ABC MADRID 08-10-1987 página 141

Dos vistas de la obra de Rafael Moneo, una verdadera proeza construida dentro del casco histórico de Sevilla Urbanismo Un reto logrado: Construir en Sevilla enfrente de la Torre del Oro EVILLA y el río. La ciudad, la metrópoli de Andalucía y el antiguo Betis de los romanos, el Guadalquivir de los árabes. Pese al corte de la Cartuja, que paralizó la corriente de sus aguas, el río sigue siendo el protagonista de la ciudad que en el siglo XVI fue el puerto de América. Entre el moderno puente de Los Remedios y el romántico puente de Triana, el río es el espejo de la ciudad. Hace sólo unos veinticinco años, todavía los buques atracaban al pie de la musulmana Torre del Oro. Hoy, los muelles están vacíos, no son más que la orilla solitaria por la que se aventura algún paseante añorando un pasado no muy lejano. En el paseo de Colón, que bordea el margen derecho del río, la circulación no para un instante. Los automóviles se han adueñado de esta espina dorsal de la ciudad. El tráfico, muy denso a las horas punta, se hace casi imposible cuando hay toros en la Maestranza. Pero es entonces cuando este privilegiado frente urbano adquiere todo su viejo significado. Enfrente está Triana, con su bellísima calle Betis. En este lado, la Torre del Oro, la Maestranza de Artillería con las antiguas atarazanas, el Hospital de la Caridad, la plaza de toros y las construcciones modernas que poco a poco se fueron construyendo en el antiguo Arenal. Nadie pone en duda la dificultad que entraña el construir hoy un edificio moderno dentro del casco histórico de una ciudad de la categoría de Sevilla. Es una verdadera JUEVES 8- 10- 87 S proeza, sobre todo si el arquitecto no quiere romper con el prestigioso entorno que rodea el lugar en donde tiene que construir, si desea conservar intacto el espíritu y la forma de la ciudad anterior a su intervención. Es un trabajo casi imposible si no se tiene una especial sensibilidad y cultura, si no se está dotado de una percepción de la historia a la vez que se pertenece por entero al tiempo que vivimos. Todas estas reflexiones vienen a cuento ante el nuevo edificio que La Previsión Española, grupo de Empresas Sur de Seguros, ha construido para sede suya en Sevilla. Obra de Rafael Moneo, figura internacionalmente conocida y actual decano de la Facultad de Arquitectura de Harvard, este edificio supone una importante operación urbanística en un punto álgido de la ciudad. No sólo hace frente a la Torre del Oro, sino que se encuentra frente a la Casa de la Moneda y al solar vacío en el que se va a edificar un palacio de exposiciones y congresos. Sólo alguien con la capacidad de diseño y la experiencia constructiva de Rafael Moneo ha podido atreverse a tal empresa. La fábrica esencial del edificio es de ladrillo, aunque el mármol, el granito, el hierro y la cerámica intervienen en el lugar que les corresponde con el papel que tradicionalmente han desempeñado en Sevilla. Desde el punto de vista de las formas, de lo que se podría llamar el estilo, aunque se trata de una obra rigurosamente moderna, es toda ella una evocación de la Sevilla mudejar y conventual, opuesta al neobarroco que desde hace algunos años impera en la ciudad. Es radicalmente distinta a las reconstrucciones o restauraciones historicistas que últimamente está llevando a cabo el Ayuntamiento en el recinto de la vecina Casa de la Moneda. Tanto en el exterior como en el interior, la obra de Rafael Moneo está cuidada al extremo hasta el más mínimo detalle. El edificio no está tratado sólo en su fachada principal. La fachada posterior está tan ciudada o más que la que mira a la avenida de Colón. El arquitecto ha tenido un ciudado de arqueólogo, respetando la muralla que, al reaparecer con las obras, ahora se integra a una calle o espacio interior, da luz y pone en valor las imbricadas construcciones que a lo largo del tiempo se han ido superponiendo en el lugar. El edificio, pese a su acertada arquitectura, ha suscitado una cierta polémica en Sevilla. Es indudable que esta parte pertenecía antes a una zona degradada a la que nadie miraba. El garaje Torre del Oro- que allí estaba y ahora permanece, aunque oculto- quizás hacía que lo descuidado fuese sin duda tolerable por aquello de lo inevitable que tiene todo lo funcional. Pero ahora es diferente; un flamante edificio se alza ante todos. ¿Cómo verlo y qué pensar? ¿Se puede estar de acuerdo con una arquitectura moderna levantada en el lugar en que se encuentra nada menos que la Torre del Oro? Rafael Moneo, que ha sabido intervenir con acierto en Pamplona, Logroño, Mérida y la Castellana de Madrid, sin alterar lo existente, ha logrado aquí un éxito más en su brillante carrera de arquitecto. A su edificio, cubierto de teja árabe, se le pueden hacer pocos reproches, pues su excesiva horizontalidad, acentuada por las grandes cornisas que a la vez sirven de parasol, tan necesarios en una ciudad corFctfi clima tan cálido como ei de Sevilla, es en gran parte corregida por el ritmo vertical de la serie de colum: ñas, semicolumnillas y vanos dé las dos plantas altas. En realidad, se trata de un edificio que aparte de sus valores arquitectónicos en sí, tiene también una dimensión urbanística ejemplar, ya que muestra clarísimamente que es posible hacer arquitectura de hoy y a la vez ser respetuoso con las alineaciones y volúmenes de la ciudad histórica, reconociendo el peso que aún tienen las estructuras del sado. En una hermosísima ciudad tórica, que poco a poco va d e W rándose, al igual que la siciliana Palermo, no está mal que en el lugar de ruinosas construcciones se levanten nuevas obras que regeneren la ciudad. Esto es io que siempre han hecho los hombres cuando las poblaciones están plenas de vi- talidad. Saber acertar es signo de inteligencia y de vigor colectivos. Ojalá esta lección no caiga en terreno baldío y sirva de ejemplo. Sobre todo ahora que con tantos bombos y platillos- no se sabe si cum flatis vocibus- se prepara el año 92. Antonio BONET CORREA A B C 141