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ABC MADRID 22-10-1987 página 26
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ABC MADRID 22-10-1987 página 26

  • EdiciónABC, MADRID
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Juan Muñoz: Figura doble La nueva cosecha española en Burdeos L Museo de Arte Contemporáneo de Burdeos (CAPC) es una institución modélica. Aparentemente lo hace casi todo bien y con una eficiencia que bordea el milagro. Jean Louis Froment y su equipo de colaboradores han logrado todo tipo de éxitos y logrado que el unicentrismo cultural de París se vea refrescado con aportaciones periféricas. La última, una muestra tan reducida como interesante de cuatro artistas españoles. La exposición merece un comentario, y ello tanto por la seriedad del centro como por la personalidad y significación de los artistas escogidos. En realidad podría hablarse de dos muestras. De una parte, la pictórica, de José María Sicilia, y de otra, las tres instalaciones de Susana Solano, Cristina Iglesias y Juan Muñoz. Los cuatro están también presentes en la polémica selección de Suzanne Pagé para los V Siglos del arte español y también aquí se encuentran respaldados por la Dirección de Exposiciones del Ministerio de Cultura, cuyos responsables parecen haberse enamorado perdidamente de ellos. Lo cierto es que se cuentan entre lo más valioso de la joven plástica española y aportan datos y actitudes de gran valor para configurar una p o s i b l e e s t r a t e g i a ¿táctica? de penetración internacional. El caso de José María Sicilia resulta espectacular. Artista que vive desde 1980 en París, casi toda su obra se ha realizado en dicha ciudad y, sin embargo, podría ser de cualquier lugar, pintada en cualquier parte. En la pintura de Sicilia lo conceptual, lo emocional y lo puramente estético (técnico) van de E José María Sicilia: a la izquierda, Flor marco negro A la derecha, Flor línea roja la mano en una rara armonía. Es un camino de reduccionismo en et cual la anécdota narrativa aboca a un tema único y abstraído que permite fijar la atención en los elementos puramente constructivos del cuadro y sus materiales. ¿Alguna relación con Tapies? Puede, pero sería mejor inclinarse hacia el extremo y pensar en algo más cercano al suprematismo. De esta forma, además, se evitaría incluir sus flores cuadradas y monocromas en la corriente neogeométrica que se ha hecho un lugar al sol en los últimos años. Y se permitiría también que estas hermosas piezas iniciaran ante los ojos desprejuiciados del espectador el big- bang es todo cuanto se ha hiperconcentrado sobre ellas. José María Sicilia se encuentra en un momento óptimo y su alternativa a la narración neoexpresionista y al apropiacionismo americano es de las más rigurosas que puedan verse en cualquier país. Sus cuadros poseen gesto, textura, equilibrio, dinámica, masas y colores... sólo para provocar inquietudes, fascinaciones, respuestas sin discurso a preguntas jamás planteadas... Fuerza, sensibilidad. Los escultores, según el crítico Jean Marc Pinsot, insistirían en ese constructivismo de Sicilia, pero en una clave mucho más inmediata, doméstica, por así decir. Susana Solana monta una alegoría metálica en torno al río Garona que ocupa el espacio con esa dualidad volumen- receptáculo que suele conferir a sus obras un aliento mobiliario en el cual debe integrarse el espectador. Siendo diferente, Juan Muñoz insiste en la ocupación y transformación del espacio doméstico y también crea objetos cuyo único funcionamiento tiene lugar al ser observados, por cuanto el punto de observación (quién, cómo y desde dónde se observa) constituyen los elementos no materiales de su trabajo. Pueden ser balcones, minaretes o, como en el CAPC, un suelo geométrico y dos muñecos articulados sobre zócalos de metal. Hay una delimitación del espacio y también una presencia de lo parahumano... un recinto de juego bastante grave. Por contra, las construcciones de Cristina Iglesias son menos mobiliarias que arquitectónicas. Si por arquitectónico entendemos una pared, las piezas de Cristina Iglesias parecen una emanación de esa arquitectura nunca vista al desnudo, bien que realizadas de una forma obviamente manual. De primera impresión el espectador importa menos: estas intrusiones espaciales de cara a la pared están ahí, muy palpablemente. Tanto que en realidad también funcionan como distorsiones de lo habitual y en este hábito deformado volvemos a encontrar la necesaria presencia de lo humano que define las convenciones de normalidad. En la instalación de Burdeos todo esto se complica por el hecho de haberse incluido unas piezas metálicas que parecen proteger esas extrusiones de cemento y metal que resuenan evocaciones góticas (más que nada por recordar arbotantes) La muestra en su conjunto es muy interesante y enseña cómo algunos de nuestros artistas tratan de sintonizar con la escena internacional incluyendo elementos distintivos que les separen de alemanes o americanos. Es una incógnita si sus aportaciones a esa escena (entre ellas la de hacer instalaciones ubícales en casas particulares) no sufrirá por el apoyo (encontrado unas veces, muy buscado otras) que discriminadamente les ofrece el Gobierno español. En todo caso, ese es su problema de futuro. En el presente no cabe discutir su enorme valía. José Manuel COSTA JUEVES 22- 10- 87. 26 ABC

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