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ABC MADRID 07-11-1987 página 56
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ABC MADRID 07-11-1987 página 56

  • EdiciónABC, MADRID
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IV ABC ON v e i n t i s é i s a ñ o s David Leavitt se ha convertido en el escritor más representativo de la última literatura norteamericana. De modo muy significativo, no obstante, su éxito en los propios Estados Unidos ha tenido como causa inmediata la buena acogida que su primer libro, ahora traducido al castellano, Family Dancing, obtuvo en Europa, especialmente en Italia. El dato es relevante: Leavitt no es un mero producto de marketing noción por lo demás difícil de aplicar a la literatura de calidad que él cultiva. La lectura de esta obra disipa rápidamente las dudas que en principio pudiera suscitar la juventud del autor. Nos encontramos ante un excelente escritor. Seguramente todavía no maduro por completo, lo que es normal, pero dotado de enormes posibilidades. Cuando- se piensa en que Family Dancing vio la luz en 1984- e l autor tenía veintitrés años- resulta evidente que estamos en presencia de un hecho de dimensiones inusuales. Desde este punto de vista, imponen la profundidad y la ambición de los planteamientos de Leavitt. La analogía con Truman Capote, que la proclamada homosexualidad del autor contribuye a reforzar, parece así casi obligada. Sexo y precocidades aparte, las semejanzas estéticas son escasas, sobre todo si las referimos al primer Capote. Leavitt es un producto específico de la sociedad norteamericana crecida después de Vietnam. Una sociedad vertiginosamente sumida en las transformaciones de la era posindustrial, dominada por los mass media enseñoreada por la televisión y en donde la organización tradicional de la familia ha saltado por los aires; la América desbordada, en suma, que el reaganismo ha tratado de embalsar. Y por aquí debe entenderse en primer término el impacto del joven escritor: por la radicalidad con que ha trasvasado esa realidad a los relatos de Family Dancing. Hay, desde luego, una tradición en estos planteamientos. El mismo autor se ha referido, en declaraciones de Prensa, a la literatura doméstica anglosajona y mencionado los nombres de Jane Austen o Georges Eliot. Ahora mismo, aunque sé trate de narradores mayores que Leavitt, el drrty realism tiene un peso considerable sobre la literatura norteamericana. No puede decirse, en paridad, que Leavitt suscriba esta poética: hay en él una valoración moral de los acontecimientos, una posición irónica o escéptica ante el mundo, que lo alejan de su simplismo narrativo. 7 noviembre- 1987 Baile en familia David Leavitt Ediciones Versal, Barcelona, 1987. 254 páginas solidario con los que pierden o están solos, la reivindicación de formas de convivencia más auténticas. Estoy impresionado por la normalidad del dolor- h a declarado el escrit o r- Quizás haya en nuestras vidas, en nuestras relaciones, algo que no funciona. res el drama del cáncer, que los personajes, dos mujeres casadas y separadas, viven en una soledad atroz, rodeadas por hijos que tienen sus propios problemas, mayores o menores, pero los suyos. Esta soledad se proyecta también sobre el universo de los niños. Así, en Extraterrestres y Danny está de paso El primero de estos relatos es una meditación incisiva sobre la alienación como fenómeno central de las sociedades contemporáneas. La niña que lo protagoniza se considera una extraterrestre, con forma humana accidental, que espera volver a su galaxia originaria. Esto es: el mundo es tan absurdo que al niño no le queda otro remedio que la evasión, desde la ilusoria conciencia de no ser terrestre. Por supuesto, Leavitt no pronunciará jamás el término absurdo ni aludirá a él. Pero la interpretación resulta estimulada e inducida por el texto. Danny está de paso es un relato sobre la soledad. La soledad norteamericana sin mediaciones culturales, sin interferencias religiosas. Un niño rechazado, así, sin más. No encaja en su familia r o t a t a m p o c o lo aceptan unos parientes Pero su caso- tal es el sentido del final- -no está aislado. Sobre esta