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ABC MADRID 10-11-1987 página 52
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ABC MADRID 10-11-1987 página 52

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. pág. 52 TRIBUNA ABIERTA MARTES 10- 11- 87 sacerdote de la Prelatura Opus Dei, ha afectado profundamente a una multitud de personas, de la más variada condición social, con las que mantenía relación personal en el ejercicio de su ministerio sacerdotal: -en sus horas interminables de confesonario- e n la basílica pontificia de San Miguel- y en su constante atención espiritual a enfermos, en casas y hospitales. Pero el doctor Botella Raduán tuvo también otra clase de relaciones personales: con sus compañeros de Facultad y con los numerosos estudiantes universitarios que, desde 1942, pasaron por su cátedra de Geometría Analítica (posteriormente de Algebra y Topología) de las Universidades de Barcelona, primero, y de Madrid, después, hasta su jubilación en 1985. Cuando terminó el Bachillerato en Alcoy- s u ciudad natal- se trasladó a Valencia para iniciar los estudios de ingreso en Arquitectura (entonces era necesario cursar antes unas asignaturas en las Facultades de Ciencias) Allí conocí a Paco Botella. Un chico muy delgado, con boina y gafas de aros dorados. Al terminar aquel curso se trasladó a Madrid para proseguir la preparación de ingreso en la Escuela. Entonces perdí la relación directa con él; en ocasiones me llegaba alguna noticia aislada: simultaneó los estudios de Arquitectura con los de la Licenciatura en Matemáticas eñ la Universidad; dejó Arquitectura para dedicarse a la preparación de su tesis doctoral en Matemáticas. En 1942 ganó la oposición a la cátedra de Geometría Analítica de Barcelona; allí se incorporó al Seminario Matemático: núcleo de investigación de profesores muy prestigiosos. Al trasladarse a la cátedra de Madrid, fue miembro del Instituto Jorge Juan, de Matemáticas, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y perteneció a la Real Sociedad Matemática Española, de la que sería elegido presidente. L A reciente muerte de don Francisco Botella, FRANCISCO BOTELLA RADUAN a grandes sacrificios para continuar, con puntualidad, su trabajo de cátedra, sus ciases Por Enrique GUTIÉRREZ RÍOS y demás actividades docentes en la FaculAl cabo de los anos, volvimos a ser compa- tad, el tiempo establecido reglamentariamente ñeros, esta vez como catedráticos de la mis- (aunque después lo prolongara, por las noma Facultad en la Universidad de Madrid. ches, en su casa, en la preparación de clases Creo que esta circunstancia, después de y su trabajo investigador) Siguió también con aquel curso de estudiantes en Valencia, fue sus largas jornadas de confesonario (sentía uno de los motivos de nuestra estrecha amis- gran devoción por la confesión sacramental, que vio vivir y enseñar a monseñor Escrivá tad. de Balaguer) y la asistencia espiritual a enferque le obligaba a muchos desplazaEn la época de sus estudios en Madrid, an- mos, terior a la guerra civil, vivió en la residencia mientos por Madrid. En ocasiones pude adde estudiantes de Ferraz, 50. Era la segunda vertir los sacrificios heroicos- que él parecía obra corporativa del Opus. Dei. La dirección ocultar o ignorar- -a que esas actividades le espiritual estaba a cargo de don Josemaría obligaban. Lo que después de alguna forzada Escrivá de Balaguer, fundador y único ausencia por sus enfermedades, el llamaba sacerdote, entonces, del Opus Dei. Con la li- volver a la vida normal era volver al sacribertad que es característica esencial del espí- ficio heroico, hecho con alegría, de entrega a los demás. Vivía olvidado de sí mismo. ritu del Opus Dei, vio con claridad su vocación y pidió, en 1935, la admisión a la obra En la madrugada del 29 de septiembre- que estaba, en esa época, comenzando- Desde entonces, hasta su traslado a Barcelo- (aniversario de su ordenación) cuando sintió na, en 1942, vivió muy próximo, en relación una grave indisposición, pareció percibir que constante con don Josemaría Escrivá- inclu- había llegado su hora Mientras disponían so durante gran parte del tiempo de la guerra su traslado urgente a una clínica, pidió a un civil- Esta relación tan directa dejó en él sacerdote la confesión y la unción de los enuna huella muy profunda. fermos. En la