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ABC MADRID 28-07-1987 página 11
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ABC MADRID 28-07-1987 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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MARTES 28- 7- 87- OPINION -ABC. pág. 11 L presidente del Gobierno; don Felipe González, acaba de realizar unas importantes declaraciones, d ó n d e a f i r m a que los miembros de Herri Batasuna son tan responsables del terrorismo como los mismos etarras con lo cual no hace otra cosa que expresar el prácticamente unánime sentimiento del pueblo español, porque, salvo una ínfima minoría de cómplices, la nación considera que por lo menos en el terreno moral, que es el importante, no existe diferencia entre ambas organizaciones, unidas por lazos ideológicos y aspiraciones que ninguna de las dos ramas del independentismo violento han negado jamás. El presidente del Gobierno merece todos los elogios por ese afán de llamar a las cosas por su nombre, que desdichadamente no se practica con demasiada frecuencia en la vida política española, y raramente aparece en los debates sobre el terrorismo, al que ciertos líderes políticos prefieren envolver en una especie de hipócrita anfibología para decir, sin decir, lo que nadie sabe si realmente quieren decir. Pero, como es natural, la afirmación del presidente del Gobierno reclama una continuación política, porque ante la monstruosa presencia del crimen etarra, nadie puede considerarse liberado de posteriores obligaciones afirmando que los miembros de Herri Batasuha son responsables de la acción terrorista como los etarras, para liquidar con la frase, por muy afortunada que sea, toda ulterior responsabilidad de Gobierno. Por eso, el pueblo reclama soluciones además de palabras. Mientras se acumulan las listas funerales de víctimas del terrorismo, disponemos en las hemerotecas de los últimos quince años de una amplia antología de condenas, ya casi oxidadas de pura repetidas, que no reducen el problema, ni lo atacan, con todos los medios que la panoplia constitucional ofrece al gobernante. Sobre la lucha antiterrorista hay tres puntos donde la inmensa mayoría del país puede unirse en un clamoroso acuerdo nacional. En primer lugar, al terrorismo hay que combatirlo con los exclusivos recursos de la ley. En segundo lugar el E ACIERTO DE GONZÁLEZ combate antiterrorista hay que conducirlo aplicando los máximos recursos que esta ley autoriza para reprimirlo. En tercer lugar, nadie puede en España tener miedo de utilizar la ley en sus procedimientos legales más contundentes cuando se trata de acabar con el crimen. Y todo esto reclama ciertas consecuencias formales. Si realmente Herri Batasuna es tan responsable como los etarras, será preciso sacar las conclusiones de tales premisas y olvidar tanta indeterminación corrió crece alrededor de las medias palabras, con que los círculos políticos vienen tratando un problema terrible, cuya solución sólo comenzaría en el momento en que la sociedad española empiece a llamar a las cosas por su nombre, y cuando los cómplices de los terroristas sean tratados igualmente que los asesinos: como responsables de terrorismo. Don Felipe González ha dicho la verdad. Hace falta, ahora, que convoque a la nación a un pacto de Estado para aplicar en la práctica tan sana doctrina. A clínica de la Concepción, traída nuevamente al primer plano de la actualidad, no es sólo la expresión más sintética de los errores cometidos por el Gobierno en política sanitaria, sino que también constituye un a. uténtico escándalo para el mundo de la ciencia, de la investigación y de la cultura médica, al propio tiempo que suscita en los medios populares una profunda y prolongada ola de protesta. Nos estamos refiriendo, naturalmente, a la condición a que ha sido sometida por la política oficial esta institución que ha sido un verdadero modelo en todos los órdenes para la Medicina espáñola y p a r a la p r o p i a asistencia sanitaria. Posiblemente por eso no se encontrará el Gobierno en una tesi tura de mayor soledad, e incluso de directa repulsa, que