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ABC MADRID 11-07-1987 página 50
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ABC MADRID 11-07-1987 página 50

  • EdiciónABC, MADRID
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VI ABC ABC 11 julio- 1987 Poesía Caravanserai María del Carmen Pallares Colección Esquió de Poesía Caixa Galicia Ferrol, 1987. 82 páginas Tiene algunos riesgos- casi inevitablesla poesía de María del Carmen Pallares, como los tiene la nueva lírica española que ha roto la tradicionalidad, más atenta a una exactitud ligüística y verbal más sobria. Y, sin embargo, su personalidad, casi literal de diosa blanca -atenida al mito greavesiano y su puesta en circulación en la antología poética de Ramón Buenaventura- le transporta a un ámbito mediterráneo, donde surge como una atrayente Nausicaa, que sabe dónde oír y dónde sor- tear el canto de las sirenas... Carmen Pallares María del Carmen Pallares es madrileña, de 1950, y por su amplia preparación académica y su diversificada especialización literaria- con estudios de Filosofía, Periodismo, Dibujo y otras técnicas, de una parte, y dedicación a la crítica en la Prensa y en la Radio, así como a la poesía y la escultura, de otrasu obra tiene la suficiente complejidad y volumen para exigir una atención inmediata. Estos son sus libros: Del lado de ia ausencia (Noegá, Gijó n) Molino de agua (Adonais, Madrid) La llave de grafito (Adonais, Madrid) y unos poemas publicados en la Revista de Occidente con el título de El hallazgo de Agrígento Asimismo, ha publicado en Argos- Vergara un libro de narrativa: No está, se lo han llevado Caravanserai con el sello editorial de Esquió, es el quinto libro que publica. Figura ya con las notas distintivas de su poesía suficientemente perfiladas: la síntesis de una emoción cada vez más pura- connotada hasta lo abstracto- y el vértigo de la palabra en libertad- e n sucesiva reducción a un núcleo axiomático- como factores esenciales de un discurso imantado, aunque nunca aséptico. No es fácil hacer una fácil taxonomía del estilo de María del Carmen. Mas puede decirse que su desolación, y hasta una cierta angustia, apenas conectan con lo que puede llamarse una poética del silencio. Y tampoco es posible adscribirla a ninguna suerte de surrealismo, alimentado o estimulado por los barbitúricos. En ambos casos, sus poemas no sólo se ven por su fuerza plástica, sino que se escuchan por su envolvente ritmo interno. La incomunicabilidad de Caravanserai se presenta únicamente por una excesiva vigilancia en la configuración y en la expresión de las emociones. Lo que se deja a la sugerencia es mucho, y el lector no siempre tiene alerta las antenas. Síntesis sucesivas y un utillaje verbal renovado y neologista, obligan a situar, en una dimensión más dinámica, los elementos concretos de estos poemas. El significado inmediato no siempre agota todos los sentidos, ni tampoco él espléndido lenguaje en que se concretan las imágenes, más o menos fragmentadas, destila todas sus virtualidades estéticas. En Caravanserai hay una constante que avala su calidad y es la vinculación del poemario con el culturalismo nutricio, con esa refracción mediterránea esencial- d e mitos y naturaleza- de la que se podan las estilizaciones abusivas o muertas, manteniendo la sugerencia clásica válida. Creo que la personalidad de María del Carmen Pallares aumenta, al lograr destruir la anécdota y romper el juego de la planos contraseñadós o previstos. Todo eílo le permite crear un espacio que nó es el tacitismo de tos poetas del silencio sino una exasperante realidad sin resabio de estilo, donde, la extrañeza sobreañade una sugestión muy particular y atractiva. Por otro lado, este último libro refrenda el proceso, ya iniciado en los primeros libros- Molino de agua y La llave de grafito especialmente- de abstraer la realidad en sus máximas posiblidades. El poema es para María del Carmen Pallares, demasiado Vencido por los sueños arde en lo más efímero del aire Caravanserai está, en todo caso, menos atento a cumplir con el rito de la soledad o del olvido- como ocurría en La llave de grafito para expandirse en una mayor vibración. Algo hay de ese trasueño de Giogio de Chirico y de esa incomunicación del cine de Antonioni en