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ABC MADRID 05-09-1987 página 95
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ABC MADRID 05-09-1987 página 95

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página95
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GENTE r u degenera el J WJ toro de lidia? ¿Cuál es v I el motivo último por el que cada vez se torna más débil, más manso, más falto de raza? ¿Flaquea su vitalidad al tiempo que la del comunismo ante los embates de Gorbachov? ¿Acaso guarda éste un uro apareando vacas siberianas? Sospecho una conjuración de pacifistas y democristianos (vicarios del maligno en la tierra) para facilitar la llegada de la bestia apocalíptica en medio del consenso de una sociedad presa del sopor y carcelera de su dios: las evidencias de su próximo y terrible advenimiento son patentes. Obsérvese la vulgaridad que reina y es aplaudida en el mundo de las artes (a su alcance, un poco de narcisismo envasado) Obsérvese la absoluta inexistencia de estadísticas entre nuestros cuadros políticos (a su disposición, múltiples modelos de play- boys, sofistas y gestores de granja avícola) Obsérvese, ante todo, la decadencia del toro bravo. Sospecho, sí, que pacifistas y deconsiderada como una mocristianos, sin escrúpulo moral La Perestroika, cogiendo al marxismo por tauromaquia, o Gorbachov los cuernos de ningún tipo, se introducen cada noche en los corrales y en las dehesas para realizar quién sabe qué macabros rituales de posesión sobre el dios que en ellos mora. sentar de nuevo batalla a una muerte que no teme, y de la que nos salva. El toro no es otra cosa, pues, que la imagen totémica del cristo español, nuestro arquetipo primero, la rememoración del tiempo mítico, el repetir los actos de los que nos legaron la sangre que llevamos en las venas. Por eso, su fin sería nuestro fin como comunidad cristiana, daliniana, anarquista y monárquica. Urge impedir la desaparición de nuestra fiesta, de nuestra religión. Nietzsche, en los años en que los dioses fueron expulsados del mundo, en los tiempos del positivismo, del cientifismo, del naturalismo, solo contra todo y contra todos, aislado de la nueva naturaleza que surgía, luchó desesperadamente por hallar dentro de sí mismo a un dios que lo ayudara en su combate. Dios nos libre de vivir momentos semejantes. Más vale preparar el advenimiento del dios de la nueva era, que derrotará nuevamente a la bestia; adviento que los visionarios ya presentimos. Aún estamos a tiempo. Comience cuanto antes la nueva guerra santa. ¡Españoles! Vigilad las dehesas. No quitéis ojo a los corrales. Dios precisa de soldados valientes. Ejercitaos, aficionados, en todas las suertes, pero, sobre todo, en la suprema. ¡A mí, Sambigliong! ¡Se llevan el turbante del pacha! Ni uro siberiano, ni democracia cristiana. Joaquín ALBAICIN Gorbachov, el toro berrendo siberiano Porque no es otro que un dios el que sale a la plaza a enfrentarse con la muerte. Por eso pacifistas y democristianos, los espíritus más claudicantes de la época, siniestros servidores del averno, cometen- s i son ciertas las sospechas que abrig o- un verdadero crimen cuya naturaleza blasfema no puede ser negada, y no merecen otro fin que perecer en las extintas mazmorras da; carne y sangre que son un hode la Puerta del Sol, apartados del nor en la mesa del devoto que las mundo, sobre el potro de tortura, adquiere. El toro muerto sobre el oyendo sin descanso los gemidos albero representa al dios que sufre de sus secuaces. El toro está en y muere por nosotros, al dios sacriOsiris, está en Mitra, está en Atis, ficado, y los aplausos de la plaza está en Dionisos, cuya sangre se son el anuncio de su esperada reconvierte en pan y en vino hechos surrección. Resurrección que se su carne y su sangre, que se tro- confirma cuando el dios vuelve a cea y pone a la venta tras la corri- salir de chiqueros, dispuesto a pre- Los tricornios, la avioneta y el culatazo P ARA el español, la Perestroika es una boutade o una estupidez- como quieran ustedes llamarle- por lo que tiene de desfasado, de polvoriento, de cosa ya hecha. Nosotros hemos facturado el cambio la mutación el trabuco con tal éxito que la Prensa extranjera- siempre tildada de insidiosa- ha dedicado generosos espacios a las últimas vicisitudes de la Patria. Sin duda alguna, todo empezó aquel día frío de febrero en el que la irrupción de los tricornios en el Congreso configuró una escena de admirable plasticidad, abriéndonos, tos tricornios, sin saberlo, las puertas de la posmodernidad. El equivalente soviético, su punto de arranque, se materializaba el pasado 28 de mayo, en plena primavera, cuando Mathias Rust- q u e es un espía perfecto para una película de Spielberg- aterrizaba en la plaza Roja de Moscú con una Cessna guay. Quienes allí estuvieron en ese glorioso instante SÁBADO 5- 9- 87 y se acercaron, fascinados, a recibir un autógrafo de aquel misterioso personaje, afirman que palparon la felicidad. Desde entonces, y antes, la Unión Soviética asombraba al mundo con una política dinámica, agresiva y hasta divertida. Gorbachov paseaba su lunar cerebral por las Cortes de Occidente, y las damas, extasiadas, investigaban los secretos de su elegancia. Los disidentes esparcidos por el planeta abandonaban su papel de zombies y, casi con unanimidad se sumaban a los nuevos tiempos. Reagan, como viene siendo costumbre, dormía su sueño atiborrado de hamburguesas y barras y estrellas, pensando, quizá, qué moneda haría más rentable el trueque de los rehenes en Irán. Así las cosas, descubrimos, anonadados, que la literatura incubada en la Rusia de la oscuridad es de una calidad muy superior a la de nuestros decrépitos best- sellers y que su pintura amenaza desestabilizar el mercado del arte. La mayor boutade de la Perestroika es poder aterrizar en la plaza Roja con una Cessna guay El espacio aéreo soviético está abierto para héroes estilo Spielberg Pero como la vida sigue, como la pelota gira sin cesar, he aquí que en los confines de la India un soldado alucinado nos muestra su libre interpretación de la Perestroika, el cambio, el trabuco y, en un gesto capaz de inmortalizar la gloria del más distinguido héroe, arrea un culatazo traicionero al mismísimo Gandhi júnior, cuando éste, en su infinita capacidad de desprecio, no había sido capaz de mirar el rostro de quien, colmado de sudor y sacrificio, contribuía a rendirle honores. Entre el revival del tablado flamenco atricornado, la dulzura avíonetada del joven Rust y el culatazo justiciero del indio cabreado se está tejiendo el futuro de los hombres, que no es otro que el destierro del culto a la perpetuidad. E. BRONCHALO GOITISOLO A B C 95

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