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ABC MADRID 18-11-1987 página 81
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ABC MADRID 18-11-1987 página 81

  • EdiciónABC, MADRID
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MIÉRCOLES 18- 11- 87 SUCESOS -ABC, pág. 81 Dramático mensaje de Mélodie a su padre para que la devuelvan a casa Los secuestradores rebajaron el rescate a cinco millones de dólares Estepona. Ricardo Domínguez, enviado especial Los secuestradores de Mélodie Nakachian rebajaron ayer, en una nueva llamada a ABC, a cinco millones de dólares (unos seiscientos millones de pesetas) la cantidad exigida a cambio de la vida de la pequeña. De madrugada, el enviado especial de ABC había tenido que acudir otra vez, acompañado por la Policía, a recoger un segundo paquete que contenía un mechón de pelo, una fotografía y una grabación con la voz de la pequeña. Al filo de las dos y media de la madrugada, cuando se desconocía aún la tercera llamada de los secuestradores a nuestra Redacción, rebajando la cantidad pedida a cinco millones de dólares- indicando que sólo Villa Mélodie la casa de la familia, está valorada en ocho millones de dólares- Raymon Nakachian, visiblemente emocionado, apareció en el umbral de su casa y se dirigió a los periodistas, explicándoles: Hay malas noticias; me han dicho que mi hija ha dejado de comer. Le han cortado tos cabellos. Son gentes que están completamente locas. No tienen juicio; no son humanos. ¿Cómo gente que tiene madre, hermanas y, tal vez hijas, puedan hacer eso a una niña de cinco años? ¿Qué les he hecho a ellos? Si son hombres, que me ataquen a mí. Mi hija tiene cinco años. Estos son sus cabellos. Los cabellos de mi hija- los mostró a la Prensa- mirad qué bonitos son. ¿Qué clase de gentes son? Entran ganas de vomitar al saber que existen gentes que son completamente inhumanas. ¿Quién puede hacer algo así? No es posible. No he oído la cásete enviada. A esta gente que se niega a dar de comer a mi hija no les hablaré más. Porque no merecen que tes hable. Incluso me niego a negociar con ellos. Me piden trece millones de dólares ¿Quién tiene trece millones de dólares? Yo trabajo. He ganado mucho dinero, pero me exigen trece millones de dólares. No soy Paul Getty ni Kashogui, soy tan sólo una persona normal. Mi mujer canta para ganar dinero. Si tuviera todos los millones que quieren, se los daría. Les daría mi vida. Que me maten mañana si quieren. Me hablan en español. La niña está muy mal. Le dan tranquilizantes. Creo que la niña está drogada. Mi hija habla cuatro lenguas; incluso puede cantar algo de ópera. Mi niña me ha hablado así: Papá, papá, quiero volver a casa. Por favor, papá No se trata de seres humanos. No merecen vivir. Serán castigados algún día, se encuentren donde se encuentren. Porque hay una Justicia en todos sitios. mente. Aquí está el comisario, que no ha dormido en siete días. Toda la Policía está en mi casa. Todos son formidables, y la Prensa, también. ¿Y qué se puede hacer? Nada. Me mataría ante las cámaras de televisión, delante de esta gente, para que puedan ver mi cadáver. Pero, ¿quién me devuelve a mi hija? ¿Qué es lo que he hecho yo? No le he hecho mal a nadie. Esta niña, que ha dormido en mis brazos... tengo miedo por su vida, porque no on seres humanos. Son animales. Les he dicho mil veces que haría lo que me pidiesen. Solamente ahora le pido a todo el mundo que recen por mi hija. Esto ocurría a las dos y media de la mañana. Poco antes, por segunda vez, los secuestradores indicaron a ABC el lugar donde se encontraba el nuevo mensaje. Desde la Redacción, la noticia fue transmitida a quien escribe estas líneas. Era imprescindible alertar de inmediato a la Policía. Sabía que se alojaban aquí algunos de los investigadores y, tras Papá, si no pagas- dice la grabación de la niña- -van a matarme identificarme, no tardaron desde la recepción en ponerme en contacto telefónico con uno de ellos. Ya te conozco- d i j o- estoy en la habitación... Para mi sorpresa, el propio comisario general de Policía Judicial, descalzo y con el torso desnudo, escuchó las nuevas indicaciones de los secuestradores. Siguieron unas rápidas llamadas telefónicas al propio jefe de la Comisaria de Estepona. En medio de la tensión producida por los acontecimientos, el comisario recogió su revólver, comentando: Es que, en estos casos, nunca se sabe lo que puede ocurrir Me indicaron que