clínica tos recursos médicos de extrema urgencia resultaron inútiles. Murió En 1945 se ordenó sacerdote. Empezaba con los signos externos de su condición sauna actividad nueva en su vida. Pero pudo cerdotal, como siempre había vivido desde su dedicarse a sus dos funciones: el sacerdocio ordenación. y la cátedra, con unidad de vida, porque esa Por la tarde, en la cripta de la basílica de unidad era consecuencia del fin que orientaba su vida entera desde que fue miembro del San Miguel, el cuerpo de don Francisco BoteOpus Dei: buscar la santidad personal en me- lla estaba revestido con los ornamentos sadio del mundo, en el quehacer cotidiano, sir- cerdotales. Allí acudieron- a buscar el consuelo de verle por última vez y para asistir a viendo a todos los hombres. Así, todas las cosas, hasta los trabajos más distintos, alcan- los sufragios que en esa iglesia se celebraron por é l- numerosos compañeros de la Univerzan unidad; porque se orientan, desde sus disidad, alumnos y multitud de amigos y persoferentes planos, al mismo fin. nas que habían recibido de éf asistencia espiDurante gran parte de su vida tuvo una sa- ritual en el confesonario y en los hospitales. lud muy precaria (a lo que él nunca hacía re- Había un ambiente de emoción contenida, ferencia, aunque muchos lo notaran) que se pero sereno, de paz. La paz que él había lleagravó en los últimos años. Se veía obligado vado a tantas almas. tos sonidos asedien ar ciudadano a la vuelta de la esquina, sino que la ocasión en que se Por Fernando PÉREZ MARQUES producen les alcanza en todo momento: la hora del trabajo y aun la del descanso repade sus estampas literarias al Caballero del rador, las horas del sueño, en que las discoVerde Galbán, no repara en el epicureismo que Cervantes pone en la descripción de la tecas y pubs sin control alguno, lanzan vivienda de don Diego de Miranda, donde la hasta la llegada del alba sus estrepitosas ondas. comida que ofrecieron a Don Quijote fue, Estas interferencias del ruido en la vida huciertamente, limpia, abundante y sabrosa mana está ocasionando estragos en la salud sino en el contento que le produjo al caballero andante el maravilloso silencio que en y en tos comportamietnos afectivos y sociales toda la casa había Ambos escritores- Azo- de las personas; recientemente, en una vieja rin y Cervantes- -amaban, anhelaban el si- ciudad española, cierto vecino de una zona densa en locales de diversión de la gente jolencio: el silencio sedante, el silencio dulce, el silencio que es compañero de los colo- ven, jaranera y aficionada a la música vertiginosa y excesivamente sonora, harto de recuquios interiores del artista rrir a ediles y vigilantes, amenazaba con inEs grande la agresión acústica que conlle- cendiar el día menos pensado tales cajas de van tos artilugios de la civilización moderna, resonancia. los ritmos musicales y las costumbres juveniA todo esto, el bueno de don Miguel de tes, predominando el gusto por tos sonidos Cervantes y el mesurado Azorin, ¿qué dictaduros de los conjuntos que actúan en tos fesrían a su pluma si tuvieran que enjuiciar esta tivales, y no digamos los que emiteri tos gru- inversión que ahoga en decibelios al dulce, el pos de rock and rott. Y lo malo no es que esconfortante, al maravilloso silencio Z K O J I l os ha do alguna vez, después de haberos alejado buen número de kilómetros de una bulliciosa ciudad, estar de pronto en medio de un campo apartado y solitario? Acaso os habéis tendido voluptuosamente a reposar cara al cielo bajo la copa de un árbol sombroso, viéndoos rodeados de florecillas que cercan con sus sorprendentes corolas vuestro rostro; un vientecillo fino y diáfano orea el cuerpo y mueve blandamente la fronda que os cobija, viniéndoos entonces a la memoria la célebre oda de fray Luis de León, en que el poeta elogia la situación del que huye del mundanal ruido Aquel gran sensitivo que fue Azorin, escritor de prosa pausada y modos finos, delicados, revela en más de un pasaje de su obra la profunda aversión que sentía hacia las estridencias verbales y los estrépitos; las recias voces, las risotadas de la gente, los golpazos dados cuando se hace la limpieza diaria en los hogares, ponían en su espíritu un tanto de desasosiego. Por eso, cuando dedica una MARAVILLOSO SILENCIO

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