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ABC MADRID 12-09-1987 página 100
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ABC MADRID 12-09-1987 página 100

  • EdiciónABC, MADRID
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D No podía. Se me atragantaba la saliva al mirar su cuerpo barnizado en mantequilla. -Mamá, ¿tú sabes por qué tengo yo membranas entre los dedos de los pies? ¡Ay, qué cruz! Gané un campeonato de natación en el campamento de verano. Fue mi primera y última medalla. De purpurina dorada con una banda roja y amarilla. Mis compañeros entonaban a coro Eran tres alpinos mientras el padre Velasco me imponía el galardón. La noticia llegó a mi casa a través del hijo de una vecina que compartía tienda de campaña conmigo. Mis padres me escribieron una postal: Querido Angelito hijo. Me estoy muy orgulloso de tú. Espero que te aproveches las enseñanzas que se te sean impuestas. No te portes malamente. Tu padre. PD: ¡Ay, qué cruz! Mamá. Hice la mili en la Marina. Me destinaron a las tareas de rescate submarino, y al licenciarme, el oficial me dio un abrazo: -Angelito, el Ejército necesita gente como tú. Marché a casa ya vestido de paiVíctor Manuel y Ana Belén, en Morbo con aletas sano. Mi padre me sujetó la mano con fuerza: -Tenemos muchos orgullos tuyos, hijo. Sin lugar a las dudas, la marinería te ha servido para las formaciones anteriores a todo A veces, al volver del colegio, mi hombre hecho. E pequeño solía preguntar: Entonces me volví hacia mi madre. -Mamá, ¿por qué tengo madre me hacía preguntas: Le miré fijamente a los ojos, dándole membranas entre los de- Angelito, ¿cómo han ido las a entender que necesitaba una resdos de los pies? Y mi madre me tareas? puesta; que no podría vivir más tiemrespondía: Yo le respondía: po con aquella incertidumbre: ¡Ay, qué cruz! -Mis compañeros me han llamado- Mamá, por favor, ¿por qué tenTeníamos en casa una pecera con rana. go membranas entre los dedos de dos ejemplares indonesios que no Y mi madre remataba: los pies? paraban de abrir la boca. Yo me que- ¡Ay, qué cruz! daba observando durante horas sus- ¡Angelito, hijo, no seas pesao! En Navidad siempre cenábamos Entre tú y tu padre, que me deja la movimientos lentos en el agua. Al caer la tarde, abría el botecito de co- besugo al horno. Lo traían mis her- casa llena de escamas, es que no mida y les echaba un pellizquito de manas en una bandeja de plata has- gano para disgustos. algas y vitaminas. Miraba a mi alre- ta la mesa. Los ojos saltones. RodeaBajé el rostro y musité: ¡Ay, qué cruz! dedor, y si mi madre no me vigilaba, do de patatas. aproximaba el frasco a mis labos y yo- Hijo, Angelito, come algo que Guillermo FESSER te vas a quedar esmirriao. mismo me metía un buen buche. El morboso padre Cipriano I puede imaginarse un paradigma de la orbosidad y de la corrupción, éste no es otro sino el del reverendo padre Cipriano, párroco durante muchos años de la localidad orensana de Troitíños y personaje bondadoso y de vida ejemplar e intachable, según testifican unánimemente todos los vecinos del valle de Trortiños, incluso aquellos que podrían tener motivos para difamarlo por alguna vieja y olvidada reyerta. La conducta del padre Cipnano siempre fue espejo de m oraüdad, tanto en su faceta pública como privada, piadoso para con Otos y caritativo para con los hombres. Su jomada se iniciaba muy temprano cada mañana, antes de que carrlara el primer de la localidad. Tras sus X lecturas del breviario, el Cipriano BRítigaba sus con- un sobrio refrigerio, el rígido collarín al le daba a su semblante una pin; saltaba por ende las calles de para auxiliar al necemitkjar el dolor del prójidefinitiva, sembrar el donde hollaran sus Hacia el mediodía, nuestro morboso clérigo oficiaba la sanque gozaentre la hasta tal extremo que hubo, días de tan gran suceso qtíe la umbrosa iglesia románica í arecía venirse abajo a causa detestaciones, y el i Cipriano se veía oblif sin cfertb orgullo por a decir (a misa no vez, sino dos y hasta veces consecutivas. Jras el austero almuerzo, al párroco nunca le faltaban ocupaciones: que si una calaventa- -j del mohoso retacepiilo por aquí o por áBá, que si un algún díscolo monagui. Y yá a la hora de la merienda, reunirse en torno a una mesa camHIa a tomar chocolate ptcatostes en compañía de tiistinguidas y piado; pedir acaso mayor corrupción morbosa? verdaderamente insólito detesta vida ejemplar es que aVrnortjoso padre Cipriano le hubiera gustado ser un rojo, un maricón, in drogadicto y un vulgar delincuente. ofender BARQUÍN S De gomaespuma Las aletas de Angelito C UANDO vi el anuncio por televisión lo sospeché: era la escena del tren. Y uno de los muchachos llevaba gafas... Pero me produjo una sensación especial: hasta entonces, todas las historias de Stephen King llevadas a la pantalla entraban dentro de la narrativa fantástica. Esta vez, no: se trataba de un relato naturalista, basado en experiencias infantiles del autor. ¿Cómo quedaría eso en el medio que había recogido en imágenes las existencias anómalas de Carrie White, el matrimonio Torrence y su esplendente hijo Danny, los chicos de Gatlin, la niña de fuego Charlie Me Gee, John Smith... Bien es cierto que todas las anomalías descritas por King son posibles: telequinesis, piroquinesis, posesiones, clarividentes... Por ello, resultan más desahogadoras. Y se desarrollan en ambientes cotidianos, con prolijidad de detalles que hacen de las obras de este autor verdaderas crónicas de la Norteamérica de las tres últimas décadas. Todos los tics de este país grande y mezquino, seductor y terrible, aparecen en las muchas páginas de las muchas novelas y cuentas de quien es algo más que un narrador de misterio e imaginación 1 0 0 A BC Viendo visiones King, Al natural El cuerpo convertido en filme con el título Stand by me es una pequeña maravilla. Yo la vi en versión original: intuyo que no escuchar a los jovencísimos actores en sus diálogos plenos de guiños y chistes de club infantil reduce el encanto de la película bastante. Una historia cinegrafiada con tal acertada sencillez que el espectador no puede por menos que sentirse ante una de esas órbitas menores que nacen con vocación de clásicos y acaban reduciendo a pura anécdota a la superproducción de turno. Pensé en Truffaut, ese gran director de niños y adolescentes: él habría paladeado con especial delectación, incluso con sana envidia, una sorpresa como Stand by me Stephen King puede hacerle un lugar de honor en su videoteca: junto a los pesos pesados de adaptaciones cinematográficas tan logradas como Carrie o El resplandor esta nueva versión de su narrativa no desmerece en absoluto y además muestra cómo quien está considerado el mejor novelista fantástico puede descollar igualmente en lo contrario Fernando MÁRQUEZ SÁBADO 12- 9- 87

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