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ABC MADRID 12-07-1987 página 58
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ABC MADRID 12-07-1987 página 58

  • EdiciónABC, MADRID
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58 A B C ESPAÑA EN VACACIONES Crónicas del verano DOMINGO 12- 7- 87 rpPan y vino andan camino DESCANSO EN ANTEQUERA En Antequera el cronista se toma un descanso más largo de lo normal. Tiene mucho que escribir sobre el camino de los últimos días. Y el parador de Antequera es un lugar muy apropiado para este reposo activo. Si levanta los ojos de las teclas y el papel, el cronista encuentra el azul de la piscina junto al verde recién regado del césped, el violento rosa de las adelfas y el blanco y el bermellón de los gladiolos del jardín. Colores limpios que le aclaran y le refrescan los ojos. De la cocina antequerana- que en el parador se cultiva celosamente- les he contado a ustedes en otros viajes. No estará de más, sin embargo, insistir en la bondad de esos dos hallazgos locales, la porra y el remojón a los que reencuentro con verdadera alegría. El remojón es una ensalada deliciosa. Elementos tan dispares como la naranja, el bacalao, el pimiento y la aceituna, se asocian en una armónica y sorprendente alianza. La porra -y a lo saben ustedes- es un gazpacho sin diluir, un gazpacho en toda su entereza al que se le añade huevo duro, atún y jamón. Otra feliz e inesperada mezcla. Pero resulta que, además, aquí el horno de asar- -las manos que lo rigeny funciona a la perfección. Ha sido una agradabilísima sorpresa comer un cochinillo que nada tenía que envidiar al de los asadores de Castilla. Y como el descanso- repito- ha sido largo, nos ha dado ocasión de probar un conejo a la brasa con ali- oli que estaba sencillamente suntuoso, como diría una señora que yo conozco. Tengo que citar con elogio, en estricta justicia, unas chuletillas a la bechamel Dirán ustedes que hemos comido demasiadas cosas en el parador de Antequera pero hagan este sencillo cálculo: dos personas en dos días consumen cuatro comidas. Como éstas se componen de dos platos, cada persona puede probar ocho platos distintos. Si se hacen intercambios, resulta que cada uno ha podido gustai dieciséis manjares diferentes. Total, que hemos comido mucho menos de lo que parece. A los postres no se puede olvidar el típico bienmesabe La amabilidad de jefe de cocina me permite conocer el arnadí dulce de estirpe árabe, confeccionado con calabaza, castaña pilonga y azúcar y embellecido con almendras y piñones. Parece un poco rara la composición, pero el resultado es muy agradable ¿Qué más? Sí, en el aperitivo que gentilmente se brinda a la clientela, un vino de Málaga, seco, en la línea de los olorosos. Trajinero se llama. Con él he brindado por mis posibles y pacientes lectores. C. L. T. Aún en Las Alpiyarras Nadie diría que estos pueblecitos llenos de paz, aislados del ruido y la confusión que a tantos nos afligen, fueron testigos de tan sangrientos episodios. Ni recuerdos pueden quedar aquí porque sus moradores no son descendientes de aquellos rebeldes moriscos que, en número de cuatrocientos mil, fueron internados en otras provincias. Doce mil quinientas cuarenta y dos familias vinieron desde Galicia, Extremadura, Castilla y los Montes de León a repoblar. Por un momento el cronista tiene la tentación de seguir remontando el camino, y desde Capileira subir hasta Sierra Nevada por esa carretera que en el mapa es un puro tirabuzón, una espiral impresionante. Pero subir Leyendo atentamente el libro de don Pedro y bajar hasta y desde Trevélez, más las curAntonio, he decidido que su viaje se limitó a vas acumuladas desde Gádor, han agotado la que puede llamarse la Alpujarra inferior su fiebre de aventuras. Le queda aún un larde la que da generosos detalles. Cuando le go, larguísimo descenso, soportable gracias a toca el turno a la Apujarra superior Ja más la hermosura del paisaje. Es un paisaje braelevada, cuando debiera contar cosas de La- vo, fuerte, masculino. En ningún momento, ni roles, de Medina- Alfáhar, de Valor, de cuando. la vegetación es más frondosa, llega Medina- Bombaron, o de Juviles, se dedica a a alcanzar esa dulzura. que suele adjetivarse hablar de los cultos de la Semana Santa. Y como idílica Falta para eso la placidez del teniendo en cuenta que su recorrido dura llano florido, la presencia sedante del agua, la sólo once días- del 19 al 30 de marzo- y verde suavidad de los prados. Tenía razón que se