ABC MADRID 28-08-1987 página 45
- EdiciónABC, MADRID
- Página45
- Fecha de publicación28/08/1987
- ID0001609548
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VIERNES 28- 8- 87 XL AÑOS DE LA MUERTE DE MANOLETE A B C 45 Vive, desde aquella fatídica tarde, con el alma rota pero con el recuerdo perenne del que fuera todo para él. La amistad de Domecq y Manolete tomó fuerza a raíz de la alternativa de este último. La igualdad de edades y su común afición al toro y al caballo les hizo compartir muchas jornadas juntos, incluso la trágica de Linares. LVARO Domecq y Diez, cuarenta años después de aquella tarde de Linares, desgrana desde su Jerez los recuerdos. El fue amigo de Manolete, consejero, admirador, administrador de sus bienes. Manuel Rodríguez le llamaba el caballero- por mi afición al caballo -y estuvo en Linares por pura casualidad Vivió aquel dramático día en primerísima línea y hoy, cuando recuerda a Manolete, se funden en sus palabras todo un esportón de adjetivos. Por encima de todo y de todos, uno: Era un tío, todo un hombre. Tenía hombría, seriedad, vergüenza, caballerosidad y empaque. -Llega usted a la enfermería y... -Encontré mucho desconcierto. Parecía que era yo de los pocos serenos que había. No, no es que hubiera desorden, pero sí desconcierto. No se había hecho ni una transfusión. Bueno, me dije, si no hay sangre, aquí hay muchos que pueden estar dispuestos a darla. Yo no tenía el grupo de Manolo. Luis Miguel, tampoco. Dio sangre un cabo de la Policía. Ya estaba todo muy mal. Optamos Cámara y yo, aunque Cámara, el hombre, estaba como viendo el mundo acabado, optamos por llevarlo al hospital y que allí se le ligaran las venas, pero ya estaba Manolo casi desangrado. Jiménez Guinea a Madrid. ¿A qué hora ¡legó el médico? -E l doctor Jiménez Guinea llegó media hora antes de morir Manolo. Manolo le conoció por la voz, aunque puede que le hubiera saludado antes. Sí, recuerdo perfectamente que Manolo le dijo: Don Luis, que no veo Yo creo que esas fueron sus últimas palabras. Murió poco después. Y quisiera aclarar, por si no quedó claro, que no hubo problema de médico, sino de medios. Don Fernando Garrido puso toda su voluntad y todo su saber, pero apenas se podía hacer más con aquellos medios. Ya se sabe, las enfermerías, un problema de siempre. -Hábleme de Manolete como hombre... -Los que le conocíamos bien le queríamos, porque era un hombre grandioso. Era tan orgulloso en la plaza como humilde en la calle. -A usted, a pesar, de la mínima diferencia de edad, le respetaba bastante... -Era tres días más chico que yo. Yo nací el 1 de julio y él el día 3, pero sí; él, en muchas cosas, quería saber mi opinión. Me llamaba el caballero. A ver, ¿qué dice el caballero? Cuando tuvo dinero para -E l traslado se hace a pie, aunque, según he leído, había una ambulancia en la puerta. Incluso el- ¿Estuvo usted antes de los to- Buick de Manolete estaba dentro de ros con Manolete? la plaza... -Sí, en el hotel Cervantes, donde se hospedaba. Y recuerdo una- No sé si había o no ambulancia anécdota que voy a contarle y que allí, pero el traslado se hizo andanpocos conocen: el mozo de espa- do, con una camilla por la calle. Sedas de un torero, no hace falta decir rían las doce de la noche y aquello cuál, llegó al hotel pidiendo una parecía una procesión. Así llegamos castañeta para su matador porque al hospital. se le había olvidado. Guillermo, el- Se había ido a buscar al doctor imozo de espadas de Manolete, preeguntó a Cámara qué hacía. Camará, que lo decidía casi todo, dudó y preguntó a Manolete. Manolo, preguntó: ¿Tenemos de sobra? Tenemos, respondió Cámara. Entonces- dijo muy despacio Manolete, que parece que lo estoy escuchando ahora mismo- entonces- dijo- -dásela, para que así se ponga algo de torero. Hombre, esto dicho así parece una arrogancia, pero no era orgullo, sino como una frase de las frases cordobesas que Cámara le metía a este hombre para contagiarle amor propio. Dásela, para que así se ponga algo de torero... La castañeta de Linares... comprar la primera finca, aquí en Jerez, me propuso Cámara comprarla a medias con él. Le dije que no. Le dije que no, porque éramos amigos, y con los amigos no se deben compartir intereses, no sea que por problemas de éstos se rompan las amistades. -Sin embargo fue usted su administrador al morir... -Doña Angustias, el mismo día que murió Manolo, me dio todos los poderes. Aquí no se hace- m e dijo- más que lo que tú digas. Y así fue. No sé si lo hice bien o mal, pero creo que salió todo bien. Prueba de ello es que la familia conserva la fortuna. Todo se arregló antes de seis meses y ya ve usted cómo, por ejemplo, o de Paquirri todavía no se ha resuelto, aunque con los toreros, ya se sabe, siempre hay problemas con las propiedades, los dineros, etcétera. El dinero de Manolete ¿Tanto dinero tenía Manolete? -Por lo visto, sí. El compró fincas que valían mucho dinero, y hoy su precio es incalculable, porque la familia también ha sabido engrandecer el patrimonio, y las pagó en aquel instante. El dejó una base sólida y después se ha multiplicado. Al menos esas son mis noticias, aunque yo, en cuanto terminé mi función, no volví a saber más del asunto, pero tengo la satisfacción del deber cumplido. Tuve la satisfacción de su madre, que me quiso como a un hijo más y esas son misiones que honran en la vida. Claro que yo tuve, además, mucha suerte, porque busqué gente responsable y honorable como Pepe Camará. -Comienza la corrida. Quinto toro. Islero Manolete entra a matar... -E l toro le cogió muy cerca de la localidad que yo tenía con mis amigos. Fue delante nuestra. Lo metieron por el callejón delante mía. Yo no fui a la enfermería de momento. Me fui al hospital de los marqueses de Linares para buscarle un sitio allí, tener preparado lo que fuera, avisar que llegaría. Al volver entré en la enfermería. ¿La cornada? Nunca piensa uno en lo peor, aunque se veía que la cornada era grande. Hasta sus detractores han reconocido su hombría, su empaque y su caballerosidad En la plaza no se dejaba pisar por nadie. En la calle era una persona humilde