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ABC MADRID 20-06-1987 página 55
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ABC MADRID 20-06-1987 página 55

  • EdiciónABC, MADRID
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20 junio- 1987 ABC fífcrafío Novela ABC VII Sosias Nut Arel Monegal Seix Barra! Editores Barcelona, 1987, 138 p. Antofagasta Ignacio Martínez de Pisón Editorial Anagrama Barcelona, 1987. 161 páginas Muy bien acogidos por la crítica en su conjunto, los dos primeros libros publicados de Ignacio Martínez de Pisón situaron a su autor en un lugar privilegiado dentro del panorama de la joven narrativa española. La aparición de Antofagasta, volumen que agrupa dos novelas cortas- La última isla desierta y la que da t í t u l o a la obra- debe ser objeto de especial atención, por consiguiente: no resulta tan frecuente poder seguir en vivo la evolución de un escritor de innegable interés, desde sus oríge- Martínez de Pisón nes. Para empezar, y por supuesto, la calidad general del libro hay que darla por descontada- e n ciertas cosas esenciales, un escritor de calidad no se equivoca nunca; la excelencia literaria, en contra de lo que muchos pretenden y desean, no se alcanza por azar, jamás es fruto de una tirada de dados afortund a- pero ¿evoluciona el autor en el sentido de sus virtualidades mejores o da muestras de haberse dejado seducir por lo establecido? Contestar a esta pregunta resulta una cuestión de primera importancia, y no menor interés reviste el problema de determinar si la dirección marcada por la nueva obra remite a un callejón sin salida o al campo abierto de lo nuevo, directamente o no. La impresión que recuerdo de mi lectura de los dos primeros libros de Martínez de Pisón es la de que nos encontrábamos ante un narrador capaz de atravesar la pantalla de lo ya formalizado literariamente y de entrar en contacto directo con la experiencia en bruto, pero que aún no lograba establecer tabulaciones por completo coherentes y provistas de autonomía; o dicho de otra manera: que Martínez de Pisón aún encontraba dificultades a la hora de encarnar imaginativamente el procesamiento de sus experiencias básicas y no conseguía escribir historias que, al mismo tiempo que reflejaran ese procesamiento, pudieran ser leídas superficialmente, sin referencia al mismo. Las dos novelas cortas agrupadas en el libro que nos ocupa prueban, creo, que Martínez de Pisón cobró conciencia de ello y se puso a la tarea al escribirlas, de proporcionarles unas tramas que se mantuvieran por sí mismas, con resultados convincentes, pero perdiendo ai hacerlo- provisionalamente, espero- parte de aquello que singularizaba y daba precio a sus dos obras iniciales: La ternura del dragón y Alguien te observa en secreto. En mi opinión- y éste en mí opinión no es un recurso retórico: indica que lo que va a seguir aventura una interpretación, discutible en cuanto tal, y no emite un dogma Martínez de Pisón ha dado un bandazo demasiado grande al escribir Antofagasta- me refiero a las dos novelas cortas que integran el libro- estableciendo tramas demasiado cerradas- y por ello, artificiosas- que coartan el fluir entre lo aún no formalizado literariamente y su formalización: sus historias- no remiten al lector- o lo hacen en escasa medida- a aquellas experiencias que posibilitaron su existencia, y, así, se presentan como reificadas, como meros frutos de la voluntad de quien las creó. Esas tramas, a mi parecer muy dependientes del modelo fijado por Borges, tienen una estructura que correspondería bien a una temática metafísica- l a dominante en los mejores relatos del escritor argentino- pero que no corresponde en absoluto a una temática primordialmente psicológica, como es la de Martínez de Pisón, y de aquí que dicha estructura provoque forzamientos y arbitrariedades innegables: la renuncia a la vida por la vuelta al enclaustramiento en lo imaginario del protagonista de La última isla desierta no está, para citar un ejemplo, justificada psicológicamente en el texto, y, como consecuencia de ello, da la impresión de haber surgido como estricta demostración de una tesis: y lo mismo puede decirse del empecinamiento en seguir en el HCI del