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ABC MADRID 25-07-1987 página 45
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ABC MADRID 25-07-1987 página 45

  • EdiciónABC, MADRID
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25 julio- 1987 LIANZA Editorial, de la mano de José Antonio Llardent- traducción, introducción y notas- nos ofrece en uno de sus cuidados volúmenes de bolsillo esta antología de la obra de Alvaro de Campos, heterónimo de Pessoa, acaso el más interesante y más u n i v e r s a l de sus pessoas (personas- nombres, actitudes, fuerzas creadoras que le habitaban voces que oía en su interior, y que le habían nacido en un momento de pura e inesperada inspiración Nos había Llardent del día triunfal en la vida del poeta, cuando se encerró en una habitación, y en un estado cercano al éxtasis escribió los treinta y tantos poemas de O guardador de rebanhós, de Alberto Caeiro; los seis de Chuva oblíqua, del propio Pessoa; las seis iniciales de las Odes, de Ricardo Reis, y finalmente, en derivación opuesta a Reis, la Oda triunfal, de Alvaro de Campos, sin interrupción ni correcciones... Así, pues, en esta jornada habría compuesto alrededor de mil trescientos versos; es decir, un promedio de un verso por minuto durante veinticuatro horas ininterrumpidas. ABC ÍITcrario ABC III que un automóvil era tan bello como la Venus de Samotracia Lo que sí es hombre tan completo, y soñador tan completo también, que puede colocarse ante ambas maravillas mirando, sintiendo sin demasiados asombros. La retórica- prosaica tantas veces- le hace contestarse demasiado. Y preguntar- hemos intentado decirlo como hemos- podido- es la función más hermosa e inevitable del poeta. Tuércele el cuello al cisne habría que decirle a algún Pessoa, a alguna de sus personas, o mejor: Tuércele algunos cuellos al dragón de siete cabezas. Nos sobra en ocasiones ese enfático Alvaro de Campos de las Odas (triunfal, marítima) Dan ganas de poner las yemas de los dedos, eso sí; delicadamente, cuidadosamente, sobre el diapasón de esos versos que suenan a Walt Whitman y no se amansan hasta la estatura dé las hojas de hierba. Preferimos- sin quitarle nada de su grandiosidad y de su empeño- a ese Alvaro de Campos de Mi alma se ha roto como un cuenco vacío. He caído, rodando demasiado abajo, en la escalera. He caído de las manos de una criada distraída. Ha caído y se ha hecho pedazos, y ahora hay más loza en los pedazos que antes en el cuenco. Y también a ese de Hace más de media hora que estoy sentado ante mi escritorio con el único propósito de mirarlo... Al lado derecho ¡ah, el lado derecho! el abrecartas con que ayer no tuve paciencia para abrir completamente el libro que me interesaba y no leeré. ¡Quién pudiera sintonizar todo esto! O el poema Estoy cansado, claro que tanto recuerda a otro de nuestro Luis Cernuda. Y Quién volviera a aquel tiempo en que escribí sin darme cuenta cartas de amor ridiculas. Porque cuando Pessoa- o Alvaro de Camposnos habla de la cabalgada que estalla está el mundo detenido ante sus palabras, y el jinete cae por tierra. Y nada acaba por estallar. Por más que él tenga ese deseo de ser un creador de mitos los, mitos de esta lira hecha de troncos con nudos y con cuerdas salobres arrancadas a la fuerza del fondo de sus mares no bastan en su exceso; no basta con decir después de aquel verso ¡blindajes, cañones, ametralladoras, submarinos, aviones! os amo a todos y a todo como ama una fiera, Os amo carnívoramente Este altisonante Alvaro de Campos no nos engaña en sus éxtasis ni en sus contradicciones. Tampoco hacía falta, aunque nos conmueva, que nos llevara a sus soluciones imposibles, esas que no pueden escapar a la inevitable retórica donde parece que acierta por mor de un juego poético que está por debajo de sus altas cotas de expresión: Porque amo infinitamente lo finito, porque deseo imposiblemente lo posible, porque lo quiero todo, y un poco más si puede ser, y hasta si no puede ser... Entre este tipo de poesía es interesante haber incluido en la antología el poema Ultimátum, donde los nombres que cita, y que el tiempo inevitablemente ha marchitado, contaminan al poema- pese a su grandeza- de cierta antigüedad impertinente: Y tú, Loti, sopa salada y fría. José GARCÍA NIETO de la Real Academia Española A ANTOLOGÍA DE ALVARO DE CAMPOS FERNANDO PESSOA El libro de bolsillo de Alianza Editorial Madrid, 1987. 