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ABC MADRID 13-10-1987 página 91
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ABC MADRID 13-10-1987 página 91

  • EdiciónABC, MADRID
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MARTES 13- 10- 87- LA FIESTA NACIONAL Corrida de la Cruz Roja en la Maestranza -lABC, póg. 91 El día en que Paula dibiyó carteles de toros y acabó con sus capotes de vueltas verdes El gitano le cortó las dos orejas al quinto de la tarde Sevilla. Manuel Ramírez Lebrero negro, feo de hechuras, corretón y sin fijarse, salía suelto de capotes. Es el quinto. Dicen que no hay quinto malo. A Rafael se ie han acabado los capotes a enganchones y se le han dormido las muñecas a la verónica toreando al segundo y poniendo la Maestranza por bulerías. Va el toro al caballo. Sale con son. Rafael abre el largo y ancho capote, y templa. Tiembla la gitanería, se duermen los brazos, nace la verónica. Otra. Otra y media que abrocha en delirio. Rafael cambia el capote mientras Lebrero va otra vez al caballo. Tiene Paula percal con vueltas verdes esperanza entre sus manos. Vuelve a mecer las muñecas. Viene el toro. Viene y va. Se musita el oté no más se te ve venir. Verónica de sueño. Otra. Dos medias, una por cada pitón, un galleo con revolera y delirio. Pero quedaba la muleta para seguir soñando. Antes había despachado cuatro toros. Quedaban óos. Hasta entonces, más sombras que luces, aunque los resplando- Rafael de Paula res del quite al segundo fueran de lienzo. Desde entonces, cansado Rafael, borracho de su toreo Rafael, será otra tarde dentro de la misma tarde, porque fue entonces cuando Rafael empezó a dibujar carteles de toros bordando el toreo en el bordador de su muleta... Brinda a Francisco Montero Galvache. Jerez arriba y 1 en el corazón. Sevilla entregándose; loca por entregarse a un torero del barrio jerezano de Santiago, que es gitano, que canta con las muñecas, que tiene el pellizco necesario para poner los vellos de punta cuando está en Paula. Dobla por bajo. No hay prisas. Vamos a parar los relojes. Dobla a la derecha y muletazos ligados. No es el unipase que da respiro a las gargantas entre ole y ole. Es la continuidad. Rafael está toreando como soñaba en Maestranza desde hace tantísimo tiempo, toda una vida. Abrocha con uno de pecho trayendo el toro- bendito codilleo cuando se torea con la cintura y el corazón- desde el codo izquierdo al hombro derecho. Rompe la música. Tiembla Maestranza. Otro pase de pecho. Solemne pase de pecho. Plaza de pie. Muleta. a la izquierda. Quiere y puede Rafael. Una tanda bajando la mano, quebrando el perfil de su traje lirio y oro con cabos negros, haciendo qué las gargantas de bronce lleven a Jerez que el Paula, Rafael, está formando en Maestranza un alboroto, su alboroto. Un molinete bailándose entre los pitones. Rafael va por la espada de verdad. Un peón quiere cerrarle el toro. Desespera Paula. Tira muleta y espada, se apoya en el burladero. Parece roto. Está entregado. Vuelve a la cara del toro para enjaretarle tres ayudados por alto y un remate que deja el toro cuadrado. Entra a matar. Pincha. No importa. Ha ido arriba. Ha querido, ir de verdad. Estocada. Dos orejas: Llanto en el bronce. Bulerías resonando. Silencios de emock n ¡Rafael ha cuajado un toro en la Maestranza. Ahí- decía por mi vera- tenías que haberte ido, Rafael, sin matar al sexto, que brindó a Fermín Bobórquez para agradecerle, sin duda, la enorme bondad de Lebrero Atrás había quedado un primer toro de Jiménez Alarcón- ¿es esto lo que ha comprado Espartaco? -manso, probón, sin clase y sin hechuras, que lidió soberanamente- sombreros para un hombre de plata- Curro Alvarez y que Rafael se quitó de en medio como pudo, poniendo muchas negruras de principio en una tárete de sol sin nubes. El segundo fue el del quite de las vueltas verdes. Ahí quedó aquello y, por favor, no le echen movióla en el vídeo. Romped las casetes. Quedaros con el recuerdo de un capote violeta con vueltas de esperanza que plegaba y desplegaba al son de unas muñecas que saben acompasar las palmas por bulerías. No tocar los recuerdos. Paladearlos en el pensamiento. Así era e! quite. No más. Ese segundo- Gallardito de Fermín; curiosamente no estaban anunciados los bohórquez en el cartel inicial- como no estaba en Madrid el sobrero de Benavides- llegó con buen temple a la muleta, pero no lo vio Rafael. Creo que le fue ur buen toro. O el toro que parecía decirle, cada vez. que embestía, que dentro, en chiqueros, había un hermano suyo que iba a ponerle en bandeja a la Maestranza para