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ABC MADRID 09-09-1987 página 18
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ABC MADRID 09-09-1987 página 18

  • EdiciónABC, MADRID
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18 A B C OPINIÓN Panorama MIÉRCOLES 9- 9- 87 EL UROGALLO T ENGO, frente a la mesa en la que escribo, la fotografía de un urogallo. Es un homenaje al ave prodigiosa de los montes cantábricos que, según la leyenda, muere de amor, y, según los naturalistas, está en vías de extinción. La imagen, espléndida, del urogallo macho sobre la rama de un árbol, despidiendo con su canto las últimas estrellas, es obra de Ernesto Junco, cronista mayor de las montañas del norte, con su teleobjetivo y su paciencia, con su magnífica facilidad para familiarizarse con la fauna y preguntarles a los rebecos o a los jabalíes o a los urogallos a qué hora y en qué esquina del bosque es la cita para la hermosa fotografía en exclusiva mundial. (La Junta de Extremadura va a gastar 100 millones de pesetas para celebrar el Día de la Región y la magna conquista de América Esta imagen del urogallo, captada por su fotógrafo de cámara, tuvo en algún tiempo el sentido de un homenaje a un animal amenazado, al que las escopetas de los cazadores y las motosierras de los maderistas iban dejando muerto o indefenso; apreciado su drama sólo por los taxidermistas o por los poetas. Sin embargo, este urogallo permanece sereno en la fotografía y se ha familiarizado eon su jaula sin rejas, con su plumaje grabado en un papel, mientras sobre su gesto inmóvil va pasando el tiempo y uno termina por ignorar qué es más cierto: el pájaro que fue entre los robles- y que quizá siga existiendo- o el que entona en cada amanecer su canción de silencio, cuando despierto y busco entre mis papeles y enciendo el primer cigarrillo y abro el periódico como un pan recién hecho. Hacía años que le debía un folio de gratitud a este urogallo que ha sido frontón de tantos sueños, rompeolas de tantas imaginaciones, cauce de tantas búsquedas. Estaba en deuda con él, es cierto, pero al mismo tiempo siempre me decía que cuando no tuviese más remedio que contar lo que siento ante el urogallo de la fotografía habría llegado el momento en que estaba perdido, en que ya nada tenía que decir. Fijándome en el antifaz rojo que rodea su mirada o en su pico, como una tenaza de marfil, voy pasando revista a lo que sucede en el mundo, a aquéllo que la atención a los escritores o a los periodistas, obreros de palabras y de historias a fin de cuentas. Hay micrófonos en la embajada de España en Varsovia, mas me parece un asunto de mínimo relieve considerando la curiosidad del hombre y sus misterios. Ametrallan barcos en el Golfo Pérsico, como si la geología y la historia estuviesen dispuestas de tal modo que el petróleo y la guerra fluyesen del mismo manantial. Culpable o inocente, Mathias Rust es un aviador simpático con cuyo vuelo sobre Moscú todos hemos soñado alguna vez, y habita entre la frialdad y la travesura. Me he cansado de ver a los atletas desde una butaca, cuando ellos corren en Roma intentando bailar sobre el cuarzo del cronómetro en la vieja costumbre de luchar por ser los primeros. Sobre el urogallo de la fotografía, al que jamás herirá bala alguna, todo es paz. Faustino F. ALVAREZ Planetario IVIQZART EN EL PASADIZO E N la penumbra del pasadizo la flauta deslíe la melancolía de un nocturno de Mozart. Arriba, el insolente brillo del sol mantiene aletargados a los chiringuitos de la plaza donde esta noche se darán cita los drogatas, los camellos, los sirleros insomnes y esa tropa policolor que no se sabe de donde saca pa tanto como destaca. Como siempre, las escaleras teóricamente rodantes, no funcionan. El señor concejal delegado del distrito no puede ocuparse de esas minucias. El peatonaje sube, o baja, pues, a puro pinrel. La flauta suave, melancólica, les anima a aventurarse por el pasadizo que todos rehuyen de noche porque es la lóbrega noche, eterno así es del miserable que esquivando el sueño espera abajo, ignorante de toda poesía, navaja en mano. No hay guardias municipales para bajar de noche esas escaleras sonámbulas y oxear a maleantes y a dormidores de alcoba improvisada con cartones acanalados de embalaje. Y cuando anochece, el flautista autodidacta levanta su atril, su amplificador que pone la orquesta mozartiana y dimite de su función pacificadora que bien merece el óbolo agradecido de los viandantes. Por eso el pasadizo, cuando el sol se va, sólo es visitado por algún pálido rayo lunar que busca asilo con- A 7 Kms PUERTO BANUS ZONA MARBELLA CHALETS 3 DORMITORIOS MARMOL, CHIMENEA, JARDINES, PISCINA ULTIMA FASE Mínimo desembolso inicial. Financiación 15 años, 13,50 Gran inversión y renta. Tels. 227 48 23 y 230 90 01. Madrid tra el alboroto de sevillanas o el rockeo chiringuitero de la plaza de Colón. -De abandonos así padece la antaño alegre y confiada Villa de Madrid. Todas las lágrimas del señor alcalde no bastarán para rociar lustralmente, para purificar, para rebautizar la urbe degradada por los que Bradomín llamaría abandonos crueles de sus munícipes. Con los cientos de millones derrochados en merendolas, verbenas, movidas callejeras durante los cinco últimos años, ¿cuántas máquinas productoras de espuma contra incendios habría podido comprar nuestro Ayuntamiento? Si las escaleras mecánicas fueron puestas para rodar, ¿por qué no ruedan? Si las bocas contra incendios fueron instaladas para apagar, ¿por qué siguen careciendo de presión? ¿Qué flauta de Hamelín ha llevado tras de sí a los concejales al Retiro, a la Casa de Campo, a las Vistillas, noche tras noche enajenándoles la voluntad de prever, de dotar, de modernizar, de asegurar, de, en una sola palabra, administrar? El cambio ha consistido en cambiar el verbo administrar por el verbo derrochar. Este mucho más alegre que aquél. Aunque tras éste, ahora lo vemos, vienen las amargas lágrimas no de Petra Von Kamp, que eso son cosas de Fasbinder. Vienen las amargas lágrimas de don Juan Barranco. Lluvia menuda, conmovedora y triste, tras las inútiles lágrimas de las mangueras en la noche más larga del año de Madrid. Mozart en el pasadizo es como un suspiro de Europa en el tercer mundo subterráneo de la Villa degradada, infamada. Arriba sólo hay vigilantes para multar automóviles. Abajo, suciedad y gallof. a. Sólo, de cuando en cuando, una flauta autodidacta, ensimismada, tiende la mano de Mozart, como una caricia, al atrevido que pasa. Lorenzo LÓPEZ SANCHO

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