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ABC MADRID 25-07-1987 página 73
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  • EdiciónABC, MADRID
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SÁBADO 25- 7- 87 ESPECTÁCULOS -Veinticinco años de la muerte de Raquel Meller A B C 73 Una voz sugerente que triunfó en medio mundo La tonadillera española, aplaudida también en el cine y en el teatro Madrid. Servicio de Documentación Yo nací en el teatro Arnau, de Barcelona solía contestar Raquel Meller a quienes le preguntaban su edad. Y no porque hubiera venido al mundo entre bambalinas, sino porque en ese coliseo tuvo lugar, el 16 de septiembre de 1911, su salto a la fama definitivo, su consagración ante un público que se mantendría siempre fiel a la popular tonadillera. Francisca Marqués López- tal era el nombre verdadero de la artista- había nacido en la localidad aragonesa de Tarazona el 9 de marzo de 1988. A los doce años emigró a Barcelona, instalándose con su familia en un modesto piso del Poblé Sec. Fue aprendiza de modista en un taller de la calle Tapinería y tal vez de estos años heredó el gusto exquisito por el vestuario. José María Pemán se refería a ella como la mayor cantidad de metros de telas que nadie usó nunca sobre sí Pisó por primera vez un escenario en 1907. Fue en el conocido café- teatro barcelonés La Gran Peña. Francisca Marqués inicia su singladura artística con el sobrenombre de La Bella Raquel. Tras una acalorada discusión con el empresario del local, al que llegó a abofetear, Raquel se pasó al elenco de La Buena Sombra, su principal competidor. Aunque eran buenos tiempos para las variedades, La Bella Raquel aún no había encontrado su tono. La apoteosis sobrevendría aquel septiembre de 1911 en el teatro Arnau. A partir de ese momento, su estilo se impondría arrolladoramente. Un vestuario adecuado para cada canción y una mímica sobria, pero sugerente, enmarcan su expresiva y admirable voz. A mí, con muy poquita voz- -solía decir- se me ha oído en todas las partes del mundo. Su puesta en escena era extraordinaria: no es extraño que Colette la tildara de gran actriz que canta rante la primera guerra mundial. En París, ciudad que la catapultó internacionalmente, Raquel Meller debutó el 31 de agosto de 1919, en el Olympia Music Hall. La crítica calificó su actuación de sublime, y este sobrenombre ya no la abandonaría en la capital francesa. También triunfaría en Londres, Berlín, Buenos Aires y Nueva York. Su primera película, Los arlequines de seda se estrenó en 1919. Le seguirían Violetas imperiales filmada en París y, en 1926, dirigida por Jacques Feyder, la versión cinematográfica de Carmen Charles Chaplin le ofreció el principal papel femenino en Napoleón película que nunca llegó a rodarse, acaso porque Raquel no pudo aceptar por culpa de otros compromisos. recta final de su carrera artística, regresaba sola y definitivamente a Barcelona. Sus biógrafos dicen que tuvo dos hijos, pero, al parecer, fueron adoptados. La vida de Raquel Meller fue apagándoSu vida sentimental se vería, sin embargo, se lentamente v el 26 de julio de 1962, hace asediada por la infelicidad. Su primer matri- veinticinco años, fallecía a consecuencia de monio se deshizo en 1922 por incompatibili- una dolencia cardiaca. Quienes hoy pasean dad de caracteres. En 1939 volvería a casar- por Barcelona, en el cruce de las calles del se, esta vez con Edmond Sayag, un francés Conde de Asalto y Marqués del Duero pued d de origen judío que regentaba la Banca de den admirar el monumento que la ha perpeMontecarlo. Al poco tiempo sufría de nuevo la I tuado como la violetera que ofrece un manojo amargura de la separación. Raquel, ya en la! de flores. Thlocio Trensa yTV ¡LUNES PRÓXIMO, ESPECTACULAR ESTRENO! Pintada por Sorolla Mujer de escasa cultura, Raquel Meller acabó frecuentando a la intelectualidad de su tiempo: Rusiñol, Guimerá, Apeles Mestres, Eugenio d Ors, María Guerrero, Valle- lnclán, Jacinto Bénavente, Eduardo Marquina, Romero de Torres y otras muchas figuras rodearon con veneración a la artista. Incluso llegó a ser retratada por Sorolla. Consagrada por el público barcelonés, la cantante se presentaba en Madrid en 1918, en el teatro Malasaña. Un buen día acudió al teatro el marqués de Viana, mayordomo mayor de Su Majestad el Rey Don Alfonso XIII, para transmitirle el deseo del Monarca de escucharla en Palacio. La contestación de la artista fue tan espontánea como impulsiva: La misma distancia hay del teatro a Palacio que de Palacio al teatro. Si el Rey me quiere oír, aquí estoy. Y Don Alfonso acudió a verla. Al despedirse el Monarca del empresario, exclamó: ¡Qué maravilla de artista y qué maravilla de teatro! Desde entonces el teatro pasó a denominarse Maravillas, y Raquel Meller fue una constante y apasionada admiradora del Rey. También sintió gran simpatía por los hombres de la Prensa: en 1919 contraía matrimonio en Biarritz con Enrique Gómez Carrillo, escritor y periodista guatemalteco afincado en París, que se había trasladado a Madrid du- Fue algo más que el guardaespaldas de la esposa del presidente Jamas la accidn y ei suspense alcanzaron tan altas cimas

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