aguardase en el vestíbulo del hotel y, poco después, se presentaron allí el comisario de Estepona, Ricardo Ruiz, y el mismo Raymond J. Nakachian, y nos encaminamos al casino Nueva Andalucía, de Marbella, donde los secuestradores afirmaban haber dejado el paquete. Separados, rastreamos la zona de una rotonda situada tras el casino, sin hallar objeto alguno. Tengo que llamar nuevamente, desde el casino, a ABC, y la persona que recibió la llamada puntualizó algunos detalles. Se trataba de la rontonda situada a la izquierda del casino, y no en una segunda rotonda, donde habíamos buscado hasta entonces. Para entonces, varias dotaciones de Policía habían llegado ya, y la búsqueda comenzó otra vez con su ayuda. El paquete estaba detrás de una valla publicitaria. Era un sobre cerrado de pequeño tamaño, de color blanco, envuelto en un trozo de papel de cocina. El comisario abrió el sobre y encontró una cassette un mechón de pelo de diecisiete centímetros de longitud y una fotografía de Mélodie que sujetaba un ejemplar de ABC de la edición del domingo. En ella la niña viste ya una nueva ropa, un chandal de color rojo, y aparece llorosa y muy desmejorada Raymond Nakachian regresó de inmediato a su casa. Su abatimiento, mostrado en su dramática aparición ante los informadores, parece contrastar con la aparente esperanza mostrada el día anterior por la princesa Kimera, la madre de Mélodie, quien esperaba poder dar pronto a todo el mundo mejores noticias Pasado el mediodía, frente la casa- palacio Villa Mélodie un portavoz de la familia entregó a los periodistas copias de la cinta enviada por los secuestradores, recogida la madrugada anterior. La pequeña, que por primera vez se expresa en castellano, decía: Papá, estoy triste. Quiero ir con mi papá. ¿Por qué no pagas? Si no pagas, están dispuestos a matarme- e n la grabación se escuchan interrupciones provocadas seguramente por los raptores para dictar las frases a la pequeña- Papá, yo te quiero. También quiero a mi hermanito chico. Quiero volver a casa. Estoy muy triste; te quiero ver, papá... El obispo de Málaga, monseñor Buxarrais, condenó el secuestro, afirmando que este tipo de hechos es una nueva arma mortífera y el expolio injusto de una familia, en el que la muerte puede ser también. fatal desenlace y recordó que todos debemos ser solidarios con la familia Nakachian, así como con la del niño- pintor David Guerrero, desparecido en Málaga. Raymond Nakachian, un hombre rodeado porel escándalo Londres. Alfonso Barra Raymond Nakachian, Peter Nash mientras vivió en Londres, es un personaje con una controvertida historia en la que no se ponen de acuerdo sus biógrafos. Su inmensa fortuna, al decir del Daily Telegraph londinense, la amasó en los años 50 durante su asociación con Peter Rachman, un dudoso personaje introducido en una serie de negocios inmobiliaros, no siempre demasiado limpios. El mayor éxito de ia carrera financiera del padre de Mélodie fue, según la Prensa británica, la compra de tres kilómetros de terreno construido en la periferia de Londres por donde, poco después, se trazó la autopista británica del norte (M 1) lo cual reportó al millonario cuantiosas ganancias económicas a causa de las indemnizaciones gubernamentales por expropiación de terrenos. El nombre de Peter Nash está asociado en Gran Bretaña a multitud de escándalos, la mayor parte inmobiliarios. El adinerado libanes fue el propietario de la primera discoteca de Londres, la Discotheque en una calle de mala reputación del Soho, asociada al tráfico de drogas y la prostitución. Los medios de comunicación londinenses recuerdan estos días que fue acusado y sentenciado por contrabando de diamantes y oro desde Tokio. Fruto de ello las autoridades británicas le expulsaron del país en 1966, cuando huyó del país llevándose a las dos hijas de su primer matrimonio. Me mataría ante las cámaras Veo claramente cómo tratan a mi hija y me quiero cambiar por ella. No hay solución. Si alguien me pide trece millones, que no tengo, ¿qué se puede hacer? No hay solución. Sólo lo que ellos quieran. Están locos. Trece millones ocupan ocho metros cúbicos ¿Se tos voy a llevar en una grúa? No tengo enemigos. No hay gente que me quiera tan mal. Me gustaría saber de quiénes se trata. Me gustaría tener alguna pista. Iría entonces contra ellos, pero no sé quiénes son. La Policía se está portando maravillosa-

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