ABC MADRID 25-10-1987 página 172
- EdiciónABC, MADRID
- Página172
- Fecha de publicación25/10/1987
- ID0001617163
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Y pues en la educación severa a la que estaba sometida, las contestaciones desenfadadas y humorísticas se reputaban como impertinencias punibles. Sus hermanos y ella estaban muy unidos y compartían juegos y deportes. Alborotábamos a veces- -recordaba la Reina Victoria Eugenia mucho más tarde- ¡o que hacía fruncir el ceño a la abuela, cuyo lema era que los niños debían ser vistos, pero no oídos. Apenas contaba Ena nueve 12 años cuando su padre, el príncipe Enrique falleció en Ghana, víctima de la malaria, durante la guerra de los ashantis. Mi padre, quería hacer algo por Inglaterra- explicaba Doña Victoria Eugenia- había sido soldado en el Ejército alemán antes de casarse, luego tuvo que hacerse inglés y vivtr de continuo con la Reina Victoria, porque mi abuela no deseaba separarse nunca de mi madre, que era su hija predilecta. Desde la muerte de su espo- so, la desconsolada Beatriz comenzó a vivir una existencia totalmente apartada de los festejos y solemnidades de la Corte. Y a partir del fallecimiento de la Reina residía permanentemente en su mansión de Ósborne, en la isla de Wight, al sur de Inglaterra, isla bastante populosa, de la que el príncipe de Battenberg había sido gobernador: generar y que Ena consideró siempre como sú verdadero hógari í La familia Battenberg haría en Wight una vida recoleta. Viajaron un par de veces al sur de Francia, invitados por la Emperatriz Eugenia en su villa de la Costa Azul, y una vez visitaron Egipto, En 1905, cuando Eira cumplió diecisieteaños, su tío el Rey Eduardo VII mostró su deseo de que se presentara en sociedad en el curso de una brillante fiesta en el palacio de Kensington. Su belleza cautivó al Gran Duque Boris de Rusia. Hasta ahora no se ha dicho en España que ambos