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ABC MADRID 19-12-1987 página 67
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ABC MADRID 19-12-1987 página 67

  • EdiciónABC, MADRID
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19 diciembre- 1987 ABC ABC VIL La dignidad ante lo descompuesto Acaba de llegarme una triste noticia. Ha muerto Marguerite Yourcenar. Esta muerte me sorprende como si fuera una injusticia: escritores de su talla no debieran morir. Y sin poder evitarlo acuden a mi mente los primeros contactos que tuve con su obra. Me habían prestado un librito por si quería traducirlo, el que después vertí al español con el título de Alexis o el tratado del inútil combate. Lo leí en una aburrida tarde de invierno, pero me apasionó tanto su lectura que olvidé en seguida invierno y aburrimiento. Ya había oído hablar de Marguerite Yourcenar en Francia, donde era conocida por muchos lectores franceses, sobre todo por aquellos que no se dejan impresionar por modas y caprichos del momento, pero nunca había leído nada de ella. Al acabar la lectura comprendí que había encontrado a mi autor. Todos los traductores soñamos con que esto nos ocurra alguna vez. -Sentí inmediatamente deseos de emprender la aventura (pues de aventura se trata cuando se empieza una traducción) Esto fue allá por el año 1977. Desde entonces a acá sus Hbros han ido sucediéndose sobre mi mesilla de noche, convertidos en libros de cabecera que- empleando una de sus frases- me ayudan a soportar el mundo sin olvidar la perfección más amplia en la que se inscribe El Alexis no obtuvo de momento gran éxito de crítica, pero fue introduciéndose entre ciertos lectores y mucha gente me habló de él con entusiasmo, confesándome que les había aportado algo importante para su vida. Esto me animó para seguir traduciendo casi toda su narrativa, excepto la extraordinaria novela Memorias de Adriano, que Julio Cortázar había traducido mucho tiempo atrás. Por cierto, que, a pesar de haberse visto expuesta en el escaparate de algunas librerías españolas, tuvo que esperar a ser editada por segunda vez en España, coincidiendo con el ingreso de fviarguerite Yourcenar en la Academia Francesa- que rompía así la tradición, por la cual no se permitía a las mujeres el acceso a tan docta institución- para obtener el merecido triunfo y lograr que una escritora, a quien yo calificaría de miñonas llegase a convertirse en un best- seller. Opus nigrum (en mi opinión, sin duda alguna, su mejor novela) fue la segunda de sus obras que traduje. La vida del médico y alquimista Zenón (a quien su creadora confesaba amar como a un hermano) comienza con una hermosa cita de Pico della Mirándola, en donde resalta esa fe en la dignidad humana y en los poderes infinitos del hombre, tan propio del Renacimiento, y termina, sin embargo, con el desengaño de ese hombre túado que es Zenón ante un mundo que en realidad sólo le permite conservar la suficte- ie dignidad para soportar el desastre. Si es verdad que las palabras son los ojos vivos de los secretos como decía el futurista- rjso KSednikov, pienso que tanto las palabras da Adriano, el nombre de Estado, como las de Zenón, el alquimista, nos transmiten con andad el sentir de la autora, esa mirada suys sobre un mundo en descomposición. Las vr, ficias de estos dos personajes nos hablan rribién de nuestro mundo de hoy. Acaso sea sía la razón de su inusitado éxito. Visión pesimista la suya, es cierto, pero al menos nos devuelve la confianza en la dignidad humana, lo que no es poco. Año tras año he seguido traduciendo con amor la narrativa de esta autora: Cuentos orientales, El denario del sueño, Recordatorio, Archivos del Norte, Como el agua que fluye, El tiro de gracia y, recientemente, A beneficio de inventario... Y ahora, de repente, me entero de que acaba de morir Marguerite Yourcenar. Estoy algo aturdida, de modo que estas breves frases no expresarán gran cosa. Me pillan en mal momento; pues, pese a no conocerla personalmente, es como si hubiera muerto alguien muy querido. La conozco, sí, de una manera entrañable a través de todos los personajes que ella creó y que permanecerán en mi memoria y en mi vida como una de las cosas más importantes de la misma. He convivido con esos personajes suyos tanto tiempo, pegada a la máquina de escribir, y tratando de solucionar la multitud de problemas que me planteaba el rico y límpido francés de su creadora, los ritmos interiores que recorren su prosa... Los grandes también mueren, y hoy le ha tocado a ella. Es un tópico, lo sé, pero una escritora así nunca muere: ahí tenemos todas esas obras suyas en donde se refleja como en un espejo su visión de los problemas más hondos e insondables que se le presentan al ser humano. Gracias por todo, Marguerite Yourcenar. Descansa en paz. Emma CALATAYUD Experiencia y mito Existen escritores a los que se les ama. A otros se les admira profundamente. Para el amor es necesario el contacto personal, ese encuentro de dos personas en el que brota la amistad. Desgraciadamente, a lo largo de mi vida no tuve la oportunidad de conocer a Marguerite Yourcenar, y ésta es la razón por la que debo expresar la profunda admiración que me produce esta escritora, admiración a la que faltó una relación más personal e íntima. Marguerite fue, además de una novelista- tal vez la más grande de ias creadoras de ficción de nuestro siglo- una extraodinaria poetisa del lenguaje. Creo que esta combinación de narración y metáfora, de experiencia y de mito, de realidad y sacralidad son las características más relevantes de una mujer que bebió en la antigüedad clásica para dar a luz la imagen, el sentimiento y la honda ¡ncertidumbre que caracterizan al hombre actual. Nosotros, los escritores brasileños, somos un crisol de razas y de culturas diferentes, e incluso opuestas en su origen, que más tarde se funden en este pueblo primitivo y actual, en este sentir lo mágico y lo cotidiano como una unidad. Son realidades muy diferentes la de la escritora y la de nuestro mundo cultural, pero que se armonizan maravillosamente por ese entrecruzamiento entre lo humano y lo divino. Lo que ella buscó en los paisajes clásicos, nosotros lo buscamos en el hondo sertón; el misterio y la agonía que etla encontró en el hombre, nosotros la padecemos en nuestra carne. La patria de un escritor es la Humanidad y las lenguas conforman finalmente una extraordinaria sinfonía de poesía y verdad que anima el carnaval de la vida. Estas son las cosas que me hacen admirar el arte de una creadora como Marguerite Yourcenar. Como ya he dicho, no tuve la oportunidad de conocerla; sin embargo, un fotógrafo bahíano, buen amigo mío, realizó un reportaje gráfico sobre ella. En numerosas ocasiones me habló de esta experiencia y me ofreció un retrato suyo en palabras, retrato que estaba por encima de cualquier visión plástica. Fue una imagen llena de pausas y de gestos retenidos, de voces y breves comentarios, de silencios y de soledades. Marguerite era esa metáfora que se hunde en la entraña misma del hombre, era ese sentimiento medio escéptico medio esperanzado que caracteriza al mundo occidental. Aunque no se pueda hablar de una influencia directa en las letras brasileñas actuales, su libro Memorias de Adriano ha sido, y sigue siéndolo, una de las obras con mejor acogida por nuestros lectores. Siento como algo muy profundo e íntimo la muerte de Marguerite Yourcenar, de esta novelista que ha sido una de las grandes creadoras de ficción de nuestro siglo, tal vez la más importante. Jorge AMADO

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