efectúa a caballo, casi se puede ase- don Pedro Antonio: esta Alpujarra no es una gurar que no tuvo tiempo de asomarse a esta rubia nórdica de ojos azules y blanquísima comarca que yo recorro ahora con el coche piel, sino una de esas morenas del Sur, de en sus marchas más cortas, girando el volan- agresivo y zahareño encanto. te sin cesar. Al cronista se le quedan unas cuántas imáY tal vez sea ésta la parte más jugosa y genes fuertemente grabadas: el final del aspintoresca de Las Alpujarras. Los pueblos se censo a Trevélez, con la estampa apacible asoman al sol que los abraza enteros, que del río en primer término serenando su agres los inunda desde el amanecer. Como en Mo- te belleza; Cádiar, arbolada y florida, de la jácar- l a raíz és la misma- los volúmenes que Alarcón dice que era una residencia de están imbricados, superpuestos, si se miran príncipes, un Aranjuez, un Versalles Pamde lejos, en conjunto. Esto se nota, particular- paneira, Pitres, Pórtugos, puestos al sol de la mente, en Cañar, Carataurvas, Pampaneira, mañana, sin secretos, sin veladuras, como que yo no sé si son más antiguos o más mo- una turista del Norte; el recodo de la carretedernos que los antes mencionados. Los nom- ra desde el que contó hasta siete pueblos bres de Capileira y Pampaneira me hacen blancos casi escondidos en sus verdes cerpensar que fueron galaicas las familias traí- cos, próximos y lejanos a la vez. das aquí en la repoblación. Trevélez es la Al cronista se le quedan muchas cosas que cumbre, el finaíde la tremenda subida. Dicen contar en el tintero. Tendrá que volver a Las que es el pueblo más altó de España y que Alpujarras. Hoy, desde Orjiva baja hasta Moallí se oye cantar a los serafines Lo que trK por Vejez de Benaudalla para encontrarse todo el mundo recuerda es la fama de sus ja- con los automóviles, los rascacielos y los semones, curados en nieve, al parecer, y de un- rnáforós. Con la fiebre del verano que acaba gusto- algo más dulce y suave que el que pro- de estallar. ducen las sierras de Huelva. Cayetano LUCA DE TENA Pero los lugares abandonados a la fuerza eran cuatrocientos. No hubo gente bastante para todos, ciento treinta quedaron vacíos. Los moriscos, ya se sabe, fueron magníficos agricultores. Era natural que unas gentes llegadas del desierto se entusiasmaran cultivando esta tierra fértil, con aguas abundantes. Los árabes introdujeron aquí la higuera chumba, el níspero, el algodón, el membrillo, el naranjo, la palma, el madroño, el azofaifo y otras plantas aromáticas y medicinales. Pedro Antonio de Alarcón, que viajó a caballo por estas sierras en marzo de 1872, se extasía contemplando sus cumbres, encrespadas olas inmóviles, ejércitos de cerros, cumbres amotinadas Tiene don Pedro Antonio expresiones felices en el libro en que cuenta su viaje. Por ejemplo: Así como todas las montañas de nuestra zona parecen hijas del invierno, la Alpujarra parece hija del verano. Y remata la suerte diciendo que si todas las montañas del Norte tienen ojos azules, la Alpujarra es una montaña de ojos negros Montaña- sigue diciendo implica la idea de maga, sílfide, creada, de un ser quimérico, errante, vaporoso como la niebla. La Alpujarra es una saludable odalisca, o cuanto más, una peri, una hurí, una divinidad, en suma, de carne y hueso. Es muy difícil diferenciar estos pueblos que se parecen como hermanos gemelos. Surgen entre los castaños, los eucaliptos, las palmeras y los chopos, al borde de las adelfas, que tienen un color indescriptible entre el rosa y el malva, y el lila y el carmín, deslumbrantes de blancura en medio del verde que los ciñe y hasta los invade. Hay lugares que no figuran en el mapa y que nos equivocan cuando queremos adivinar su nombre al acercarnos. Las gargantas tienen nombres más o menos poéticos y las flores crecen por todas partes, culminando en la magnificencia de las bugandillas que revisten de majestad los blancos y humildes muros. A veces entra por las ventanillas del coche un olor de campo, un aroma inclasificable que han fabricado en estrecha colaboración árboles y plantas. A veces nos saludan amistosamente viejos labradores sentados al borde del camino, viendo pasar las horas y les gentes. Cuando dudamos en una encrucijada, cuando se confunden los senderos a la entrada de una población, siempre hay una voz amiga para guiarnos. COMPRO PARCELA ARAVACA 0 ZONAS PRÓXIMAS: para construir chalet, pago contado, precio razonable. Teléf 458 09 23

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