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ABC MADRID 09-11-1987 página 84
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ABC MADRID 09-11-1987 página 84

  • EdiciónABC, MADRID
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84 A B C ESPECTÁCULOS LUNES 9- 11- 87 El intercambio de Paul Claudel: I teto a secas Centre Dramátic de la Generalidad de Cataluña, con (a colaboración del Théátre National Populaire. Interpretada por Mingo Ráfols, Lluisa Castels, Enríe Arredondo y Rosa Novell. Dirección de Ariel García Valdés. Traducción de Jordi Sarsanedas. Teatro Romea. En 1893, un joven aprendiz de diplomático que, con apenas veinticuatro años, acaba de aterrizar en el Consulado francés de Nueva York, exiliado de sí mismo y con, según propia confesión, un purísimo desconocimiento de la mecánica terrestre, las leyes que mueven al mundo, a sus hombres y mujeres, escribe en unos meses una pasmosa pieza teatral. En pleno dominio del drama ibseniano, del naturalismo interiorizado, el rabioso y lucidísimo Claudel se saca de la manga L Echange, una pieza de sorprendente modernidad, que juega con arquetipos poéticos, pero que sabe muy bien dónde está el suelo y dónde la grieta, esa resquebrajadura que separa a los personajes en la escenografía de Jean- Pierre Vergier; esa barranca a la que se arroja a los tontos perros muertos y al otro cónsul, pobrecito, tan confundido como Louis Laníer. Una pieza, El intercambio, que gira sobre sí misma como un sol en formación y ai consolidarse deviene madeja de la que extraer innúmeros hilos posteriores: conscientemente o no, ahí está Lowry y el cuarteto durrelliano y, quién lo diría, el teatro más despojado y final de Tenessee Williams, los espacios míticos de Camino real y Orfeo desciende. Y hasta los fascinantes parlamentos de Por los pueblos, el último gran Handke. El intercambio es, ya digo, una obra sorprendente. Por la edad de su autor, por la época en que se escribió y por el insólito logro de mantener asidas con ambas manos las cuerdas del vuelo poético y la toma de tierra de la precisión verbal. La acción se desarrolla en un paraíso virgen de Carolina del Sur: en una cabana de la playa viven el ingenuo, presuntamente indómito, Louis Lanier ¿Qué poeta, qué aprendiz de hombre no lleva en su interior a un salvaje como él, hambriento de horizonte, refractario a todo orden impuesto? con su pareja, Marthe, una campesina venida de Francia, que adora a su hombre. Pero la barca del amor va a romperse contra la vida cotidiana bajo las palmeras salvajes: el paraíso tiene dueño. Es el todopoderoso Thomas Pollock Nageoire, quien ha contratado a la pareja como guardianes... y quien propondrá a Marthe un intercambio ventajoso. Ella es fiel, profunda, llena de coraje; Louis no vale un centavo él tiene muchos miles. Antes de que entre en el juego del dinero, antes del rechazo de Marthe, Louis es seducido por la esposa de Pollock, una actriz voluptuosa y fatal llamada Lechy Elbemon. Ángel caído, envilecido por la aceptación, Louis deja a Marthe, pero también a Lechy, sellando así, diríase detonando, su propio destino. Tras la muerte y el fuego, el intercambio auténtico: el hijo de Louis que Marthe lleva en su vientre necesita a Thomas Pollock para cumplirse. Este sería, muy a grandes trazos, el argumento de la pieza que, como tai, tiene infinitos montajes, infinitos tonos. Pero disgresiones aparte, se trata de un texto tan complejo como diáfano, muy lejos de ese extraño Claudel del que habla García Valdés en el programa de mano, de esa lengua hablada que no tiene nada que ver con un lenguaje poético o pseudopoético toma castaña, o de líos que parece haberse armado el señor Jordi Sarsanedas a la hora de traducir, desde esos ángulos oscuros que no se entienden demasiado hasta esas presuntas equivalencias entre la lengua campesina de su Tardencis natal y el lenguaje teatralmente popular de J. María Sagarra Perdónenme ustedes, pero yo no veo ni ángulos oscuros ni tales equivalencias ni tal lenguaje popular. Ahí anda la edición de Mercure (1977) en la popular colección Folio, ofreciendo las dos versiones, una perfecta sinopsis argumental para los presurosos y la correspondencia entre Claudel y Barrault, amén de los textos de los programas de mano, donde queda como el agua, el agua del verbo claudeliano. Pero puestos a no entender, me gustaría que alguien me explicase si el señor García Valdés, reputado actor y bisoño director, conoce suficientemente bien el catalán, su lengua materna, como para distinguir la música de la enfatización, la monodia del matiz. El Thomas Pollock de Claudel no es esa mezcla de tiburón brechtiano de teatro independiente y Mister Clay de The inmortal story, el demiurgo atrapado en su propia trampa, que nos ofrece un cumplidor pero desbravado Enric Arredondo, como si los ensayos le hubieran dejado para el arrastre. Ni Marthe, esa Marthe sobre la que Claudel se explaya hasta el tedio en su carta a Barrault, tiene nada que ver con la criatura chillona, monocorde, que intenta encarnar Lluisa Castels, una joven actriz muy atractiva, pero, hoy por hoy y por lo que se ha visto, totalmente incapacitada para insuflar vida y entretejido anímico a su personaje, para hacernos sentir, por ejemplo, esa secreta ironía con la que la Marthe ideal contempla las maniobras de Louis para desembarazarse de ella Para no hablar de un Mingo Ráfols que parece haber heredado los peores defectos de la escuela Damiá Barbany, que reitera muecas de macarra, vocifera, pone cara feroz y se echa boca arriba cada veinte frases... cuidando, eso sí, de no pisar raya, de no caer por la barranca, la desgarradura. Con ese panorama, con dos personajes- Louis y Marthe- que fueron servidos por Barrault, por Ludmile Pitóef y aquí librados a dos intérpretes con muy escasa vela de armas, que no se sienten cómodos ni en sus cuerpos ¡ese continuo caminar de la Castels con los brazos pegados a las caderas! ni en el espacio escénico, es lógico que los pedazos más superficiales del pastel se los coma una actriz con oficio como Rosa Novell, que se limita a componer una silueta que debería salirle a lo Gloria Grahame y acaba siendo un tanto Teri Garr, pero a la que le basta la escena de borrachera a la luz de la luna para, sólo con mostrar un poquito de amargura y caos, una punta, llevarse el gato al borde del agua. Una vez más, y mucho me duele, es mejor quedarse en casa leyendo el texto. Marcos ORDOÑEZ RESMJRANTE: tí m nica a sus clientes; Illefióy lunes, dí $9, f e ¡anecerá abierto. PEQUEN GRAN LUGAR WJlb Madrid. íKft ylSQ 60 m- 250 0 99:

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