en este asunto del centro fundado por don Carlos Jiménez Díaz. No es el objeto de este comentario, naturalmente, aver: guar la razón o las razones por las que el Gobierno socialista se ha empecí- L CLÍNICA DE LA CONCEPCIÓN nado en los términos por todos sabidos p a r a lo que concierne a la política sanitaria, ni tampoco por qué se ha tomado el problema dé la Fundación Jiménez Díaz como tema emblemático de ese despropósito socialista para la Sanidad. Pero, sin embargo, es necesario referirse a lo primero para mejor entender esto último. Sin unos planteamientos tan rígida y caricaturescamente economicistas como los aplicados por este Gabinete para la Sanidad española, ni se habrían producido sus pleitos, tan profundos y tan graves, con la clase médica, ni tampoco la Concepción se hubiera visto constreñida a esta situación en que se encuentra: quebrada su economía porque la propia Administración socialista que defínela cuantía y el nivel de sus ingresos, al fijar los precios de cada cama y de todo servicio sanitario, define también e impone un nivel de servicios y de prestaciones sanitarias de todo tipo que no se puede cubrir si no es con el recurso permanente a los números rojos, a la explotación deficitaria. Siendo así las cosas, la solución no habría de estribar, lógicamente, con un traslado de la Concepción a la Universidad de Alcalá, de Henares para que cumpla- allí objetivos docentes que ha cumplido hasta ahora en el lugar donde siempre estuvo, ni con la reducción en proporciones que no importa de su capacidad asistencial para paliar con ello el problema económico. Son tres errores, por tanto, los que el Gobierno insiste en cometer a propósito de la clínica de la Concepción: un error académico e institucional, un error económico y político y un error sanitario. Cualquiera de ellos sería materia bástante para un debate parlamentario si las cosas no estuvieran como están en el escenario general de la política española. Hay que advertir una vez más que ese tipo de solución (traslado a Alcalá de Henares) no haría otra cosa que añadir un pasivo más a los gravísimos problemas que padece la Sanidad española. Parece lo más prudente y sensato sugerir al Consejo de Ministros que rectifique en esto una vez más, porque así, de esta manera, se podría apuntar otro tanto en su haber. DEDEN SER CONDECORADOS AY que insistir en la condición heroica de los guardias civiles que tomaron al asalto en Pasajes, con riesgo cierto de sus vidas, la guarida que teñían allí los forajidos de ETA. Hay que insistir en la protesta contra la cobarde conspiración montada contra ellos, a la justa medida de determinados políticos y medios de comunicación. Hay que insistir en el apoyo nacional a esos soldados anónimos, muchos de cuyos compañeros reposan a lo ancho de la patria en rimeros de tumbas perfectamente conocidas. Hay que proclamar la necesidad urgente, la justicia estricta, de que se les conceda una condecoración que premie su heroísmo y, si procede, que se les ascienda. Hay que exigir que se les trate como lo que son: como héroes. H ABC Presidente- Editor GUILLERMO LUCA DEi TENA Director LUIS MARÍA ANSON Director de ABC de Sevilla Francisco Giménez- Alemán Subdirector: Antonio Burgos Subdirectores Darío Valcárcel, Joaquín Vila. José Javaloyes, Manuel Adrio. Joaquín Amado Jefes de Redacción: J. A Gundin (Continutíad) J. C. Azcue (Internacional) B. Serasategui (ABC literario) A. Fernandez (Economía) J. I G. a Garzón Cultura) A. A. González (GontkuJtíad) R. Gutiérrez (Continuidad) L. Lz Nicolás (Reportajes) C Mantona (Continuidad) J L Martin Descalzo (Sociedad) J. Olmo (Edkaón) L. l. Parada (Suplementos Económcos) L Prados de- la Plaza (Continuidad) C. Prat (Ocmnical) Santiago Caseto (Colaboraaones) Secciones: J, Rubio (Arte) J. M. Ríez. -Rua (Ciencia) A. Garrido y J. Espejo ¡Confección) J C. Diez (Deportes) A. Yañez (Edición Aerea) J Badia (EdLcactóni. E. R. Marchante (Espectáculos) J Pato (Gráfica) M. A Flores (Huecograbado) F. Rubio (Ilustración) M. Salvatierra (Internacional) C. N avascués (Madrid) J. -A. 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