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ABC MADRID 27-12-1987 página 28
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ABC MADRID 27-12-1987 página 28

  • EdiciónABC, MADRID
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28 A B C NACIONAL DOMINGO 27- 12- 87 Barrionuevo lo hace bien en la lucha antiterrorista, pero no en la Policía El único papel de la Iglesia frente a la violencia terrorista debe ser la condena goza, por su nombramiento en la UNESCO. La mayor parte de los que estábamos allí no militábamos políticamente, otros estaban en distintos partidos, y las relaciones personales eran buenas, porque están por encima del hecho político. -Podríamos hablar de su actividad como empresario, de cómo la sociedad de consumo adora cada día más el celofán. ¿Se parece esto en algo a la política? -Sí. Uno tiene que poner un cierto orden en las personas y en las cosas para lograr unos objetivos. La diferencia está en que, en política, uno sirve a los intereses de todos, mientras que en la empresa privada uno responde fundamentalmente a los intereses de algunos. Ahora encuentro una gran adecuación entre el esfuerzo realizado y lo conseguido, mientras que en política a veces uno desarrolla un gran esfuerzo y lo conseguido es mínimo, o viceversa. ¿Influyó su condición de ex ministro para ser fichado por esta empresa? -Llegué aquí cuando aún no había transcurrido un año desde la derrota de UCD, y aquello no era precisamente como para influir... ¿Cómo valora, desde este despacho, la actuación del actual ministro del Interior, José Barrionuevo? -Creo que lo está haciendo fundamentalmente bien en la lucha antiterrorista. Me parece, sin embargo, que no tiene las ideas muy claras en la organización policial, y la ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado debería haber supuesto un avance mucho mayor, pero se quedó a medio camino del cambio que se podría haber realizado. -E n cuanto a seguridad ciudadana, prevención de la drogodependencia, etcétera, ¿cómo se está actuando? -Creo que es excesivo pedirle a Interior exclusivamente responsaabilidad en esas materias. Hay una situación económica muy condicionante, que lleva a unas altas cifras de paro, especialmente paro juvenil, y todo eso tiene relación con la delicuencia y con las drogas. Por eso, en mi época, cuando el Ministerio del Interior se quedó en algo único y exclusivamente relacionado con la segundad, segregando las competencias que tenía en la vida local y autonómica (e incluso algunas que yo mismo separé en el setenta y siete, como la Sanidad y las Comunicaciones) defendí un planteamiento que ahora mantengo. Se trata de crear un Ministerio único del Interior y Justicia, que posibilitaría, además, las existencia de una verdadera Policía Judicial y que haría inviables las diferencias, casi consustanciales, entre los dos Ministerios actuales. Si el PSOE promete el cambio y la modernización, podría haber llevado a cabo este objetivo, además de la reorganización de las fuerzas policiales. -Esta fusión de Interior y Justicia, ¿sería un invento español o existen precedentes? -E n los países latinos no, puesto que los Ministerios de Interior lo suelen ser también de la vida local. Quizá lo que propongo tenga más relación con la organización anglosajona. ¿No correría peligro la independencia del Poder Judicial? -No. Esa independencia debe estar garantizada por el Consejo General del Poder Judicial, y tan independiente sería un juez dictando una sentencia con respecto al Ministerio de Justicia que con respecto a ese Ministerio de Interior y Justicia. ¿Cree usted que la sociedad española tiene miedo al poder, es temerosa ante la mayoría absoluta, está de algún modo acobardada? -Piense que en la época de UCD había una mayor sensación de libertad porque, objetivamente, había más libertad. Conste que yo mismo saludé con alegría que en el 82 hubiese un Gobierno con mayoría absoluta, porque uno de los males de la UCD derivó de su empeño de gobernar en minoría mayoritaria. Pero se abusa de la mayoría absoluta tanto en el Gobierno del 