empezar a soñar el toreo. El tercero era de Osborne. Justicioso por nombre y poquito trapío, aunque engañara por pitones playeros. No hay confianza con capote y poquito con la muleta. Cortaba el toro los viajes, no dejaba respirar a un torero que necesita ponerse. Silencios para Jerez. El cuarto es de Ángel Peralta. Gusta de salida. Es un castaño, bociblanco, ojinegro, abrochado de pitones y con el trapío tan justito que uno cree que se io tapó el pelo. Le rompe a Rafael un par de capotes. Ya empezaban a acabárseles. No hay quite lucido. No hay ambiente. No parece que la tarde se enderece. Trasteó al aculado en tablas. Quiero y no puedo. Es el Paula de las tardes grises. Voluntarioso no debe estar nunca este torero; pero quiere estarlo, porqué ha venido a Maestranza a ofrecerse a Sevilla después de haber, por fin, triunfado en Madrid. Alarga el brazo en la estocada y ya está el quinto en el albero, ya se ha hecho casi de noche, ya se encienden los focos, ya se espera, ¡ay! Dios, que la tarde se levante El quinto es feo, corretón y sin fijarse. Tuerce el gesto Rafael. Respira levantando la -Ficha de la corrida Plaza de toros de la Real Maestranza. 12 de octubre de 1987. Corrida organizada para la Cruz Roja de Sevilla con motivo de la Fiesta de la Hipanidad. Se lidiaron tres toros de Fermín Bohórquez, corridos en segundo, quinto y sexto lugares; uno de Jiménez Alarcón, que abría plaza, otro de Herederos de José Luis Osborne tercero de lidia- y otro de Ángel Peralta, que salid en cuarto fugar. Los de Fermín Bohórquez, feos de hechuras, pero sin muchas dificultades, siendo el quinto- Lebrero por nombre para soñar el toreo de muleta. El de Jiménez Alarcón, manso y peligroso; desaprovechado el de Osborne, y con poca fuerza el de Peralta. Rafael de Paula, único espada, de lirio y oro. En el primero, ocho sablazos a cara vuelta y el toro se echa (aviso) en el segundo, estocada desprendida (palmas) en el tercero, pinchazo y bajonazo que mata (silencio) en el cuarto, estocada y dos descabellos (silencio) en el quinto, pinchazo y estocada (dos orejas) y en él sexto, sartenazo, estocada corta y once descabellos, tras levantárselo un peón metido a puntillero. Tarde soleada, se llenó las tres cuartas partes del aforo y actuó de sobresaliente Abelardo Granada. En las cuadrillas estuvieron formidable Curro Alvarez, lidiando al primero y banderilleando al segundo, teniendo que saludar montera en mano y escuchando la música, y Savador Mateo chaquetilla, aleteando los cabos negros del lirio y oro. Se le anima por bulerías. ¿Será capaz? Ya no hay los malos presagios de los que pensaban que Rafael se iría a la Comirarta en el segundo toro, o se llevaría unos cuantos al corral, o qué pasaría en Maestranza si ai gitano le daba por quedarse quieto y desabrocharse el corazón. El quinto en la arena. Feo. ¡Qué más da! Es guapo embistiendo. Tarda en verlo Rafael, porque con el capote no se confía en los primeros lances. Después, sí. Después se estira y lo estira. Después se lo Ka a la cintura. Después se lo trae y lo lleva. Aquello hirvió. Sobraba el sexto. Porque el sexto, el tercer bohórquez de la tarde tiene menos clase y Rafael ya tiene encima la resaca de su torera borrachera. No puede. Respira a duras penas. Se apoya en las tablas. Anda como encogido, con sus endebles rodillas chatarreras crujiéndoles. Daba igual. Ya se habían dibujado los carteles de toros, y Jerez, por fin, veía a Rafael en la Maestranza con dos orejas en las manos, las lágrimas en los ojos y la satisfacción en el alma. Va Rafael- les escribo del quinto- dando la vuelta al ruedo. Despacio. Paladeando. Tiempo tiene de saludar a unos y otros. Aplaude el paulismo de siempre y ese de guardarropía- ¡ay! Rafael, que no te camelen ios que jamás te vieron- que parece haber descubierto el toreo de Paula desde una música callada sin pisar nunca los alberos- Maestranza dice sí. Los de guardarropía no saben que la Puerta del Príncipe necesita tres orejas para doblar sus vísagras. La gente del bronce se marcha a compás. El paulismo de siempre va toreando por la calle. Dentro, en el silencio de la noche cerrada, queda el recuerdo del dibujo de los carteles de toros en ia tarde aquella en que Rafael de Paula acabó con sus capotes a fuerza de torear. No se le partían los pitones de los toros en enganchones, sino el desmayo súbito de una inenarrable forma de enjaretar la verónica. Enjaretarla y paladearla. Gracias, Rafael. Ya no necesitas soñar con la Maestranza. Ahora es la Maestranza la que sueña contigo.

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