constelación de temas, con diversas tonalidades, crecen los relatos dé Leavitt. El autor los engasta en situaciones de la vida cotidiana, transmitidas con admirable fluidez. La técnica narrativa se ha simplificado voluntariamente, al igual que el estilo. La crítica ha hablado de transparencia a propósito de esto último. Y es cierto. Sin ser un hiperrealista, sin transitar tampoco los caminos del realismo más bronco- y a lo señalé antes- el escritor se pliega, con fervor sorprendente, a las imposiciones de la realidad, como si ésta, con su mero estar ahí, fuera suficiente para llenar de significados el texto. Hay en lo real, parece decirnos Leavitt, tales dosis de terror, de brutalidad, que resulta innecesario tejer redes verbales sobre ella. De ahí la abrumadora presencia de lo cotidiano. Porque detrás de un gesto o de un movimiento se levanta el horror. No es necesario explicitario, aunque de cuando en cuando Leavitt lo haga (véase la presencia de los subnormales en Contando los meses Lejos de Leavitt toda sombra de frivolidad, esa categoría del XVIII, que resulta de circulación más que problemática en nuestros días. Pero también toda elocuencia conceptual, llámese existencialismo o marxismo más o menos actualizados. Sorprenderán estos relatos. Por la desenEstos nueve relatos están nucleados por dos motivos recurrentes: la desintegración de voltura y la agilidad del escritor, y no me rela familia tradicional y la homosexualidad. fiero con ello sólo a su talante anticonvencio- Ante el primero el escritor adopta uña posi- nal. Hablo, sobre todo; de su aproximación a ción crítica, en el sentido de que, planteado un mundo sin mitos, de vuelta ya de las granel hecho, sus propios protagonistas distan de des palabras. Es sintomática su insistencia en determinadas representaciones del dolor. extraer todas las consecuencias; el clan famiLeavitt se sifúa en un marco realista, mo- liar sigue actuando. Valga como especialmen- Pero no hay lugar para el patetismo. Aunque dulado por la inflexión distante y ef enjuicia- te representativo el relato que da título ai el narrador transmita su punto de vista solidamiento ético, aunque a mil leguas de todo conjunto. Lo novedoso del planteamiento de rio con sus criaturas más afligidas y, sin cirdiscurso axiológico. Existe un talante desen- la cuestión homosexual reside en la normali- cunstanciarla, deje muy nítida su posición socantado, pero no radicalmente desencantado, dad, en la cotidianeidad con que el autor la bre la quiebra del orden familiar. Pero lo que en el escritor, como si todavía hubiera ciertos aborda. Esta circunstancia es un reflejo so- le importa de veras es dar expresión narrativa segmentos de lo real que merecieran la ciológico, indudablemente; pero también se a ese mundo nuevo y viejo a la vez. Por eso pena valga la frase. En este merecer la trata aquí de un punto de vista artístico. A se cometería un error, pienso, si se tratara de pena reside uno de los atractivos de FamiHy Leavitt le interesa explorar los efectos de esa ofrecer la imagen homosexual como. marca Dancing. Nada de idealismos, ni de ensoña- circunstancia sobre los círculos liberales. Tal de Leavitt, cuya falta de tragicismo en este ciones, ni de máscaras ideológicas consola- es el sentido del relato titulado Territorio la aspecto resulta consoladora- d e tragicismo y doras. Pero hay criaturas que deambulan per- madre tolerante resiste mal la presencia en de exotismo- Ningún provincianismo mental didas, enfrentadas con el dolor y la soledad, casa, en su territorio del amante de su en el joven escritor, preocupado fundamentalaplastadas muchas veces por un irrestricto in- hijo. mente por la persistencia de Jos viejos esquedividualismo, que suscitan la atención del aumas, más allá de las apariencias, y por los En los relatos de tema familiar Leavitt introtor. duce dos temas básicos: la soledad y la dramas cotidianos del dolor, la soledad y la Un cierto humanismo fluye soterradamente muerte. Contando los meses y Radia- muerte. por las narraciones de esta obra, un gesto ción abordan con perspectivas muy similaMiguel GARCÍA- POSADA

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