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ABC MADRID 19-07-1987 página 32
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ABC MADRID 19-07-1987 página 32

  • EdiciónABC, MADRID
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32 A B C IBEROAMÉRICA La crisis panameña DOMINGO 19- 7- 87 Herrera provocó con sis acusaciones una tempestad política sin precedentes La oposición mantiene sus demandas de mayor democracia Ciudad de Panamá. Hermes Sucre Es de general aceptación en Panamá la idea de que ni el propio coronel Díaz Herrera era consciente de la tempestad política que provocarían sus acusaciones contra la cúpula militar de este país. Nadie podía prever hace dos meses que Panamá iba a vivir tensiones tan fuertes y en tan diversos puntos de su tejido social, así como tampoco que la entrada en escena de los Estados Unidos desatara tan vastísima ola de protestas. El coronel retirado Roberto Díaz Herrera, de cuarenta y nueve años, militar de carrera graduado en Perú, se mantuvo 28 años dentro de la oficialidad de las Fuerzas de Defensa antes de acogerse a su retiro hace un mes y medio. Según sus propias confesiones, fue obligado a dejar el cargo de jefe del Estado Mayor que ejercía en esos momentos. Poco después de anunciar su retiro, Díaz Herrera hizo unas declaraciones, el 6 de junio, por una emisora local en donde expresó que sentía júbilo y alegría por incorporarse a la vida civil a observar la política nacional despojado del uniforme. Un día después, el 7 de junio, el periódico opositor La Prensa publicó otras declaraciones del alto militar contra el comandante jefe de las Fuerzas de Defensa, general Manuel Antonio Noriega, a quien acusó de apadrinar el fraude electoral de 1984, así como de corrupción y asesinato. Díaz Herrera, quién en todo momento se mostraba nervioso y visiblemente afectado por la situación creada por él mismo, involucró a su antiguo jefe en la muerte del ex jefe de Estado Ornar Torrijos y del líder guerrillero Hugo Spadafora, un abierto enemigo de Noriega. En una conferencia de Prensa con medios nacionales e internacionales realizada en su mansión de Altos del Folf- u n lujoso distrito de esta capital- Herrera acusó a Noriega de haber estado manejando los hilos del fraude electoral que llevó a la presidencia en 1984 a Nicolás Ardito Barletta. También dio detalles sobre la muerte del general Ornar Torrijos Herrera, el hombre fuerte de Panamá que padeció el 31 de julio de 1981 un accidente de aviación. Torrijos era primo hermano de Díaz Herrera. Según el coronel retirado, Noriega y otro grupo de oficiales, planearon la muerte de Torrijos y colocaron una bomba en el avión. También acusó al presidente norteamericano Ronald Reagan, al vicepresidente George Bush, al general Walace Nutting- antiguo jefe del Comando Sur- de estar implicados en la conspiración contra Torrijos. sición también procuraron a partir de ese momento excitar los. ánimos de la población contra lo que llamaban abiertamente corrupción de la cúpula del Poder. Se pedía la dimisión de Noriega al tiempo que se exigía al presidente Delvalle una investigación en que quedase demostrada la inocencia de Noriega en los cargos de que se le acusaba. Con la anuencia de algunos grupos empresariales, los opositores políticos formaron una Cruzada Civilista Nacional para pedir la separación de los cargos de las personas acusadas por Herrera. Entre las acciones tomadas se dio el toque de bocinas, cacerolas y utilización de ropa blanca. Díaz Herrera chazó los cargos contra él e hizo un llamamiento a mantener la paz. El país sigue en marcha, nadie ni nada lo podrá detener; los fusiles de la patria están al servicio de la democracia indicó el general, quien añadió que Panamá es un país muy chico para pelear; todos nos conocemos Por su parte, el presidente Eric Arturo Delvalle dijo que no permitiría que el legado de paz y tranquilidad que han mantenido esforzadamente generaciones de panameños, sea trastocado Estado de emergencia Ante el incremento de 1 as protestas callejeras, que amenazaban con extenderse a las principales ciudades del país, el Ministerio del Interior ordenó el estado de emergencia y la suspensión de las garantías constitucionales. El Ministerio de Educación optó por cerrar de forma indefinida todos los colegios públicos y privados. Se envió al Ejército a custodiar las calles y evitar todo tipo de reuniones salvo la celebración de misas. El general Noriega, quien en el momento de las declaraciones de Díaz Herrera se encontraba en misión oficial en Guatemala, re- Se descubre la conjura Los acontecimientos políticos tomaron otro rumbo cuando Gabriel Lewis Galindo, un acaudalado hombre de negocios panameño, quien fue embajador en Washington, dijo al Pro mundi beneficio F. de A. Con machacona insistencia, los dirigentes militares panameños aluden a la intriga del Gobierno norteamericano para explicar las acusaciones de corrupción que recoge la Prensa internacional, 0 la más reciente del ex número dos de las propias Fuerzas Armadas del país. Sin embargo, en pocas ocasiones demuestra tanto tacto la Administración norteamericana- con independencia de su color- como en sus relaciones con las autoridades panameñas. En la disyuntiva de elegir entre democracia o estabilidad en Panamá, Washington nunca duda por esta última. La razón es sencilla. Los intereses estratégicos del Canal no permiten muchos equilibrios. Por los acuerdos Carter- Torrijos de 1979, la soberanía de esta crucial vía de navegación pasará definitivamente a manos panameñas el 1 de enero del año 2000, si bien el Tratado establece la permanente neutralidad de la zona y su funcionamiento. Hasta esa fecha, las catorce bases norteamericanas establecidas a lo largo de la franja canalera constituyen otros largos argumentos para hilar fino en cualquier eventual diferendo. Para las autoridades panameñas, la existencia y el control sobre el Canal cobran casi una naturaleza obsesiva. Panamá debe históricamente su identidad nacional a esa franja de agua. Y en ella cifra sus esperanzas de progreso. Los padres de la patria soñaban en que el Canal haría del país un centro del comercio internacional pro mundi beneficio como reza la divisa de la República. En cierta medida, estas promesas se han cumplido sólo parcialmente, debido a las estrictas condiciones que impuso la presencia norteamericana en su zona de soberanía, antes de la firma de los acuerdos. Pero muchos sospechan hoy en Panamá que de poco servirá el pleno dominio sobre el Canal sin auténtica libertad política. Aunque la jaula sea de oro. Estallan los disturbios Poco después de las espectaculares revelaciones de Díaz Herrera, políticos de oposición y representantes de la Iglesia, dirigidos por monseñor Marcos Gregorio Macgrath, arzobispo de Panamá, se personaron en la casa del alto militar para garantizar su seguridad. Las armas con que los seguidores de Herrera le habían protegido en su mansión fueron entregadas a las Fuerzas de Defensa. A partir de ese momento, comenzaron las manifestaciones de los Estudiantes en las calles de la capital pidiendo expííciones al Gobierno de las acusaciones de que eran objeto las Fuerzas de Defensa. Las fuerzas de opo-

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