ABC MADRID 16-06-1987 página 19

E MARTES 16- 6- 87- OPINION -ABCTpag- 19 L LA TORPEZA DE UN GENERAL de otra parte elementales. deben, con todo, ser precedidas de algunas consideraciones previas a la ley escrita: no conocemos ninguna democracia europea donde, en nuestros tiempos, un general en activo haya descendido a formular declaración política como la que ha hecho el general Díaz Losada a La Gaceta del Norte En las naciones desarrolladas, los mandos de las Fuerzas Armadas se caracterizan, en sus intervenciones públicas al margen de la vida castrense, por su circunspección y por la milimétrica medida de sus palabras. Que el general Díaz Losada haya tratado públicamente sobre la posibilidad de independencia de alguna región española, permite pensar a cualquier observador imparcial que esa secesión entra dentro del campo de las posibilidades reales en un futuro no remoto. Y ésta es una de las razones que nos permiten hablar en este caso de torpeza inexplicable. AS declaraciones que ha hecho el gobernador militar de Guipúzcoa, general Díaz Losada, no contribuirán ciertamente a la paz de los espíritus ni al esclarecimiento de los ciudadanos. El general Díaz Losada ha declarado en Bilbao: Si las instituciones del Estado lo aceptan, las Fuerzas Armadas tendrán que respetar la independencia de alguna región española. Nos parece una declaración tan imprudente y tan torpe que no podemos creer que haya sido dicha en estos términos. Hay que esperar, por tanto, una precisión inequívoca. Decir en una nación europea, miembro de la comunidad que agrupa a las democracias occidentales, que las Fuerzas Armadas tienen que respetar las decisiones de las más altas instituciones del Estado, es lo que los anglosajones llaman un truismo, es decir, una obviedad sabida qué se proclama con la solemnidad de un hallazgo notable. En ese sentido, afirmar que las Fuerzas Armadas acatarán las decisiones de los órganos rectores de la nación es tanto como afirmar que las temperaturas descenderán a medida que se aproxime el invierno. Lo alarmante del caso es que se recurra a un truismo para expresar una hipótesis que está en contradicción con la letra y el espíritu de la Constitución. El artículo 2 de la ley fundamental nos recuerda que la Constitución se fundamenta en la indivisible unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles En el artículo 8 se establece que las Fuerzas Armadas tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional La Corona, por su parte, actúa como garante de la unidad nacional: El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia; arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones según establece el texto constitucional en su artículo 56. Al cor responderle, además, el mando supremo de las. Fuerzas Armadas (artículo 62 de la Constitución) la Corona actúa como supremo responsable de la salvaguarda de la unidad territorial de España. Estas consideraciones jurídicas, D GENEROSIDAD DE AP ESPUÉS de las elecciones del 10 de junio, las responsabilidades de cada partido político reflejan, con casi fotográfica exactitud, la fuerza que cada uno de ellos podrá desplegar en las diversas instituciones municipales y autonómicas. Es cierto que la fidelidad a los programas con el propio electorado debe ser el principio fundamental para orientar la estrategia de cada partido, pero junto a esto deben e n t r a r también en consideración los ajustes que reclaman las situaciones postelectorales para hacer simplemente viables las declaraciones programáticas preelectorales. El equilibrio entre lo real y lo deseable es la esencia misma de la democracia, siempre que el oportunismo no desborde las obligaciones contraídas con los electores; pero también sin olvidar que una empecinada obstinación puede ser más antidemocrática que un sosegado ejercicio de realismo político. ADOLFO SUAREZ N nuestra portada aparecen, gracias al lápiz de Mingote, tres hombres claves de la política española- González, Mancha y Adolfo Suárez- -enfrascados los dos primeros en la lucha política, mientras el líder del CDS, ausente de la disputa, titubea sobre el grupo hacia el que deba inclinarse. Suárez, que puede decidir en varios puntos de la geografía municipal y autonómica el destino de las instituciones locales, deberá asumir una enorme responsabilidad en la que se juega él mismo su propio futuro. Pero para ello será preciso que salga de su indeterminación actual y presente ante la nación una opción clara donde hayan desaparecido ciertos equívocos. En Europa la política se hace con ideas claras. Adolfo Suárez es una pieza necesaria para el buen funcionamiento de las instituciones democráticas, a condición de que salga de sus reservas y se sitúe en el punto exacto que le corresponde dentro del panorama político nacional. E ABC Presidente- Editor GUILLERMO LUCA DE TENA Director LUIS MARÍA ANSON Director de ABC de Sevilla Francisco Giménez- Alemán Subdirector: Antonio Burgos Subdirectores Darío Valcárcet. Joaquín Vila, José Javaloyes. Manue! Adrio, Joaquín Amado Jefes de Redacción: X A. Gundin (Continuidad) J. C. Azeue ¡Internacional) B. Berasátegui (ABC literario) A. Fernandez (Economía) J I. Q. a Garrón (Cultura) A. A González (Continuidad) R. Gutiérrez (Continuidad) L Lr. Nicojas IReportajes) C. Mantona (Continuidad) J. L. Martin Descato (Sociedad) J. Orno (Ed x n) L. I. Parada (Suplementos Económicos) L Prados de la Plaza (Corffinutíad) C. Prat (Dominical) Santiago Casteta (Colaboraciones) S e c c i o n e s J Rubio- (Arte) J M. 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Sobre estas bases, que son, a fin de cuentas, el catón- de la democracia, está claro que corresponde a Alianza Popular ejercitar, por sus resultados en las últimas elecciones, un delicado papel de balanza para ayudar al buen equilibrio de las instituciones. Como primer partido de la oposición, se destaca a distancia del CDS. Su predominio actual sobre el partido de Adolfo Suárez es visible, y, por ello mismo, los responsables de AP deben adoptar la difícil actitud de la generosidad que en política no resulta, ni mucho menos, gratuita, sino una aportación al buen gobierno que el país sabe agradecer siempre. Y esa generosidad tiene dos vertientes. En primer lugar, Alianza Popular debe mantener esa actitud en sus relaciones con el CDS en aquellos puntos donde una alianza con las fuerzas de Adolfo Suárez permita a ambas formaciones, deliberadamente coordinadas, alcanzar determinados puestos clave para el ejercicio del gobierno local o autonómico. Hay accionistas que en determinadas sociedades reciben beneficios superiores a su puro derecho contable, a cambio de alcanzar el pequeño poncentaje final indispensable para evitar el descontrol de la empresa. Pero, por otro lado, la generosidad de Alianza Popular también debe considerar ciertos casos en que podría resultar más importante para el destino nacional: se trataría de permitir a los socialistas gobernar en minoría para que éstos no necesitaran los votos comunistas y se tuvieran que someter al tirón radicalizador que éstos impondrían; y ello sería altamente negativo para la moderación que preside la política española desde 1977. Todo lo que contribuye a centrar la vida política nacional, a escala de sus autoridades autonómicas y locales, será bueno. En esta hora difícil de los pactos postelectorales sería útil guardar la mayor sangre fría y la mejor noción del patriotismo, que, a fin de cuentas, encuentra en la buena gobernabilidad de las instituciones su mejor aplicación práctica. La generosidad de AP podría ayudar mucho a equilibrar la vida política a su derecha y a su izquierda.