unos poemas que interponen entre la intimidad y la realidad, el fervor desolado de la naturaleza. Dueña de una estética muy meditada, la autora de Caravanserai sabe individualizar su culturalismo en un marco de notaciones existenciales. Así sus poemas recobran una dinámica emocional y una ambición estilística, que en libros anteriores sólo estaban implícitos. El tú del poema se sitúa en distintos niveles: realistas, evocativos, míticos. En la primera parte, ¡Eh! ¡La Pasión! la Grecia de Nikos Kazantzakis presta a María del Carmen la incandescencia de imágenes y de paisajes. Bellos y asociados a la sugencia literaria, son otros poemas del segundo tramo: ¿Cómo está pues quien caminó a tal parte? como Jardines Infanta Sir Roger en los que acaso se precisa mejor la intimidad y la extrañeza de cosas tangibles como el mar, el amor, la soledad y la muerte... Dicho a veces con la exactitud del haiku, con cierto orientalismo en la sensibilidad. Por tratarse de una lírica abierta, este libro tiene su propio vértigo, una palpitación que es emanación misma de la autora, en una fusión que no permite someter a códigos de escuela este fervoroso impulso poético: Me acuerdo con dulzura de las tiernas maderas que han amado los trépanos y los cepillos; de los pies atiplados de la carcoma me acuerdo de Jacopo y de Martino de lo uniforme y de los cálido... Florencio MARTÍNEZ RUIZ Santuario Vicente Gallego Universitat de Valencia. ¡987 46 páginas La poesía valenciana está en auge. Antologías y estudios de Bellveser, Selma y Falcó y el recientísimo libro de Rafael Ballester Anón, Antonio Carlos González y Pedro J. de la Peña La poesía valenciana en castellano, 1936- 1986) demuestran que este auge no es gratuito. Una cierta escuela, al amparo de los Brines, de los Siles y de los Carnero, entre otros, aporta una mutación cualitativa a la lírica española, una categoría moral definida y un tratamiento ontológico de lenguaje. Un jovencísimo poeta, Vicente Gallego, con dos breves poemarios- La luz de otra manera premio Ángel González, del que se han publicado algunos fragmentos, y Santuario con el que obtuvo una ayuda a la creación del Ministerio de Cultura- ha hecho una estría en esa columna lírica, rayando con segura muñeca el mármol atirantado y en ocasiones despersonalizado de la poesía nueva. Santuario es un libro en buena medida redondo, con tanta novedad temática como alto nivel de lenguaje. Empieza Vicente Gallego por aislar un mundo neutro, tocado de percepciones sensoriales, para delinearlo con toda precisión en el poema, desplegado con una visualidad que en sí misma colabora a ordenar y equilibrar el contenido. Se trata de una poesía oscura, opaca y densa que, como señala Pedro J. de la Peña, posee una brillantez de raso o terciopelo. Aunque el interés de Vicente Gallego reside tanto en la temática- u n cierto erotismo refinado en el límite de los tabúes- como en la composición suavemente orquestada del poemario, la composición de sus volúmenes líricos. Lo que sorprende gratamente en Santuario es la depuración de un léxico- tomado en buena parte del clima culturalist a- que se ha librado de la faramalla verbalista para asentarse en función del contenido del poema. Santuario puede leerse como una unitaria secuencia lírica, en la que se consigue, en el flou dé luces y sombras y en los relevos de sonidos fónicos y de una sintaxis muy articulada, dar con una forma definitiva. Ya este hallazgo sería un tanto a favor del libro. Pero los aciertos van también más allá de la forma. Vicente Gallego, siguiendo una tradición de un lirismo maldito- pero menos- alcanza ese clima hiperreal donde las cosas- emociones, sensaciones- aparecen en todo su balance enigmático. Y acezante. Pedro J. de la Peña creemos que ha logrado, definitivamente, en su prólogo, encauzar los valores éticos y literarios de Gallego al afirmar que leer Santuario es penetrar en lo sagrado, en la secreto. Y es que el poeta consigue en su texto una ritualización de la palabra, un nivel distinto al real, donde el poeta es también un logos de otras voces, otros ámbitos imprevistos. Esa es la razón por la que la perversidad y hasta la heterodoxia de Santuario alcanza toda su capacidad artística. F. M. R.

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