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ABC MADRID 23-12-1987 página 103
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ABC MADRID 23-12-1987 página 103

  • EdiciónABC, MADRID
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MIÉRCOLES 23- 12- 87 A palabra es, sin ningún género de d u d a s lo más significativo del ser humano en cuanto especie animal superior. Es en razón a ello por lo que deseo dejar constancia de su simple sustantividad física, en cuanto que ella indudablemente se desliza por nuestro cerebro a través del oído o de la vista con tal suavidad, y sin obstáculo alguno para la conciencia (salvo en casos excepcionales de ardor, pasión o extrañeza o rechazo, por ignorancia de su significado) llevándonos a entender o a comprender aquello que se nos comunica o se nos explica. La palabra sin su aprendizaje puede no ser más que simple sonido; esto se comprueba con la simple constatación de la utilización de los idiomas. Si uno no entiende un idioma, para comunicarse con el prójimo que lo habla tendrá que utilizar los gestos, los dibujos o la mímica, porque la palabra quedará por completo desplazada, ya que no entenderá lo que significa aquello que sé le dice. Pero ya tratándose de la utilización del mismo idioma, el dominio de la palabra, hablada o escrita, viene a constituir el dominio de la comunicación entre los seres humanos y, por tanto, el reconocimiento de los que le escuchan o leen de la inteligencia y la cultura del orador o escritor que la pronuncia o la ha escrito, en el caso, naturalmente, de que éste se exprese con la propiedad y la adecuación debidas. Claro está que es cosa sabida que la palabra le sirve al hombre muchas veces para ocultar su propio pensamiento y, a veces, incluso, expresar lo contrario de lo que opina o cree, pero ello constituye la excepción, no la regla, y los oyentes o lectores suelen calar al que así se expresa. Por ejemplo, ocurrió con un orador con fama de vicioso, que en una reunión donde se hallaba el poeta Horacio con otros oyentes, como Horacio comprobara que el mismo pretendía dar lecciones de moral, se enfrentó con él interrumpiendo su discurso y le increpó de la siguiente manera: Oh, Casio, ¿es que tratas de vendernos palabras como si no te conociéramos? Con las palabras hay que tener mucho cuidado, pues cuando se emiten no retroceden nunca y pueden dejarnos en una situación comprometida o ridicula. Recuerdo a este TRIBUNA ABIERTA -ABCpág. 103 L JUNTO AL RETIRO EN CASA ANTIGUA REHABILITADA MAGNIFICO PISO A ESTRENAR Tres dormitorios Dos baños completos Salón- comedor Cocina amueblada VENDE CASAS DE RENTA ANTIGUA, S. 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Pues cuando la pregunta es en sí ab- una disonancia, que el oyente o el lector captan y rechazan o rehusan de un modo inmesurda y exige contestaciones innecesarias, diato y automático, como repulsa tiene a veces el inconveniente, que se refleja en el gesto y en la aparte de avergonzar a quien la consecuente actitud contrariada hace, de conducir al que la oye del que lo percibe. sin fijarse bien en ella, a contestaciones absurdas, y de dar a El lenguaje debe constituir ambos el aspecto ridículo que siempre algo melódico y sinfónilos antiguos expresaban dicienco. Importa menos lo que se do: uno ordeña al macho y otro diga que el cómo la diga uno. sostiene el jarro. Quien domina los recursos exTambién hay que considerar la presivos de su voz y gesto, dodiscrección del trato y la confianmina en mayor grado la facultad za que se tenga con él o los inde impresionar al prójimo que el terlocutores. Asimismo, Horacio, erudito que disponga de millares en sus Odas expresó esa de notas sobre un asunto. Déconfianza que a veces se transmonos cuenta de que la palabra muta en indiscrección, cuando viene a constituir un sustitutivo describió que luego que vino la de la voz, de ese sonido irregucena charló cosas de decir y co- J. L. Ortiz- Cañavate lar y gutural del animal, emProcurador de los sas de callar pleando el cual éste puede exTribunales Pero no pretendo hablar del presar placer, dolor, animadvercontenido conceptual de las palabras, sino sión, atracción y deseo, y hasta puede que simplemente de sus formas abstractas y objetedio, apatía y desde luego la atonía y la destivas, y así gráficamente expresado considero templanza orgánicas. La palabra es el sustituque estas palabras deben semejarse a esas to del acento y de la actitud y el gesto, y éslangostas del campo que dan grandes saltos tos constituyen ios sucedáneos de la acción. y que si no se estrellan es porque sus patas Las palabras puede decirse que forman un han transformado sus extremos en una espea modo de material líquido que permite la cacie de guantes de boxeo, que llenos de aire nalización que nosotros queramos darle con amortiguan la caída; y estimo que igualmente nuestras ideas, que incluso admite impulsioel lenguaje, aunque el que lo utilice dé el nes y estancamientos, pero que sigue congran salto hacia cuestiones abstractas, filosóservando su sustancia inalterable siempre, ficas o científicas, ha de contar igualmente aunque en una gama infinita de mezclas en con los amortiguadores de las palabras que sus tonalidades, y esa sustancia que puede permitan al que se expresa tomar tierra en fluir perfectamente por nuestros procesos la mente de sus prójimos con suavidad y sin mentales, puede de igual forma chocar o no brusquedades. En razón a ello y someramencoincidir con las ideas de nuestro prójimo, te voy a referirme a lo que representa la pro- quien rehusa o simplemente muestra su indipia naturaleza de la palabra, en su simple ferencia hacia proyectos o propuestas que al significación física y gutural. surgir en nosotros hayan podido provocar incluso nuestro entusiasmo, y que a nuestro inLa palabra sirve por lo pronto para poner terlocutor o lector le sumen, sin embargo, en en marcha la turbina del pensamiento propio la mayor de las indiferencias. y el ajeno. -Igualmente sirve para transformar estados de ánimo, bien atenuándolos o bien vigorizándolos, o bien provocándolos si por reacción el lector y oyente discrepa o se disgusta por lo que dicen. También sirve para ensamblar ideas y efectuar una coordinada exposición de las mismas con base a hechos, o a sucesos o a acontecimientos que las palabras describen, examinan o analizan, y que uno ve, capta o discurre sin esfuerzo por la propia lógica interna de su exposición. Por último, el familiarizarse con las palabras cultas por la cultura o el estudio sirve para captar con mayor facilidad lo que se lee o lo que se oye, pues gracias a esa familiarización el cerebro trabaja diríamos como deslizándose y puede asegurarse que cuanto más familiar le resulte una palabra a una persona, con tanta mayor facilidad discurre en la frase para ella, aprehendiendo la idea que la infunde. PALABRAS En cuanto al valor en sí que la palabra aislada tenga a la composición de la frase, éste, por supuesto, que resulta muy relativo, pues

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