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ABC MADRID 22-04-1989 página 64
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ABC MADRID 22-04-1989 página 64

  • EdiciónABC, MADRID
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VIH ABC ABC 22 abril- 1989 Caja de fábulas L Quijote es una caja china infinita, caja de fábulas dentro de fábulas: por muchas que el lector vaya descubriendo le quedará siempre una más. Cabe una lectura lineal del Quijote, que siga a los protagonistas a través de su peripecia viajera, con el auxilio de los filólogos que han anotado contemporáneamente la obra para volvérnosla más asequible, explicándonos palabras, frases fósiles, costumbres de- época. Pero vale también fa trampa de abrir la caja de sorpresas por donde mejor parezca, y buscar los múltiples embrujamientos; las aventuras de cautiverios y amoríos, galeotes y bergantines piratas, magos y damas barbudas o convertidas en simias de bronce, caballos voladores y cabezas encantadas. Unos episodios centellean sobre otros, espejos sobre espejos. El Quijote no tiene límites: invita a la exploración inacabable de remotas y nuevas narraciones Cuándo miremos cómo el cura y el barbero queman los enloquecedores libros de caballerías, y salvan el Atnadís de Gaula, el Tirante el Blanco, La Galatea del propio Cervantes, ¿no sufriremos la tentación dé rastrear tales pistas? Don Quijote se tropieza, muy avanzado el rlato, con un personaje, Alvaro Tarfe, salido del Quijote apócrifo de Avellaneda, que asegura conocer a un don Quijote que no es don Quijote: he aquí otra caja en la que podemos registrar. La historia misma, misteriosa de la historia de don Quijote- unos papeles en árabe de Cide Hamete Benegeli, encontrados en Toledo- ¿no le permiten al lector imaginar una trama en torno al añejo manuscrito o a los orígenes del héroe? Así lo hizo Franz Kafka en La verdad sobre Sancho Panza; y así lo ha hecho, muy recientemente Paul Auster eñ La ciudad de cristal, rara novela de detectives. El Quijote signo de la ficción transfigurada en vida, nos cuentos: una región cuyo idioma, formado por mentiras, nos reserva una verdad. Justo NAVARRO Argumentos pai ¿Qué significa hoy el Quijote indiscutible, la mejor nove proclamado tantos lectores, tañí Si nunca está de más invitar a I; fechas parecen especialmente jóvenes y de muy distinta forri ABC Literario algunas de sus r o t j describe el espacio mágico de los 1 H IOHU. 0 w j T La suerte de la verdad L principal defecto de los escritores españoles, se ha dicho, estriba én su elocuencia. Una elocuencia que tiende siempre, como un árbol torcido, hacia la retórica. Si hay un libro que no es ni elocuente ni retórico es El Quijote. No hay una sola razón para leer El Quijote. Como todos los grandes libros, hay tantas razones para leerlo como lectores. Los cervantistas apuntan siempre hacia ta realidad para aceptar eí milagro de ese libró, pues de milagro se trata. Pero eso no es exactamente asi. Nada de lo que ocurre en El Quijote es real y, sin embargo, riada de: to que Cervantes nos ha descrito en él deja de; ser verdadero. Esa es la primera lección de Cervantes; como lo es también la primera de Velázquez: la realidad es una mentira bien contada ó, si se prefiere, una verdad mal vestida. Yo creo que la fascinación que El Quijote ha ejercido siempre sobre los escritores (como Velázquez sobre los pintores) estriba en que no tiene estilo y, por tanto, en que nó se puede aprender de él literatura. Cervantes enseña a vivir, pero no a escribir. Todo amor es fantasía nos dice la copla. En El Quijote nada es más cierto. Admitirlo es enloquecedor, y enloquecer, del lado de la bondad, como Alonso Quijano, es algo que sólo les está reservado a los muy grandes, como Cervantes, esa clase de hombres que tuvieron la suerte de la verdad. Andrés TRAPIELLO ODA razón es: buena para acercarse a un libro, y hay muchos- m u c h í s i m o s u e ni razones necesitan. Él Quijote, por ejemplo. Un Libro de Libros que parece presagiarlos todos, fundarlos y sucederlós, como si todo lo que pudiera estar en los l i b r o s y en la vida ya en él estuviese, presentido, o vaticinado, o insinuado. El Quijote es, antes que nada, una novela y- como t a l- contiene un mundo imaginario poblado de presencias vivas y simbólicas. Ese mundo está más allá del tiempo y del espacio que refleja, más allá del inmediata entorno que to ampara, más cerca del mito que del signo transitorio, y sobrevive con la envoltura de una gran metáfora sobre esto que l l a m a m o s la condición humana. A toda gran novela, a todo gran l i b r o le acaba pasando algo parecido. Y por eso, toda gran novela, lodo gran libro, es siempre algo más de lo que es, y el Quijote es también algo más que una novela, acaso todo un tratado sobre la desdicha de vivir en los límites de la realidad, sobre la libertad- tantas veces trágica y patética- que engendra la imagiriación, y Ja melancolía del desafuero, de andar detrás de lo imposible, en pos- a l fin- de la inocencia final, aunque sea una inocencia que sólo se alcanza en la locura. Una razón para leer el Quijote- o para volver a leerlo, ya que es urr libro infinito- puede ser esa razón eterna del espejo sin fondo donde mirar lo que somos, la de hallar la quimera de nuestra propia huella en la ruta de don A l o n s o e n la extrema soledad de su sueño y de su maltrecha cordura. Luis Mateo DÍEZ Y si el amor va vivido, hay que so que se ama... y s más fácil como lo Quijote, para t estrategas del am esclavos siendo e decir: gan

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