanca pudiera competir con la suya. Para premiar su ejemplar dedicación a los pobres, el buen Rey don Amadeo le concedió los títulos de marqués de Linares y vizconde de Uanteno. Ignoro si fue an-

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