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ABC MADRID 22-11-1987 página 36
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  • EdiciónABC, MADRID
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36 A B C (OPINIÓN! El recuadro DOMINGO 22- 1 T- 87 Comentarios liberales- EL ALFAYATE Y EL REY C AÍA el sol sobre la llanura de Tablada o de Quintillo, y Sevilla era un paraíso por conquistar, el fulgor de la luz de otoño sobre las doradas manzanas de la torre de la mezquita. Estaba en silencio el llano, en silencio la azul lejanía de la sierra de Gibalbín, sólo roto de cuando en cuando por un remoto r u i d o de atambores. Fernando, Rey de Castilla y de León, le estaba poniendo cerco a S e v i l l a como quien pasea la calle a una mujer amada y de imposible conquista. Había traído río arriba a los montañeses de Bonifaz, que esperaban en un recodo de juncias y alamedas. Había traído a los más claros y nobles varones que Castilla dio y que León curtió en la lucha, bajando el río que en su algarabía llamaban los moros grande. Y había traído el Rey, temeroso de Dios, devoto de su Madre, una imagen de la Virgen, peregrina sonrisa que protección le había dado, y custodia, y fuerzas, en su larga cabalgada por los olivares de Al Andalus, por la puente de Córdoba, por las almenas de Almodóvar, por los rubios trigales de Carmona. Y fue que estaba el Rey en su tienda, retirado en oración, que reunir pensaba a los capitanes para señalar con la cruz de la victoria el día de San Clemente, cuando de pronto una saeta, que nadie supo de dónde venía, atravesaba lonas y brocados, tapices de aposentadores y sedas toledanas, para venir a clavarse en el manto de aquella sonrisa, a la que desde entonces llamaron, siendo Madre de Su Divina Majestad, Reina de los Reyes. El revuelo de guerra en el campamento regio no fue menor que las voces de devolución que al punto se alzaron: -L a flecha que contra el Rey Nuestro Señor disparada venía la ha desviado la Virgen hacia su manto... Judíos conversos que en la fidelidad del vasallaje cerca de la cámara del Rey andaban, trajeron al punto a un maestro alfayate, que con las tropas castellanas venía, en la compostura de mallas de nobles y de jubones de pecheros. Y el Rey vio entrar al maestro alfayate en su tienda, que aguja llevaba, e hilo de seda, y un acerico de terciopelo carmesí con alfileres de plata, para coser el manto a la Virgen. Y fue que cuando lo vio entrar el Rey, con aquel poder que su mirada t e n í a le dijo: -N o otra persona que un Rey le puede coser a la Reina de l o s Reyes... Y quiso quitarle el Rey al alfayate la aguja que llevaba, y el hilo de seda, y el acerico de terciopelo carmesí, para coser con sus manos el manto de la Virgen. Y fue entonces que el maestro alfayate, con gran dignidad, pero con la energía de quien su cuna defiende, se postró ante Fernando y le dijo: -Sepa Vuestra Alteza que los propios privilegios que nos ha dado a los Sastres de Castilla impiden que nadie que no pertenezca al gremio pueda ejercer nuestro humilde, pero noble oficio. ¿Y cómo he entonces de hacer, si a una Reina sólo puede coserle un Rey? El alfayate era hombre lúcido, y las prendas que cosía su ingenio se vieron al punto: -E n este momento, Alteza- l e dijo al Rey- yo, que soy Maestro Mayor de los Sastres, os admito en el gremio como Maestro, que pruebas habéis dado sobradas de destreza en nuestro oficio por el amor a la Virgen. Y así fue cómo un Rey de Castilla, en el silencio de la llanura, dicen que de TabJada, cuentan que de Quintillo, quedó en aquel instante admitido como maestro por los alfayates. Y así fue que sus manos, recias en la espada, delicadas en la prudencia del cetro, cogieron aguja, e hilo de seda, y los alfileres de plata que el acerico traía, y fueron cosiendo el manto de la Virgen, roto en el cerco de Sevilla por la primera saeta que se acercó, rendida, a una Virgen. Y así fue que los alfayates desde entonces acordaron rememorar siempre este día de San Clemente, y tener al Santo Rey por Maestro Mayor del que fue llamado Real Gremio de los Maestros Sastres de Sevilla. Antonio BURGOS H AY tres colores en el amanecer de Bangkok: un azul como lavado en negro, un naranja ligeramente encarnado y un amarillo con algo de oro blanco. Durante casi una hora, sobre la ciudad iluminada que se extiende hasta donde alcanza la vista, esos tres colores juegan al ajedrez entre el vaho que sube desde los meandros del gran río Chao Phaya. Parece como si del légamo insondable de su lecho, que fue capaz de tragarse no hace mucho toda una fragata, ascendiera un ser de alas mojadas que fuera despabilando la ciudad de palmera en palmera, de sauce en sauce. BANGKO ees de aviso inútilmente encendidas. Todo en el aire húmedo parece esperar un sonido para manifestarse, y de pronto, del fondo de una calle, ese sonido llega: es el motor carraspeante de un toc- toc típico motocarro convertido en taxi, que es el animal más vistoso de la fauna de asfalto de Bangkok. Como ranas veloces, otros mil toc- toc responden con sus toses de gasolina y, al unísono, todos los ruidos de la ciu dad se echan a la calle: las personas y las cosas, los animales y hasta las plantas parecen cantar a voz en grito. En el Chao Phaya se produce el primer atasco; en un semáforo, el primer golpe; por la autopista llega el primer camión. El hormiguero está vivo, un día más. Poco a poco, las luces dormidas de las calles también empiezan a moverse. Entre las sombras claras de los rascacielos cruzan los primeros automóviles, un autobús rojo oscuro, algunas motos ligeras. En el río, como si dé forzudos bañistas se tratase, también empiezan a echarse al agua las barcazas, las lanchas rápidas, las gabarras, una piragua que parece de hilo y una paDurante tos últimos años, la trullera gris oscuro con las lu- capital tailandesa ha amanecí- ZIGZAG Geoestratega Escribe Antonio Gala en El Independiente: En el último quinquenio a nuestro presidente le han crecido las alas. Se ha convertido en jerifalte de altos vuelos, y se cierne en el aire sobre el indescifrable futuro. Habla de las necesidades de la geoestrategia a nivel internacional y a mí se me caen los palos del sombrajo. Porque no sé si aspira a cumplir su alto sino de hombre de Estado cuando el Estado debe ser sustituido por otro invento. Los caminos de la geoestrategia son ciertamente inescrutables. En Tombuntú se juegan, aunque no siempre los indoctos sepan apreciarlo, altísimos intereses nacionales, y sólo ellos desconocerán el peso de las Bahamas en el entramado internacional. Como solo los no expertos en tan sutil, hermética materia dejaron pasar, sin análisis profundos, aquella frase pronunciada ante el muro de Berlín: Esto se cae con el diálogo. Gajes de la ignorancia: la geoestrategia tiene su corazoncito. ALFOMBRAS 1 PERSAS YORIENT lES GRAN EXPOSICIÓN DE ALFOMBRAS PERSAS Y ORIENTALES CON CERTIFICADO DE ORIGEN

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