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ABC MADRID 13-09-1987 página 34
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  • EdiciónABC, MADRID
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347 ABC OPINIÓN Panorama DOMiNGO 13- 9: 87 LA DESCENDENCIA DE ODISEO E L tema de la crisis de la novela es recurrente en nuestros días. Entendámonos bien. Hoy hay más lectores de novelas que nunca antes. La industria edítoria que es muy grande y rica, reposa básicamente sobre la venta de novelas. En los Estados Unidos, equipos completos participan en la producción de un best seller se diseña y aprueba el argumento, el autor designado redacta una primera versión, que luego es alterada en muchas formas, con supresión o introducción de pasajes y personajes. A pesar de que aparecen con un nombre de autor son, en realidad, productos industriales sin autor individual. Evidentemente, este tipo de novela no se encuentra en crisis alguna. En donde se denuncia y revela la crisis es en la novela, cada día más escasa, que aspira a un valor literario. En un reciente artículo, Peter Schamder, novelista y crítico literario alemán, hace algunas interesantes reflexiones sobre este fenómeno. Comprueba Schneider lo que todos sabemos, que de una manera- creciente la novela ha experimentado cambios inmensos. En un grado creciente ya no se cuentan historias, han desaparecido los héroes para ser- sustituidos por vagas apariencias personales y, en muchos casos, lo más importante es el lenguaje. Hace unos treinta años se inició con mucho ruido, eri Francia, un movimiento encabezado por Nathalie Sarraulte, Claude Mauriac y otros, que pretendió crear una nueva novela que terminó pronto por no ser- novela. Era una acumulación inorgánica de fragmentos de realidad tomados de la más banal cotidianidad. Schneider: se detiene ante el florecimiento reciente de la novela- ensayo, en la que la narración, a veces muy tenue y lenta, no es otra cosa que un pretexto del autor para discutir con sus personajes y para plantear reflexiones filosóficas sobre la condición humana. Es lo contrario del ideal de los viejos realistas, que pensaban que el autor debía desaparecer de la obrer para dejar actuar los personajes. Gunther Grass, ítalo Calvino y Kundera son buenos ejemplos de esta novela ensayística en la que el autor termina por ser el interlocutor de lector, por encima de los personajes. No voy a derramar lágrimas sobre la anunciada muerte de la novela ensayística, ni mucho menos sobre la de la novela misma. Ningún género literario la puede reemplazar en la amplitud de sus posibilidades. Nada la limita, nada la condiciona, y puede atreverse con todas las infinitas posibilidades de las situaciones, de la variedad de los seres humanos y del lenguaje, en su inagotable posibilidad de hacer y deshacer. El más remoto modelo de la narración para Occidente puede estar en la aventura del Qdiseo de Hornero. Lo que todos los novelistas han hecho y seguirán haciendo es acercarse a la aventura inabarcable del hombre. Muy significativamente, Joyce repitió en un día de D ublín la aventura de Ulises y trajo un cambio profundo en el arte de hacer novelas. La descendencia de Odiseo no se ha extinguido, ni mucho menos la curiosidad del hombre por el hombre. Arturo USLAR PIETRI Planetario DEMOCRACIA EN COPLA ESDE que el señor Clavero- Arévalo cambió impunemente de escaño en las Cortes ucedeas, a la joven democracia española podría aplicársele un cantar, plagiado de Machado, que dijera: Mi demo ya no es mi demo es una demp cualquiera y el que no lo vea es memo Ún avispado gallego, lo ve con claridad ante el barullete político que balancea a la Xunta de su Comunidad y, sin andarse con monsergas, denuncia; por estafa electoral al cqnflictivo político Barreiros y otros cuatro diputados que después de ser elegidos como aliancistas le hacen ahora la cama a. AP desde el partido de la oposición. ¿Está incluida entre las acciones que el Códjgo- Penal perfila como estafa la estafa electoral? Confieso que no lo sé, pero buena invención fue la invención de esa monserga. Ya se sabe que los gitanos desean a sus enemigos buenos pleitos, aunque los ganen. El gallego es, por naturaleza y por sociología, pleiteador. Ese vigués, que aspira a llevar ante los jueces a Barreiros y sus cómplices porque considera que le han estafado algo tan sacrilizable como el voto, pone a los jue- D ces ante un problema del que huyeron de él astutamente todos presidentes de la Asamblea Nacional desde la firma de la Constitución. ¿Habrá algún juez que se decida a admitir que el diputado elegido en la lista de un partido, que se pasa con votos, bagajes, dietas y escaño a otro partido, estafa a su electores? Ahora mismo, cientos de- miles de electores de derechas se consideran estafados. Ellos habían votado para echar del- Poder a los socialistas y ahora ven que sus elegidos, pese a disponer juntos de mayoría, nan propiciado por tiquis miquis la continuación en sus poltronas de perdedores como Barranco y Leguina, citados tan sólo para sacar de l.o s límites galaicos el problema. ¿Tienen razón los electores? ¿No la tienen? El problema no es sencillo. La soberanía popular reside- corno su nombre lo indica en el pueblo. Cuando éste se convierte en votante, o sea en elector, parece que transfiere esa soberanía a sus elegidos. Pero ¿lo hace incondicionalmente? Días pasados, ya al final de mis vacaciones, me vi enredado en vociferantes discusiones con dos amigos: un genial creador de riqueza y un eminente médico. Ambos sostenían que la democracia es para España algo más pernicioso que la difteria para un niño. Se basaban en esas cosas que indignan al ciudadano de Vigo y en otras nimiedades como la salvaguardia concedida a la delincuencia por el Gobierno actual, el abuso recaudatorio para favorecer el despilfarro, la proliferación de ministrillos- Desahuciar a España de la democracia so pretexto de que el sistema no es adecuado para los genes españoles, parece demasié, pero una buena parte de la médula del diagnóstico la pone bajo el microscopio de la Justicia ese pleiteador vigués. ¿Quién manda aquí, el pueblo que vota a los votados según ih? su capricho? LQpEZ

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