236 páginas. 425 pesetas esta cita del poeta: Haz de tu alma una matafísica, una ética y una estética Pero añade también: Sustituyete siempre á ti mismo. Tú no eres suficiente para tí. Esta carencia de entidad, que le pide sustituciones, alejamientos del centro de su personalidad, ¿no De Campos es interesante la fabulosa biografía, como lo son las de Reis y Caeiro, así como el conocimiento de sus otras firmas, de sus semiheterónimos: Bernardo Soares, Baro de Teive, Vicente Guedes, José Pacheco, Antonio Mora... Y leer ahora, aislados del resto de la obra del poeta, estos versos ambarados por el nombre de Alvaro de Campos es una experiencia que podrá ser de rara ilustración para algún lector de Pessoa, si lo hay, que no se haya asomado al resto de su obra. Pilar Vázquez Cuesta, gran traductora de Pessoa, nos ha acercado a muchos de estos extremos que han contribuido al conocimiento universal de un poeta como lo es ya hoy Fernando Pessoa. Habría que recordar la famosísima cuarteta del ortónirño Pessoa en su autopsicografía. El poeta es un fingidor. Finge tan completamente que hasta finge que es dolor aquel que de veras siente. Versos que en su brevedad arrastran un acto de fe que seguramente tiene que atraer a muchos poetas de cualquier tiempo, y además nos sitúa, como tantas veces, ante el enigma Pessoa, que es mucho más que un problema de intuición sobrecogedora, porque su preocupación por llegar al último conocimiento de las cosas hace que el poeta se desalme buscando los puntos máximos de su atormentada existencia y se estrelle y estalle ante todas las posibilidades de la expresión. Por ello nos asaltan desde distintos frentes de comunicación el instintivo, recluido, infantil, primitivo y purísimo Alberto Caeiro- para Pessoa, el maestro de todos- el culto profesor, dominador del mundo clásico, Ricardo Reis- que ha dado lugar a un reciente libro de José Saramago, del que nos hemos ocupado en estas mismas páginasel ingeniero Alvaro de Campos, nuestro autor de hoy, gran viajero, impresionado por los futuristas, intentando dar un paso más sobre sus máquinas y sus humanizaciones de loimposible; el mismo Fernando Pessoa, ¿qué son sino intentos desesperados de explicar una totalidad de existencia dolorosa, pero autosuficiente? El prologuista de este libro encabeza sus páginas, verdaderamente esclarecedoras, con es la razón enloquecida de sus heterónimos? En ellos podemos contemplar tanto su capacidad de diversificación, como la búsqueda de una verdad que acaso no se encuentre más que en la voz de los poetas; pero no de un solo poeta, sino de todos los que acuden al conjuro de su poderosa capacidad de inventor. Pessoa es, sin duda, un caso singular de soledad imaginativa, posiblemente originada en su primera educación, fuera de su país y de sus familiares. Un poeta grande y en cierto modo profético, como él lo es, tendría que haber concentrado sus capacidades de escritor en la creación de un mensaje que tuviera múltiples extensiones en una voz única, generadora de un grito exponente de una fuerza comunicante universal. Y los puntales de sus criaturas literarias no son otra cosa que escapatorias, sublimes muchas veces. Ser tan completo como una máquina es una apetencia de Alvaro de Campos que no le basta a un hombre- tengo que subrayar la palabra- dueño de su humanidad, limitada, pero cambiante, móvil, diversa, con sus poderosos músculos sujetos a las maravillas cambiantes delazar. Alvaro de Campos sabe que toda su grandeza es superior a cualquier máquina, que descansa como invención, una vez terminada. El nombre Alvaro de Campos tiene que saber que no está entre los futuristas para los

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