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ABC MADRID 07-12-1987 página 11
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ABC MADRID 07-12-1987 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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LUNES 7- 12- 87 OPINIÓN -ABC pág. 11 L encuentro de hoy en Washington entre Reagan y Gorbachov no puede ser considerado como la simple repetición de esos teatrales protocolos que han venido animando la crónica del mundo, bajo la equívoca etiqueta de encuentros en la cumbre. Esta vez estamos ante el intento de alcanzar un nuevo estilo de relaciones entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, mucho más directo que el existente hasta ahora. El diálogo entre las dos potencias imperiales de la segunda mitad del siglo XX ha oscilado entre el enfrentamiento y la negociación, a lo largo de una sucesión de tensiones y distensiones. Pero los movimientos del péndulo tenían dos límites: la guerra era imposible, pero la paz resultaba improbable. Ni los dos grandes podían autoaniquilarse, ni tampoco ponerse de acuerdo, separados por barreras ideológicas infranqueables. El comunismo y el liberalismo encarnaban la nueva versión de la lucha de clases a escala mundial, pero sus abanderados quedaban prisioneros de la prudencia que en las relaciones internacionales de la era atómica imponía a ambos Gobiernos la amenaza omnipresente de la bomba nuclear. No habría guerra, porque su precio era imposible de pagar, pero tampoco paz, ya que comunismo y liberalismo ni eran, cada uno por su cuenta, lo suficientemente poderosos para dominar el mundo, ni tan débiles para permitir al otro que alcanzase la dignidad de emperador universal. Ni guerra ni paz, ésta era la doctrina de la disuasión, mantenida sobre esos dos enormes acontecimientos que han marcado la realidad internacional desde 1945: la aparición de la bomba atómica y la existencia del poder soviético. A SI se ha vivido durante X I casi medio siglo, y será preciso reconocer que, al menos en Europa, es decir en el centro de gravedad del interés mundial en los últimos decenios, el sistema d i s u a s o r i o basado en la ofensiva amenazante ha dado resultados. El equilibrio del terror no ha evitado el terror, pero, al menos, ha guardado el equilibrio, aunque este equilibrio, esencialmente inestable, no pudiese E EL ENCUENTRO ENTRE REAGAN Y GORBñCHOV constituir el pilar permanente de la precaria paz instalada en el mundo. Ni la Historia perdona a los perezosos ni la vida tolera la inmovilidad ni la técnica había sido congelada por decisión diplomática. Las cosas cambian y quizás estamos asistiendo en estos momentos en la reunión de Washington a la demostración de que la guerra podrá ser imposible, pero la paz hay que hacerla más probable. Y para hacer la paz probable habrá que empezar por el desarme, que la anterior fase de disuasión, basada en la mutua capacidad destructiva de las modernas armas, convertía en inviable. Todos los Acuerdos sobre regulación de armamentos firmados entre los supergrandes durante los últimos años han valido para catalogar las armas, imponiéndoles diferentes niveles de crecimiento, pero no para destruir una sola de ellas. Ni SALT I ni SALT II sirvieron para retirar un misil de ninguno de los bandos, sino más bien para aguzar el ingenio de los investigadores en busca de armas cada día más implacables. Las múltiples cabezas n u c l e a r e s transportadas por un solo misil, fueron las consecuencias de los supuestos arreglos sobre el control de armamentos. HORA las cosas deben suceder al contrario. Por primera vez Reagan y Gorbachov van a ponerse de acuerdo para destruir determinadas armas que son, además, armas modernas, recién instaladas en sus emplazamientos bélicos. La desaparición de los misiles de alcance corto e intermedio en Europa será desde un punto de vista estadístico poca cosa frente al tamaño de los depósitos mundiales, pero el acontecimiento carece de precedentes. Se destruyen armas atómicas y precisamente en Europa. Ahora bien, el orden elegido por los dos grandes tiene una enorme significación política, porque ambos prefieren fundamentar sus futuros Acuerdos ofreciéndose el uno al otro un nuevo sistema de mutua seguridad. A L Gobierno ha sometido al secreto estadístico los datos con los que se elabora el índice de Precios al Consumo (IPC) según una respuesta parlamentaria. Es asombroso. En los tiempos en que hasta la URSS proclama la necesidad de la glasnost la democracia española juega al secretismo con un elemento de tan decisiva proyección sobre el bolsillo de los ciudadanos como es el IPC. ¿Qué pretende el Gobierno? Simplemente, reservarse la posibilidad de manipularlo políticamente siempre que le interese. El coste de la vida subirá o bajará, más o menos, en los términos que a la Administración le convenga. Lo que no dejará de ser, a la postre, una falacia, porque distorsionar la realidad económica es un engaño que no resiste demasiado tiempo. E SECRETISMO La Unión Soviética ve desaparecer los misiles de alcance intermedio estacionados en Europa, capaces de alcanzar sus centros vitales al oeste de los Urales desde un emplazamiento europeo, quedando, por lo tanto, desde ahora expuesta exclusivamente a la amenaza que proyecten sobre su territorio los misiles intercontinentales americanos. Este entendimiento bilateral del desarme puede ser el primer paso para establecer entre Moscú y Washington un contacto directo, la apertura de un nuevo sistema de seguridad donde ya no sean las dos grandes alianzas las que ejerciten la disuasión entre ellas y sostengan con su duelo el equilibrio del terror, sino algo así como un sistema a dos niveles, según ha escrito Pierre Hassner. Un primer nivel, MoscúWashington, donde amenazas y represalias no sufrirán interferencias externas al gran diálogo cómplice y rival simultáneamente de los gigantes. Y bajo esta cúpula, a la que incluso podría añadirse otro acuerdo en el nivel de la guerra de las estrellas otro plano de disuasión inferior, entre las dos Europas, del Este y del Oeste, bien vigiladas ambas por sus tutores supremos y obligadas, quizás, a buscar un entendimiento paneuropeo superior al que existió Presidente- Editor GUILLERMO LUCA DE TENA Director LUIS MARÍA ANSON Director de ABC de Sevilla Subdirectores Francisco Giménez- Alemán Darío Valcárcel, Joaquín Vila, José Javaloyes, Manuel Adrio. Joaquín Amado Subdirector: Antonio Burgos Jefes de Redacción: J. A. Qundin (Continuidad) J. C. ftzcue (E Especiales) B. Berasátegui (ABC Literario) A. Fernández (Economía) J. I. Ga Garzón (Cultura) A. A. González (Continuidad) R. Gutiérrez (Continuidad) L. Lz. Nicolás (fleportaies) C. Maribona (Coiv- njidad) J. L. 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De momento, puede asegurarse que es un intento para conseguirla. N

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