personaje de Antofagasta, que cuenta en primera persona su propia historia. Según pienso, Martínez de Pisón corre, además, el riesgo de cortarse el acceso a las experiencias primordiales que constituyen la base de su quehacer literario, debido a la apresurada y convencional visión del mundo a que se está abocando. En efecto, en las dos novelas cortas que forman Antofagasta esas cuestiones vitales cuya irrupción en estado casi bruto hacía de La ternura del dragón y de Alguien te observa en secreto libros de ficción extremadamente prometedores- me refiero a las relaciones de poder, a la tensión dialéctica entre lo real y lo imaginario, etcétera- están aún presentes en Antofagasta, pero sometidas a una interpretación que las banaliza, que les hace perder fuerza. Y es que postular que la vida no tiene sentido, que el hombre no tiene libertad frente a sus opciones de infancia o adolescencia, que el arte es la única realidad por la que merece la pena vivir y, sin embargo, no más que una actividad gratuita y lúdica, no constituye un punto de partida a partir del cual se pueda llegar lejos. Antofagasta es un libro muy bien contado y muy bien escrito. Por lo que a estos últimos respecta, me permitiría, sin embargo, la objeción de que hay un abuso de calificativos ingeniosos, literarios y alguna caída en un énfasis lírico levemente kitsch. Leopoldo AZANCOT Un nuevo libro de Nut Arel Monegal (nacida en Uruguay en 1939, es maestra, bailarina y actriz de teatro) consolida y afirma algunas de esas sorprendentes constantes de su primera narración Para un jardín en otoño (ver Sábado Cultural del 5 de octubre de 1985) Así, esa capacidad de crear atmósfera, climax, sospecha, instancia envolventes, halos casi mágicos. De ese modo la cotidianidad se reviste de aureolas, se adensa en contornos que son precisamente los que inquietan, complican. En particular en este caso- como el título lo indica- es el desdoblamiento más que el doble, es la complicidad de los personajes, la razón decisiva de la intriga, de la calculada ambigüedad que se acrecienta hasta un crescendo final. El otro posible imposible hace que la realidad se trastrueque y la lógica ascienda a metapsique: ese imprevisible que adviene y que complica cuando se implica en los sucesos o acontecimientos como una entelequia o un an ¡mus a epifánica. Transmutaciones y desdoblamientos dé personajes conllevan consigo no sólo la ambigüedad, sino la constatación de una realidad bifronte, compleja, con múltiples y originales lecturas. Esta capacidad de metamorfosis se visualiza tanto mejor si se tiene en cuenta el núcleo argumental: la patética y angustiosa sospecha que se acrecienta en el hijo (Thanatos) de que en la muerte de su padre (Francis) existe una complicidad de su madre (Marión) y de su amante (Alfred) En esta incidencia pática complica también a su hermana (Edith) Pero esta lectura puede también en un trasfondo convertirse en una reencarnación del antiguo mito de Electra y Orestes. Y entonces tos personajes se vuelven arquetípicos en su desdoblamiento. La obra hace así, en su mismo centro, referencia a un desdoblamiento esencial: los mitos que regresan, las situaciones paradigmáticas que en su ejemplaridad vuelven a reencarnarse, si bien aquí el ámbito y el marco es el París de la ocupación alemana y un amplio recorrido de tiempo e imágenes que llegan hasta 1986; y el habitat concreto, un inmueble de la rué de Grenelle con su conjuntada manifestación de vidas y problemas. Por otra parte, la estructura de la narración- ascendente y convergente- se realiza por yuxtaposición de episodios que tienen también pese a su unidad esencial, una cierta independencia que hace de su lectura un posible relato seriado y en imágenes. Asimismo, destacable el lenguaje sumamente cuidado, elaborado, meticuloso, pleno de recursos. Sin duda un alarde de dominio y una certera incursión por los meandros más sabrosos del idioma. Aunque, ciertamente, no es una obra fácil para el lector corriente, ya que el juego de transmutaciones es constante y despistante, es sin duda, una muestra confirmatoria del talento y de la capacidad lúdica de su autora. Rolando CAMOZZI

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