82 como en el del 86 y, de algún modo, el resultado de las elecciones municipales y autonómicas del 87, con la pérdida de mayoría absoluta en muchos Ayuntamientos y varias Comunidades autónomas, está relacionado con esa prepotencia. Además de menos libertad hay algo más grave, especialmente con un Gobierno socialista: hay más desigualdad, y los servicios públicos son peores, desde la enseñanza hasta las comunicaciones. Frente a esas realidades, lo que hace el Gobierno es contestar con respuestas genéricas: Hemos consolidado la democracia estamos integrados en Europa Los españoles ya se sienten ellos mismos legítimamente demócratas y europeos, y lo que realmente piden es un Estado que funcione y que dé por el menor precio posible los mejores servicios públicos. Nuestra entrada en Europa supone un recorte de la soberanía de los españoles Las Autonomías no deberían sentirse sólo sindicatos de intereses frente a Madrid terrorismo debe ser la condena. La discusión política tiene sus cauces, sus parlamentarios nacionales o vascos y, como católico practicante, no me gusta que los obispos se metan en esto. ¿Cuál es su visión de la marcha del Estado de las Autonomías? -Nuestra entrada en Europa supone un recorte de la soberanía de los españoles, algo que, por tanto, afecta a la propia autonomía de las Comunidades. Por otra parte, el Gobierno debería ser el primer Interesado en que hubiese un reparto homogéneo de competencias porque, a mi juicio, no es bueno que haya cuatro estatutos de primera y trece de segunda. Y otra cuestión: las Autonomías no deberían sentirse puramente como un sindicato que defiende los intereses de su Comunidad ante eso que llamamos Madrid. Echo de menos, y resulta sintomático, que de ninguna Autonomía haya procedido iniciativa legislativa alguna con razones distintas a la defensa de los intereses propios, por muy justa que sea esta defensa. Volver a la política ¿Cómo están sus relaciones con el CDS de Adolfo Suárez? -Con el CDS no tengo relación. Y a Adolfo Suárez le veo poco y, desgraciadamente, nos encontramos en los últimos meses en actos como los funerales de Jesús Viana o de Enrique de la Mata, o en el aniversario de Juan José Rosón. ¿Echa usted de menos en la primera fila de la política a otros históricos, como Carrillo o Fraga? -Sí. La historia de esta época de España no se explica sin ellos. Pero no cabe ir contra los acontecimientos. ¿Por qué razón volvería usted a la política activa? -N i me creo imprescindible ni me creo necesario, y, por otra parte, veo que el país funciona bien. Si soy sincero, le tengo que decir que me veo más bien en instituciones de mayor carácter social. Al final, me habla de sus hijos, de diecisiete y quince años; de la alegría que recibieron cuando, siendo muy niños, se enteraron de que el padre abandonaba la política o cuando, como algunos decían, se bajaba del coche oficial sobre el que pasó media vida e hizo decenas de miles de kilómetros de España. Le queda ahora tiempo para leer, sobre todo ensayos sobre la vida política española de los siglos XIX y XX. A un amigo que le llama por teléfono le dice, casi rogándole: Cuando vengas a Madrid no dejes de llamarme, porque ahora tengo más tiempo libre. No sé si, en algún rincón muy íntimo, tanto tiempo libre se está convirtiendo en una tortura. Faustino F. ALVAREZ Política e Iglesia ¿Cuál es su opinión sobre la actuación de la jerarquía eclesiástica en la sociedad española? -L o hizo muy bien en la transición, y menciono especialmente al cardenal Tarancón. Cuando se preparaban las disposiciones sobre la amnistía pedí y obtuve la colaboración de la jerarquía eclesiástica favoreciendo el clima necesario. Noto, sin embargo, que ahora a la Iglesia le cuesta trabajo volver a su sitio, a pastorear la grey. Siente tentaciones de intervención política y la última de ellas puede ser la pastoral de los obispos vascos sobre el terrorismo. En un régimen indiscutiblemente democrático, esos son asuntos de los políticos. El único papel de la Iglesia frente al

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