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ABC MADRID 12-12-1987 página 120
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ABC MADRID 12-12-1987 página 120

  • EdiciónABC, MADRID
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GENTE y- aparte Barba en la barbilla Barbachivo L A barba, qué duda cabe, es asunto de gran trascendencia en la vida contemporánea. Basta escuchar una voz que sentencia: Mira, barbachivo para hacerse cargo de la importancia inaudita de un adjetivo relativamente poco frecuente en nuestro país, pero que adquiere una dimensión casi cósmica en los llamados territorios nórdicos, donde abunda la especie Barbachivo Subirse a las barbas o Barbacabra son, sin embargo, expresiones de indudable talante nacional. Lo de subirse a las barbas se dice mucho por eso de que aquí anda todo el mundo subiéndose a las barbas o a otros lugares del prójimo, y es esta una respuesta pudibunda ante tanta soba mental como la que, día a día, supura esta implacable patria nuestra. Lo de Barbacabra tiene aroma de desprecio tominero, y se aplica al ser de índole ajudiada que ha tenido la desdicha de dejarse crecer una barbacabra V AMOS por puntos, o por barbas, como ustedes prefieran. eso si, con barba enteríta, no de tres días. Segundo: ¿por qué las barbas enteritas? La razón es sencilla: siempre que en mis películas he tenido que besar a los actores con barba de tres días- por exigencias del personaje- ha sido un caos tremendo. Ha habido que retocar en cada toma mi barbilla, enrojecida por el roce desmesurado producido en la piel; he tenido que aguantar los pinchazos, y encima, por la noche, en casita, he debido embadurnarme de synalar para aliviar el escozor de mi cara. Tercero: conste que todo esto que escribo no es contra las barbas, sino contra la pelusa. Y si se tiene barba, barba, ha de cuidarse mucho. Limpiársela después de las comidas- por eso de los restos- y tenerla siempre j bien peinada y perfumada. ¡Éso o es una barba! o Primero: la mayoría de los hombres que me han gustado verdaderamente no han tenido barba. Esto no quiere decir que no haya habido alguno, pero, Cuatro Rosas Camino Soria, donde los Caligari serán oficialmente agasajados el día de San Esteban (sábado, 26) Jaime, Edi y Femi, para pasar el invierno, han abierto Cuatro Rosas, un puerto para todos los noctámbulos de la capital, desde los últimos náufragos de la movida heroica hasta los más eximios zascandiles de la posmodernidad, pasando por todos esos provincianos que aprovechan los fines de semana para acercarse a Madrid dispuestos a alternar con los figurones de la presunta avant- garde La musa de Almodóvar, Rosy von Dona- e n la imagen, con Jaime y Edi a plena luz en la noche de la inauguración- regenta el local con la sabiduría y la gracia con que Lily Lartgtry presidía el bar del juez Roy Bean al oeste del Pecos. Una de las atracciones de Cuatro Rosas es que por allí, a pesar de lindar con el S e n a d o no van barbudos Maribel VERDU Actriz La diligencia De todas maneras, y a pesar del carácter propiamente delator de la barba, quizá lo más curioso sea su significado social en nuestros tiempos, el misterio que encama ese colgajo apostado en el caretón. Muchos son en nuestro país los que han rasurado sus barbas con et advenimiento de la modernidad. ¿Moda? ¿Coyuntura? ¿Tema? ¿Reconversión? ¿Síndrome? ¿Antijomeinismo? ¿Gil y Gil? ¿Europa? No se sabe. Esa espectacular caída de la barba sigue siendo un enigma de la transición. El resultado, digno de sesudos anáfisis, es que el ciudadano se inclina por la maquinilla, incluso aquellos que con tanto fervor emular ran a don Carlos o don Ernesto en los convulsionados años sesenta. La próxima lección histórica puede ser el rasurado de cabeza con leve incfinación. Cosa de ir todos formalitos. Menos mal que queda la sabjduría popular: Cuando las barbas de tu vecino veas pelar... Eduardo BRONCHALO GOmSOLO Berlín II, el del Este E L reparto no ha sido justo. Berlín Este se ha quedado con la mayoría de los monumentos y edificios más significativos. En la avenida linter den Linden (Bajo los Tilos) se encuentra la Opera Nacional Alemana, la Biblioteca Estatal Alemana y el Museo de Historia. La Puerta de Brandeburgo señala la frontera con el Berlín occidental: no es el Muro de las Lamentaciones, sino el de la Vergüenza. En el Monumento a las Víctimas del Fascismo (uno ya duda de si se trata del fascismo negro o del rojo, viendo los cambios de guardia con sabor a paso de oca) unos recién casados cumplen con la costumbre de depositar un ramo de flores junto a la llama, mientras, fuera, el cabo americano de uniforme, que hoy libra en la Base de Berlín Oeste, se hace una foto para enviar a su novia cuarentona ele Minnesota. Paseando hacia el Museo de Pérgamo, las mañanitas- esos autos técnicamente tan malos, pero simpaticones- -queman la gasolina, impregnando de un aroma plomizo la atmósfera. Una vez sales, recofortado, del museo, y habiendo escuchado la mejor música sacra en la Catedral Francesa- las iglesias no cumplen otra función que la musical- te topas con el pirulí de la Televisión. Móntate allí y verás Berlín, y si de camino te entra el hambre, aprovecha para tomar algo en el restaurante de arriba, porque el mapa de la ciudad sólo tiene señaladas quince copas ¡cónicas donde saciarte y gastarte los marcos que obligatoriamente has tenido que comprar en la aduana. La antena de televisión cumple dos misiones antagónicas: emitir programas en alemán socialista e interferir emisiones en alemán capitalista. En el Berlín oriental los hijos desesperados del rock and walMslen cueros negros con chapas, braza- tetes de pinchos y se pelean con los Vopos- policía popular- para acercarse al Muro y escuchar el concierto dé rockóuro que el Ayuntamiento de Berlín occidental ha organizado para conmemorar el DCCL aniversario de la fundación de Berlín. Los jóvenes alemanes han asumido et papel de las dos Alemanias, y no se plantean la unificación. Sin embargo, cerca de dos mil personas intentan cruzar el Muro, huyendo del Berlín Este, todos los años. Muchos se quedarán en el empeño, y las cruces a lo largo de las alambradas dan testimonio de ello. Porque Berlín oriental es una ciudad que mata de verdad. Romualdo MAESTRE i LjOMBRE! ¡Pues no faltaba l l I más! Decirme eso a mí... ¡Vamos Uno, que es un hombre de bien y se gana la vida fatigando en el taller. Dale que te pego noche y día por sacar adelante a tos míos. Que si míreme usté, Josito, esas bujías de campanoio. Que si, Josito, por favor, a ver si la correa de los platinos me se desliza y patina. Que si cuando buenamente pueda, don Josito, me repasa y da lustre al vehículo con el cristasol. Porque yo soy como soy y el Señor me ha hecho a semejanza de la bondad. Que ya quisiera yo ver a otro en mi lugar correspondiente, las respuestas que le hubiera proferido a la señora. ¡No 120 ABC 12- 12- 87

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